«Los requisitos capaces de mantener encendidas las largas rebeliones y las guerras civiles son la plata y después el genio, el carisma y el liderazgo de un dirigente o conductor»

30 de julio de 2024

La gente que ha salido después del 28 de julio a descargar su arrechera se dejará de eso cuando se agote, cuando su rabia se descargue, si acaso esa rabia es pura, genuina. Si se trata de otro caso de “rabia” financiada (nada de raro tendría; eso de “hasta el final” hace intuir que hay unos planes y unos recursos) nos daremos cuenta: si los disturbios duran más de dos días es porque alguien está pagando por esos desmanes. La doña recorrió el país y seguramente repartió recursos e instrucciones entre sus malandros regionales para crear focos en locaciones buenas para ser grabadas en video.
Pero vieja sifrina no dirige pueblos ni rebeliones.
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Sin quererlo, sin saberlo y sin siquiera entenderlo, el güevón de Henrique Capriles empleó la expresión más adecuada y más precisa aquel día de su derrota de 2012, cuando llamó a sus acólitos a “descargar suarrechera”. No podía haber frase más correcta que esa, porque la rabia en estado puro SE DESCARGA: se descargan los teléfonos o aparatos recargables cuando están desconectados, se descarga el furor que lleva a las personas al estallido que incendia y arrasa.
Estás un buen rato despedazando cosas o agrediendo a la gente, hasta que la rabia se agota, te desahogas, lo piensas mejor y te vas a descansar.
Descargada la rabia, se acabó tu rebelión o tu insurrección.
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Para que el portador de esa rabia se mantenga activo en su impulso destructivo hace falta entonces un “cargador”, una inyección de combustible que mantenga encendidas las ganas de destruir. Ese combustible o fuente de energía fueron, en 2014 y 2017, unos cuantos dólares.
Unos señores López, Guevara, Pizarro, Smolanski y media docena más de empresarios del disturbio recibieron del exterior carretas de dinero, que el primero empleó en fabricarse una imagen (“El Mandela Venezolano”) y los demás en crear una rebelión popular ficticia: tristeza da el montaje de los “libertadores”, muchachos inmolados para que la rata de Guevara justificara los centavos que le dieron para derrocar a Maduro.
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El estallido popular más potente de América en el último siglo duró menos de 48 horas, entre el 27 y el 28 de febrero de 1989. No había entonces conductores y tampoco financistas. Las guarimbas 2017 mucho más porque esos episodios no fueron de rabia en estado puro sino de rabia financiada: te pago para que vayas a incendiar y a paralizar calles. Todo se acabó el día que el Guevara les informó a los chamos que ya no podía pagarles por matar y hacerse matar.
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Los requisitos capaces de mantener encendidas las largas rebeliones y las guerras civiles son la plata y después el genio, el carisma y el liderazgo de un dirigente o conductor. Pero aun en presencia de un genio (invoquemos a Bolívar para no buscar tanto) hace falta un estado, corporación o entidad millonaria que pague la comida y los sueldos
de la tropa. “Combustible” se refiere no sólo a lo que anima a la candela sino a los cuerpos; si usted no come no puede pelear.
El genio de Bolívar fue capaz de hacer cruzar los Andes a un ejército de hambrientos, no una sino dos veces, levantándoles la moral con arengas o con castigos mientras a los ingleses o a Santander les daba la gana demandarle los recursos. Pero dime tú qué clase de generales son Freddy Guevara, el Leopoldo o la Machado. Nada les quedará para mantener viva la llama de nadie cuando ya se hayan acabado los dólares.