MADRID COVID 19 | DIGNIDAD EN LOS BARRIOS DEL SUR
Por Vocesenlucha
«La lucha institucional debe silbar en armonía con las demandas y necesidades del poder popular y no al revés».
Los pueblos de España, como la gran mayoría de pueblos del planeta, vivimos una escalada de agresiones contra la inteligencia y el cuerpo colectivo, incrementadas desde la llegada de ese virus compañero de infamias y luchas llamado Covid-19.
Con Madrid como paradigma del oprobio, ante la anunciada segunda ola de la pandemia, tras meses sin tomar medidas eficaces de prevención y control del virus (refuerzo de la asistencia primaria, mecanismos de detección y rastreo, mejora e incremento de los transportes, inversión en profesorado y recursos en educación, contratación de personal cualificado en hospitales, medidas de protección en los trabajos y protocolos de cuidado colectivo), se decreta un confinamiento de clase consistente en encerrar a los barrios empobrecidos y olvidados del sur.
La clase trabajadora sigue obligada a desplazarse en metros y autobuses hacinados trabajando para un norte acomodado que mantiene sus privilegios de consumidores preferentes.
Ante el agravio, la inteligencia popular comienza a activarse y a salir a las calles al grito unánime de Sanidad Pública, símbolo del anhelo de dignidad ante un sistema que nos desprecia.
En esas, el gobierno nacional con el presidente Sánchez a la cabeza, secretario general del partido conocido con el impropio nombre de PSOE, se reúne con el gobierno de la Comunidad de Madrid, encarnado en la figura de la presidenta Ayuso, de la «organización criminal» conocida con el impropio nombre de Partido Popular. La reunión, de nuevo entre los dos partidos aventajados del Reino, acaba con un acuerdo, un «Espacio de Cooperación» llamado Grupo COVID-19, que viene a reforzar las medidas de confinamiento aprobadas en Madrid. ¿Cómo? Policía Nacional, Guardia Civil y ejército se coordinarán con la Policía Municipal. ¿Para qué? ¿Para cuidarnos a todos del Covid-19? Médicos militares en atención primaria, dicen; tareas de desinfección por parte del Ejército, cuentan; controles de movilidad por parte de Policía Nacional y Guardia Civil, aseguran. Y les creemos.
Estos días Vallekas ha sido testigo de una de las primeras dosis derivadas del acuerdo. Las marchas y concentraciones en contra del confinamiento de clase y por la Sanidad Pública se han venido sucediendo en los indignados barrios del Sur desde el mismo día del anuncio de las antipopulares y estigmatizadoras medidas. Vallekas, histórico y combativo barrio obrero de Madrid, el pasado jueves 24 vivió una injustificada represión policial, con 4 detenidos y 6 heridos, dos de ellos menores de edad.
En los últimos meses, durante la pandemia, hemos presenciado desde manifestaciones de la extrema derecha en barrios de la élite de Madrid hasta concentraciones masivas de grupos negacionistas. En ninguna de ellas se han producido actitudes represivas siquiera parecidas a las vividas en Vallekas. Pero Vallekas no es la Plaza Colón, ni goza de la protección de semejante megabandera.
Precisamente por eso, porque Vallekas no es Colón, el día siguiente de las acciones policiales, inundó masivamente las calles en una nueva muestra de dignidad. Junto a la petición de libertad de las personas detenidas, de nuevo ¡Sanidad Pública!; de nuevo ¡Ayuso dimisión!; junto a otras consignas como ¡Más sanitarios, Menos policía! Lo mismo los días sucesivos. Acontecimientos que presagian un futuro inmediato de disputa y escalada de organización y lucha de los barrios populares, que ven limitados selectivamente sus movimientos y sometidos a un evidente control social mientras siguen sufriendo desahucios, despidos, precarización y abandono.
Vivimos tiempos difíciles. La creciente arremetida del gran capital contra «la humanidad pensante oprimida», profundizada durante la pandemia que azota al planeta, se ve reforzada por la respuesta de las instituciones estatales a su servicio. Realidad que no logra detener, nos guste o no, el hecho de que determinados actores hayan logrado asomar la patita en esas instituciones. Nos referimos, claro está, a Unidas Podemos y su gobierno de coalición con el PSOE.
Tocamos un tema sensible y que, suele ocurrir, divide a los movimientos. La presencia en el gobierno de personalidades con las cuales podamos sentir más o menos cercanía política, no debe ser un óbice para que veamos que dicha institucionalidad, tal y como está planteada, se blinda con estructuras diseñadas a favor de minorías privilegiadas, en contra de las grandes mayorías. Más allá de nuestra opinión respecto a la gestión de Unidas Podemos y su colaboración en algunos de los desmanes del PSOE, como la no derogación de la ley 15/97, que vende la sanidad pública al sector privado, la presencia de esos actores en espacios de limitada incidencia en el poder real, no puede paralizar la lucha organizada en un momento histórico tan importante como este, donde el capitalismo necesita reajustarse ante la crisis cíclica en la que vive, y ante su evidente decadencia en la tasa de ganancia, que arremete directamente contra las conquistas históricas en elementos tan tangibles como el trabajo, la educación, la sanidad o las pensiones. En todo caso, si de veras contamos con actores favorables en lo institucional, el músculo popular y organizativo ayudará en la acumulación de fuerzas para lograr avances en el plano institucional que respalden dichas demandas. La lucha institucional debe silbar en armonía con las demandas y necesidades del poder popular y no al revés.
La esperanza sigue viva en los pueblos que no se doblegan y muestran su actitud de lucha, su anhelo por un sistema de cuidado colectivo, su exigencia de que las instituciones estén al servicio del pueblo, que no utilice su poder represivo contra los sectores a los que se supone debe servir.
A pesar de la pandemia, la agenda de los movimientos y las organizaciones sociales de los pueblos del Estado español, está en plena actividad. Marea Verde en Educación, CAS Estatal en Sanidad, COESPE en Pensiones, asociaciones vecinales, y otras organizaciones de horizonte popular como la Coordinadora 25-S, vienen realizando y preparando nuevas movilizaciones en los diferentes territorios que deberán adaptarse con conciencia a la situación de la pandemia en cada lugar, repensando nuevas y viejas formas de lucha frente a un modelo que se reinventa y reajusta a pasos acelerados. A esa agenda colectiva y plural, debemos incorporarnos, de una y otra forma, todas aquellas voces que creemos en otras realidades posibles.
Ante la agresión del capital, defensa, organización y lucha. Pero también pensamiento crítico, inteligencia popular encarnada en el tejido plebeyo que sea capaz, no solo de desplegar su resistencia, sino de generar proyectos comunes de vida digna. Recordemos que no se trata solo de derribar lo realmente existente, sino que, en palabras del maestro cubano Fernando Martínez Heredia, «se trata de creaciones». Tarea para la cual, necesitamos grandes dosis de amor, como diría el Che, y más tejido y pensamiento plebleyo.
Los barrios del Sur, no solo de Madrid, seguirán tomando las calles y organizándose en defensa de la dignidad colectiva, al grito coral de ¡Sanidad Pública! ¡Educación Pública! ¡Pensiones dignas!, y otros lemas nacidos de la sabiduría popular: ¡Más enfermeros, y menos maderos!, ¡Más educación y menos represión!, ¡No es confinamiento, es lucha de clases!
Artículo publicado en Kaos en la Red, Tercera Información.
No se han encontrado comentarios