CUARENTENA (XI): LA FRÁGIL TREGUA
Por Reinaldo Iturriza
«Mientras policías buenos y malos echan mano de sus respectivas tácticas de negociación política, y Venezuela es capaz de mantener a raya al COVID-19, el neoliberalismo hace aguas en todo el continente, dejando ver todas sus costuras y miserias».
Foto: Hombre con cuatro y tapabocas. Capuchinos, Caracas. Foto: Dikó. Colectivo Cacri Photos
Una bofetada a la humanidad
Las noticias y testimonios que llegan de los barrios populares de Guayaquil, Ecuador, sobre decenas y tal vez centenares de cadáveres en casas y calles (1), es una bofetada no solo para la nación suramericana, sino para toda la humanidad. Es imposible permanecer impávidos frente a tanto horror. Sencillamente no hay nada que explique, y mucho menos justifique, semejante situación. Tampoco puede haber espacio para los eufemismos: el victimario no es el COVID-19, sino el neoliberalismo.
No hay nada que permita suponer que el destino de los pueblos gobernados por liderazgos neoliberales vaya a ser muy distinto al que ya alcanzó al pueblo estadounidense. En general, la respuesta de los gobernantes en Brasil, Colombia, Chile, Ecuador y Perú, por solo citar a los países con mayor número de casos confirmados (2), ha sido muy similar a la adoptada por la Administración Trump: timorata, lenta, torpe, rayando en lo irresponsable e inhumano, y privilegiando los intereses de las élites económicas.
Lamentablemente, lo que cabe esperarse para las próximas semanas es un agravamiento de la crisis sanitaria en estos países de Nuestra América, muy probablemente opacada por el caos sanitario en Estados Unidos, hoy epicentro de la pandemia, y seguramente disimulada y hasta silenciada por la mediática global, exactamente de la misma forma que ha sido deliberadamente silenciada la oportuna y por los momentos eficaz respuesta del Gobierno venezolano.
Policía bueno, policía malo
La respuesta de las autoridades venezolanas ha tenido un efecto político inesperado: el debilitamiento acelerado de la estrategia de “doble poder”, en el contexto de los esfuerzos estadounidenses por precipitar un “cambio de régimen”, y liderizada dentro y fuera del país por elementos de la ultraderecha venezolana, secundados por parte importante de una clase política antichavista que, muy a pesar de las permanentes disputas entre partidos y facciones, actúa bajo la tutela de Estados Unidos.
Tal situación de debilidad, sumado a la impopularidad de las medidas coercitivas unilaterales contra Venezuela (de la que incluso da cuenta una firma como Datanálisis, históricamente alineada con el antichavismo), y al creciente consenso global respecto de la necesidad de ponerle fin a las “sanciones” económicas que pesan sobre varias naciones del planeta (¡incluso el Financial Times!), han supuesto, entre otras cosas, un desplazamiento del protagonismo opositor hacia figuras que claman por un “acuerdo político” que le permita a Venezuela acceder eventualmente no solo al financiamiento de las multilaterales, sino a los multimillonarios recursos de la nación secuestrados por bancos extranjeros.
Entre estas figuras destaca la de Francisco Rodríguez, que en el pasado ha desempeñado el papel de “policía bueno”, polemizando con personajes como Ricardo Hausmann (3), asociados directamente a la ultraderecha venezolana, hasta cierto punto ideólogos de lo que sería la “línea dura” contra Venezuela, y que de hecho han asumido cargos de responsabilidad en la institucionada paralela promovida por Estados Unidos, como es el caso del mismo Hausmann.
No deja de llamar la atención la similitud entre la fórmula planteada por Francisco Rodríguez (“gobierno interino” con participación limitada de algunos integrantes del actual Gobierno venezolano, que perdería todo poder de decisión en materia económica, pero mantendría el control de la FANB) y el “Marco para la transición democrática en Venezuela” (4) hecho público por la Administración Trump el 31 de marzo, que supone la creación de un “Consejo de Estado” que cohabitaría con el Alto Mando Militar, gobernadores y alcaldes.
