«La corrupción político-espiritual de Occidente reaparece como farsa, el uso de eufemismos que ocultan el absoluto desprecio de las vidas palestinas se está convirtiendo en una norma periodística del establishment mediático global»

Caracas | 21 de noviembre de 2023

I-. Introducción

La frase cincelada con fuego de Karl Marx en El dieciocho brumario de Luis Bonaparte de que la historia ocurre dos veces: primero como tragedia y segundo como farsa, señala en la actualidad el declive definitivo del contenido normativo de la Ilustración euroccidental. Más recientemente, la entrevista para el Front Populaire que hace el filósofo Michael Onfray al escritor Michel Houellebecq publicada en francés en noviembre de 2022 titulada ¿El fin de Occidente? se convirtió en un documento canónico del contenido espiritual de esta interrogante civilizatoria. La amena conversación entre los escritores muestra que las premisas de emancipación europea no forman parte de las grandes preocupaciones políticas y morales que guían el diálogo, por el contrario, la renuncia a un proyecto universalista liberador es la facticidad del nuevo provincialismo euroccidental. En el pasado, el tránsito intelectual, político y económico de Francis Fukuyama con su célebre libro El fin de la historia al texto El choque de civilizaciones de Samuel Huntington, describía el programa tecno-político neoliberal y neoconservador del Proyecto para un Nuevo Siglo Americano. Como misioneros de una nueva era imperial la expansión estadounidense en Afganistán, Irak, Libia y Siria indicaba el triunfo del mercado, la democracia y la seguridad (securitización) a escala planetaria. Este anuncio geopolítico acompañado de bombas e invasiones fundaba, la subordinación de las políticas nacionales a los designios libertarios de la globalización neoliberal, con el propósito de garantizar una unipolaridad benigna.

En la actualidad, el desajuste catastrófico entre la pretensión contenida en la aspiración normativa de este proyecto y el trágico horizonte de su realización, marcan la amarga decepción de las políticas estadounidenses de dominio sin hegemonía. Es una ironía fatal que justamente la promesa de un mundo racional que constituye la certeza emancipadora de la Ilustración se encuentre agotada, la differance entre la experiencia del mundo y el horizonte de expectativas se fue ensanchando en los últimos doscientos años, hasta sobrevenir en pulsión de muerte. Si nos interrogamos acerca de los desplazamientos que produce el particularismo euroccidental, constatamos que la sustitución programática es tanto un fracaso como una derrota del universalismo ilustrado. El debate político y energético que ha estado en el centro de las inquietudes de los Think Tank globales demuestra que las representaciones de la alteridad, el Tercer Mundo y los yacimientos de materias primas conforman una inmanencia forclusiva que tiende a la repetición de la ocupación colonial. Esta negación construye a las poblaciones, los territorios y sus recursos naturales como una nada inaudible condenada al grito, la violencia y el caos que se contrapone a las demandas civilizatorias del Norte industrializado. Es cierto que el abandono de los contenidos ilustrados ha evidenciado la desnudez, el vacío y la ficción de un proyecto que se presentaba como emancipador, mientras que su verdadero ropaje siempre habría sido colonial, imperial y destructivo (valga el pleonasmo). Para Edward Said, en el mundo que sucede a la Guerra Fría “el
establecimiento de una alianza entre el Islam y el Confucianismo, el otro malévolo enemigo de los valores occidentales” (Said,1997:20) funciona como el nuevo frente geopolítico en el Siglo XXI del Proyecto para un Nuevo Siglo Americano.

II-. Declive, guerra y genocidio

Nos encontramos frente a un arco de circunstancias que visibiliza los límites infranqueables de un proyecto civilizatorio en medio de una crisis de acumulación, de regulación y ecológica que profundiza la búsqueda de nuevos patrones energéticos, tecnológicos y económicos. Pero, lo aún más dramático, es la interconexión entre guerra, racismo y religión en la escalada de conflictos del Oriente medio que tiene a Palestina como espacio de confrontación fundamental. Aquí solo tomaremos como indicador de la profunda crisis del euroccidentalismo, las declaraciones del presidente de Estados Unidos Joe Biden cuando dice, «lo que ocurra en los próximos dos o tres años va a determinar cómo será el mundo en las próximas cinco o seis décadas» en el contexto de la guerra extendida. Esa insinuación tiene como contexto la invasión rusa a Ucrania y el ataque de Hamas a Israel que sugieren una aceleración de la crisis ecológica que colocan en el centro de la discusión pública la cuestión de la seguridad y la energía. En esta dirección, el apoyo a Ucrania e Israel se presenta como una promesa para hacer lo necesario, “en ambos casos, actúa como acompañante en luchas que cada país considera vitales para sus intereses, si no para su existencia” (Williams, 2023). Particularmente, las interrogantes estadounidenses y europeas tienen en el esperado aumento de los precios del petróleo una renuncia temporal, táctica y espiritual a los procesos expansivos de la economía del Atlántico Norte.

