UN GOBIERNO DE OPOSICIÓN

Por Jairo Fuentes | Dignidades desde la prisión

«Ya queda claro que la izquierda está en el gobierno pero la derecha sigue en el poder, y en algunos aspectos en el gobierno».

Colombia | 9 de julio de 2023

Cuando Petro ganó las elecciones para presidente, lloré de emoción y no me da vergüenza decirlo. Me sentí contento, también lo confieso, por una actitud revanchista: ahora la derecha iba a estar en la oposición, me dije; y hasta llegué a imaginármela marchando y atropellada por el SMAT.

En adelante, me dije, la izquierda no va a tener que responsabilizar a la derecha de las injusticias: miseria, desigualdad, desempleo, falta de educación, salud, vivienda; exclusión racial, cultural, política, entre otras tantas. El ministerio de la igualdad, la reforma a la salud, la reforma laboral, la reforma pensional, la reforma a la educación, el plan de desarrollo con enfoque territorial y de género, avizoraban un buen panorama. No era la revolución; pero, por algo se empieza. Lo importante, seguía pensando yo, era que la izquierda estaba en el poder y la derecha en la oposición.

Lo anterior obedecía al sistema democrático que rige nuestro país desde hace siglos -solo dos, pero al fin y al cabo dos ya son varios-, que nos hacen enorgullecernos de ser, después de los Estados Unidos de América, la democracia más antigua y más sólida del continente. Ese sistema democrático establece que quien está en el gobierno está en el poder y quienes no, están en la oposición.

Pero, muy pronto comencé a desencantarme de ese sistema y el primero que me llevó a eso fue el mismo Petro, cuando en su discurso ante el recién nombrado gabinete dejó claro que él no tenía el poder. Bueno, realmente yo ya lo sabía; pero aún así me dije, por lo menos está en el gobierno; algo se puede hacer desde allí. Así que, la derecha sí que es ahora la oposición y efectivamente la he visto marchando para protestar. Eso sí, el SMAT ni siquiera se aparece en sus manifestaciones y no es ese mi desconsuelo: al fin y al cabo hay que ser respetuosos con el derecho a la protesta y no porque la derecha no lo haya sido, la izquierda no se puede tomar la revancha de igual forma.

Claro, la izquierda también sigue marchando para apoyar al gobierno y una que otra vez para criticarlo, que eso no necesariamente es hacerle oposición; por eso, yo también he salido a marchar sin el temor de que el SMAT -ahora con otro nombre- salga a tirar gases a dar garrote y sacar ojos; aunque a las universidades si ha llegado a hacerlo, algunas veces por orden de la alcaldesa de Bogotá que tiene que cuidar «la imagen de la ciudad»

Ahora bien. Ya queda claro que la izquierda está en el gobierno pero la derecha sigue en el poder, y en algunos aspectos en el gobierno; la derecha, con su entelequia de los pesos y contrapesos y la división de poderes, le ha venido saboteando las reformas en el congreso y ahora vía judicial le van a tumbar la ley de paz total. La tal división de poderes no existe: la misma teoría del Estado moderno habla de «las tres ramas del poder». Son ramas; pero el árbol sigue siendo uno solo. Así que, se es poder o no se es. Punto.

En ese orden de ideas, considero yo, la oposición no se le hace solo a un gobierno sino al Estado, más exactamente al modelo y al sistema. Así que, aunque suene paradójico, el gobierno colombiano, al igual que otros del continente que dicen ser  de izquierda, realmente sigue siendo la oposición y la derecha sigue siendo el Estado y, no pocas veces también el gobierno.

En resumen, un gobierno de oposición; vericuetos, intringulis, meollos, enredos y particularidades de la nueva democracia y más precisamente de la latinoamericana.

Lo importante es no engañarnos: hay que seguirnos oponiendo, no solo hasta que la dignidad se haga costumbre sino hasta que el pueblo sea realmente el poder.

AMÉN