Con todo, las opiniones más recientes de Francisco Rodríguez, que incluyen un exhorto a la Asamblea Nacional para que disponga del dinero de la nación que permanece bloqueado ilegalmente en cuentas en el extranjero, con el fin de asistir a las familias de migrantes venezolanos, han sido objeto de duras críticas por parte de elementos vinculados a la ultraderecha.
Por su parte, el anuncio que ha hecho Donald Trump este miércoles 1 de abril, relativo al inminente despliegue de fuerzas militares en el Caribe para combatir a los “carteles de la droga” (5), previa calificación del presidente Nicolás Maduro como “narco-terrorista” (6), el pasado 26 de marzo, puede ser el preludio del bloqueo a las costas venezolanas, la tristemente célebre “cuarentena” por la que la ultraderecha venezolana viene clamando públicamente desde abril de 2017 (7).
Náufragos del neoliberalismo
Mientras policías buenos y malos echan mano de sus respectivas tácticas de negociación política, y Venezuela es capaz de mantener a raya al COVID-19, el neoliberalismo hace aguas en todo el continente, dejando ver todas sus costuras y miserias.
De momento, este último dato está lejos de ser una buena noticia: que el neoliberalismo haga aguas en medio de la pandemia, significa que nuestros pueblos, incluidos millones de migrantes económicos venezolanos y venezolanas en países suramericanos, pagarán el mayor costo, no solo en vidas humanas, sino con mayor desempleo y pobreza. Son los náufragos del neoliberalismo. Y el número va en aumento.
No debería sorprendernos que, en el corto plazo, la diáspora venezolana en Suramérica sea deliberadamente reposicionado como tema prioritario en la agenda política y mediática global, regional y nacional, de manera similar a como ocurrió en 2019, con motivo de las multitudinarias manifestaciones populares de carácter anti-neoliberal que sacudieron a varios países del continente. Ya hay señales que apuntan en tal dirección (8). Las elites gobernantes, ajenas a toda idea de nación suramericana, no tardarán en recurrir a los mismos chivos expiatorios, promoviendo conflictos intra-clase, apelando al chovinismo y a la xenofobia, para intentar disimular la completa ineficacia de sus políticas antipopulares.
Las diversas modalidades de cuarentena adoptadas por los países del continente han supuesto una suerte de frágil tregua forzada, que les ha permitido a varios gobiernos contener parcialmente la masiva contestación popular frente al neoliberalismo. En tal sentido, pudiera pensarse que la pandemia les ha dado la oportunidad de tomar un segundo aire. Nada más alejado de la verdad: el torpe manejo de la pandemia expondrá aún más a los gobiernos neoliberales. Tras la cuarentena, en las calles, nuestros pueblos, tal vez incluso el estadounidense, sabrán hacer lo que corresponde: continuar y profundizar la lucha ya iniciada y saldar las debidas cuentas.
Entonces, el neoliberalismo que hoy hace aguas se convertirá en una extraordinaria noticia.
Referencias
(1) Alertan situación sanitaria por Covid-19 en Guayaquil, Ecuador. Telesur, 31 de marzo de 2020.
(2) Organización Mundial de la Salud. Número de casos de COVID-19 en la Región de las Américas al 2 de abril de 2020.
(3) Reinaldo Iturriza López. Treinta años después del Sacudón, el neoliberalismo viene por la revancha. 27 de febrero de 2019.
(4) Departamento de Estado de Estados Unidos. Marco para la transición democrática de Venezuela. 31 de marzo de 2020.
(5) Remarks by President Trump, Vice President Pence, and Members of the Coronavirus Task Force in Press Briefing. 1 de abril de 2020.
(6) Remarks by President Trump, Vice President Pence, and Members of the Coronavirus Task Force in Press Briefing. 26 de marzo de 2020.
(7) Reinaldo Iturriza López. Cuarentena (II): Venezuela como experimento biopolítico. 6 de octubre de 2019.
(8) Emergencia sanitaria mundial por coronavirus agrava situación de migrantes venezolanos: Informe. Reuters, 1 de abril de 2020.
Fuente: Saber y Poder