Las preocupaciones políticas, económicas y energéticas construyen un frente invisible que se extiende en los trazados de fronteras y en la consolidación de alianzas político-espirituales que renuevan, actualizan y profundizan la distinción amigo-enemigo. La energía, su abundancia y flujo, define tanto la ampliación como los límites de la guerra en cuanto para la sombría predicción del mandatario Joe Biden «una guerra total entre Irán e Israel sería (…) un cambio radical para todos. El hecho de que China, que ha sustituido a Estados Unidos como mayor importador de petróleo en el mundo, dependa de Irán dificulta» la instrumentación de políticas efectivas (bloqueos económicos, financieros y tecnológicos) sin provocar un enfrentamiento global. Sin duda alguna, estas cuidadosas declaraciones determinan alianzas, confrontaciones y escenarios que justifican acciones políticas, financieras y militares, en el marco del conflicto regional. Inmediatamente después del ataque de Hamas el 7 de octubre que mató a 1400 ciudadanos israelíes, el presidente Joe Biden describió el ataque «como quince 11 de septiembre» en proporción al número de personas muertas respecto a la población de Israel. Si utilizáramos está lógica a la sistemática matanza que el gobierno israelí produce en suelo palestino el resultado serían más de cuatrocientos 11 de septiembre sin que se vislumbre un final de la sistemática masacre. Y es aquí, donde la corrupción político-espiritual de Occidente reaparece como farsa, el uso de eufemismos que ocultan el absoluto desprecio de las vidas palestinas se está convirtiendo en una norma periodística del establishment mediático global. Para la plataforma periodística The Intercept la naturalización de la brutalidad y el despojo actúan como justificación de la limpieza étnica que se mimetiza con los bombardeos indiscriminados sobre la población en Gaza. Las políticas de desinformación global conjuntamente con la retórica des-humanizante que animaliza al pueblo palestino funcionan como un recurso moral de la Industria del Holocausto por citar el riguroso trabajo histórico de Norman Finkelstein. Pero, lo aún más trágico, es la cínica mención al posible uso clandestino de bombas nucleares para resolver la situación en la Franja como consta en las declaraciones de varios ministros del gobierno sionista.

La ausencia de contrapesos públicos se ha convertido en una vergüenza colectiva que se subordina a la invariable, burda y grosera campaña del sionismo que funciona como un chantaje moral que desacredita, rechaza e invalida las estimaciones de muerte del ministerio de Salud palestino. En esta dirección, para el mandatario estadounidense es necesario puntualizar si estos últimos están diciendo la verdad «estoy seguro que han muerto inocentes y es el precio de hacer la guerra (…) Pero no tengo confianza en la cifra que están utilizando los palestinos». Pero, además, según estimaciones de Naciones Unidas y otras ONG´S que trabajan en Palestina las cifras de muertos pueden llegar a ser mucho más que las publicadas hasta el momento. “Un informe del HuffPost también encontró que casi 20 informes del Departamento de Estado han citado al ministerio, y uno también argumentó que el ministerio pudo haber subestimado” (Grim y Thakker,2023). Lo más grave -es el aumento de muertos y heridos en las cifras que se publican diariamente- es que se correlacionan con el bloqueo de agua, medicinas y alimentos, y que, sobre todo, representan crímenes de guerra según el derecho público internacional. El apagón de electricidad, telefonía e internet es una señal inequívoca de un cerco mediático y diplomático, que aísla a la Franja de Gaza de la ayuda humanitaria y política en medio de bombardeos aéreos sistemáticos que ocultan un crimen global a la vista de todo el mundo. (Como en una dramática y trágica pintura de Zdzislaw Belzinski el artista polaco de los sueños góticos).

La jurista estadounidense experta en derechos humanos y representante legal de las víctimas ante la Corte Penal Internacional (CPI) Katherine Gallagher advierte que la destrucción calculada de la población palestina en la Franja de Gaza está convirtiendo al gobierno estadounidense en cómplice de riesgo de una inminente aniquilación total. Según el derecho público internacional, “el crimen de genocidio implica no sólo a quienes lo perpetran, sino también a quienes son cómplices de él, incluso quienes ayudan e instigan” (Speri, 2023). Pero, además, el financiamiento de la guerra, entendida como defensa legítima a la agresión muestra las contradicciones políticas, militares y morales que afectan a la burocracia estadounidense. La cuestión del evidente desacoplamiento entre los imperativos estratégicos y los imperativos morales se manifiesta en el quiebre de los valores que condicionan la toma de decisiones en el gobierno de los Estados Unidos. La ayuda incondicional a la intervención militar israelí -que incluye el brutal asedio de los últimos 16 años a la población palestina en la Franja- ha contribuido con el brutal régimen de apartheid contra la histórica reclamación. El desafío fundamental para Naciones Unidas “en este momento genocida particular es reafirmar su compromiso con el derecho a la vida” (Speri,2023) con el objetivo de no comprometer el tejido axiológico de la humanidad. Entretanto, la posibilidad de una solución diplomática a la crisis en Gaza sigue estancada y se profundiza en la medida que el Consejo de Seguridad de la ONU sigue rechazando resoluciones contrapuestas. Por un lado, China y Rusia vetaron una resolución patrocinada por Estados Unidos, y por el otro, Estados Unidos y el Reino Unido vetaron una iniciativa respaldada por Rusia, y ambas tenían el alto al fuego como un recurso necesario para alcanzar una negociación.

III-. La Diplomacia, la Franja y la Ruta: Los caminos alternativos a la transición sistémica

En términos contrafácticos, al cumplirse diez años de la nueva ruta de la seda, el anuncio de su celebración en Pekín ha renovado la importancia político-económica del vasto programa de inversiones en infraestructura, transporte y energía para garantizar el óptimo funcionamiento del emergente centro de la economía mundial. Las cifras indican una inversión de 970.000 millones dólares fuera del territorio chino, la inclusión de 155 países y la incorporación de 32 organizaciones internacionales que señalan la materialidad de esta ambiciosa idea de cambio global. La apuesta china implica crear una zona de prosperidad material sin ninguna condición política para los países que se adhieran a la ruta, y al mismo tiempo, plantea un claro desafío económico, político y diplomático al Proyecto para un Nuevo Siglo Americano. Y son exactamente, los retos económicos y culturales los que interpelan el dominio occidental, en medio del cisma geopolítico que obliga a revisar las lealtades políticas de una guerra centrada en dominar y domesticar la opinión pública. Sin duda alguna, la sanguinaria ocupación de la Franja de Gaza, evidencia la extrema corrupción político-espiritual de Occidente para desarrollar una agenda propositiva en medio de críticas que acrecientan su lento aunque progresivo declive. En el fondo la dramática situación en Palestina le ha dado un vuelco moral y político a la retórica civilizatoria de Estados Unidos y Europa, sobre la cual Occidente es crecientemente presentado en los mass media alternativos como un bufón falsamente devoto de los principios democráticos, similar a la comedia de Molière el Tartufo. La irrupción del Sur Global[1], como realidad histórica y geográfica incuestionable, ha mostrado signos evidentes de independencia “de la esfera de influencia occidental, como descubrieron Estados Unidos y sus aliados cuando los países con 70% de la población mundial rechazaron las sanciones de las Naciones Unidas contra Rusia después de febrero de 2022” (Goldman,2023).

El Sur Global, como objeto de disputa teórica, política y comercial, se entronca históricamente con la Conferencia de Bandung de 1955, la iniciativa de los países no-alineados y más recientemente con los BRIC´S. Igualmente, esta realidad temporal y espacial ratificó su autonomía el 27 de octubre, “cuando 120 países votaron a favor de una resolución de la Asamblea General de la ONU a la que se opuso Estados Unidos y que no condenaba el ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre” (Goldman,2023). Para este notable comentarista de la escena mundial, la Asociación Económica Integral Regional que tiene a China como pivote fundamental, está consolidando el poder blando de las estrategias de mediano y largo plazo de la Franja y la Ruta. Las exportaciones chinas al mundo musulmán (42 mil millones de dólares al mes) están creciendo a un ritmo exponencial que ya superan el total de las mismas a Estados Unidos (38 mil millones de dólares al mes), “gracias a la ampliación de sus vínculos con Malasia e Indonesia, la Iniciativa de la Franja y la Ruta en Asia Central y la diplomacia económica en el Golfo Pérsico” (Goldman,2023) conforman un cambio tectónico de la política mundial. Para un conjunto cada vez mayor de analistas de la escena global, estamos entrando rápidamente en una era pos-americana que indica un profundo aislamiento de Estados Unidos y Europa de las tendencias mundiales en el campo de la economía, la política y la diplomacia.


[1] Para Joseph Nye, una figura central del poder blando en Estados Unidos, el término es engañoso e impreciso, y se refiere más a un eslogan político que una descripción rigurosa de la realidad del funcionamiento del mundo. Nye, J (2023) https://www.almendron.com/tribuna/que-es-el-sur-global/

Bibliografía

- Said, E (1997) Palestina. Paz sin territorios, Tafalla, Editorial Txalaparta
- Goldman, D (2023) https://asiatimes.com/2023/11/chinas-imperial-model-and-the-   muslim-world/?mc_cid=5703189239&mc_eid=0da208bea4
- Grim, P and Thakker, P (2023) https://theintercept.com/2023/10/31/gaza-death-palestine-health-ministry/?utm_medium=email&utm_source=The%20Intercept%20Newsletter
- Nye, J (2023) https://www.almendron.com/tribuna/que-es-el-sur-global/
- Speri, A (2023) https://theintercept.com/2023/10/19/israel-gaza-biden-genocide-war-crimes/?utm_medium=email&utm_source=The%20Intercept%20Newsletter
- Williams, D (2023) https://asiatimes.com/2023/10/big-strings-attached-to-bidens-israel-ukraine-aid/?mc_cid=826c78d491&mc_eid=0da208bea4