LA GUERRA LARGA, EL LIBRETO GRINGO Y EL PAPEL DEL PUEBLO

Por Guillermo Cieza

«El pueblo venezolano no es optimista porque sea superficial, es optimista porque tiene perspectiva histórica.  Y allí asienta su esperanza»

Reflexionando sobre lo que sucede en Venezuela, desde hace bastante tiempo he venido insistiendo en tres premisas que me parecen básicas.

–   Hay que prepararse para una perspectiva de guerra larga.

–  La derecha venezolana se ha evaporado como ente político, para convertirse en actor de reparto del libreto gringo.

–  El futuro del país va a depender fundamentalmente de lo que haga el pueblo chavista y el pueblo venezolano.

La guerra larga

La agresión imperial no empezó cuando el Presidente Nicolás Maduro pretendió renovar su mandato presidencial. En la memoria larga podría decirse que la historia de Venezuela ha estado signada desde el principio por una disputa muy fuerte con poderes imperiales que siempre la pretendieron como colonia.  Los poderes imperiales cambiaron, la historia dio idas y vueltas pero es indudable que en pleno siglo XX, en la década del 70, el país estaba considerado como un territorio colonial, como una nación formalmente independiente pero cuyas decisiones políticas y económicas se tomaban en Estados Unidos.  A finales de los 80 y principios de los 90, se producen dos hechos políticos a contramano de la inercia dominante. El primero es el Caracazo, una insurrección espontanea del pueblo, el segundo fue el alzamiento militar del 4 de febrero de 1992, dirigido por Chávez. Cuando esas dos irrupciones se encontraron nació el chavismo. La llegada de Chávez al gobierno sorprendió al imperio, pero desde ese mismo momento se inició la conspiración para derrocarlo. Y estuvieron a punto de tener éxito con el golpe del 11 de abril de 2002.  El fallecimiento de Chávez, inducido o natural, dio nuevo impulso a la conspiración que ahora se desencadenó contra Nicolás Maduro, un hombre con menos espaldas políticas que el Comandante, y seguramente menos talento, pero que ha demostrado una valorable decisión de no rendirse. El conflicto con el imperio es de larga data y no tiene un final inmediato porque no está en juego el destino de un puñado de gobernantes y jefes militares, sino la vocación profunda de un pueblo de ser soberanos, vivir en paz y ser felices. Hoy es un punto de inflexión. La continuidad del gobierno de Nicolás Maduro fue el resultado de elecciones democráticas, pero aun pensando en una derrota transitoria, la guerra seguirá en pie.  Pensando en esos escenarios, el espejo puede ser Siria, donde el gobierno pudo recuperarse frente a golpes muy duros y pérdidas transitorias de territorio; pero también puede ser Irak, donde cayó el gobierno pero Estados Unidos no pudo ganar la guerra.

«Con la misma falsía que utilizaron los españoles que disfrazaron la invasión saqueadora de «misión evangelizadora», la invasión dirigida por Estados Unidos se disfrazará de `Intervención humanitaria´». 

Libreto gringo y actores de reparto

La interrupción de la ronda de negociaciones en Dominicana en 2017, por una llamada del Secretario de Estado estadounidense,  Rex Tillerson,  significó la acta de defunción de la autonomía de la derecha venezolana.  De allí en más la historia de la oposición venezolana se divide entre quienes se prestan como actores obedientes del guión gringo y los que, no sabiendo donde ponerse, apoyan bajo protesta. Podría asegurarse que la última rebeldía la protagonizó Henri Falcón, presentándose a las presidenciales con los resultados conocidos. Acorde con la baja calidad del guion, sus intérpretes son autores de reparto. Personajes que cuesta encasillar como dirigentes políticos burgueses.  De esta condición es Juan Guaidó, pero también es Jair Bolsonaro o Iván Duke, el presidente de Colombia. A modo de ilustración, en la Argentina me parece excesivo compararlos con Mauricio Macri. Son más parecidos al diputado salteño Alfredo Olmedo. Cuesta encontrar en la historia moderna un ramillete de dirigentes de esa calaña, salvo en los albores del nazismo.

El libreto gringo se ha venido ejecutando desde la orden de abortar las negociaciones con el chavismo en Dominicana, sin prisa, pero sin pausa y con objetivos claros: erradicar el mal ejemplo de un gobierno que no los obedece y quedarse con las mayores reservas petroleras del planeta. Ha sido parte de ese guion: sabotear las elecciones presidenciales de 2018,  ejecutar sanciones económicas  que incluyen bloqueos de fondos, intentar asesinar a Maduro con drones, promover sanciones políticas desde la OEA, intentar crear un Tribunal Superior de Justicia en el exilio, desconocer los resultados de las elecciones presidenciales,  elegir un «presidente encargado» en una farsa grosera, apoderarse de la refinería CITGO y de la red de venta de combustibles de PDVSA en Estados Unidos, robar reservas de oro depositados en Inglaterra, etc, etc. Alguna de esas maniobras fracasaron como sucedió en la OEA donde perdieron la votación para imponer al representante de Guaidó, o en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, donde quedaron en minoría. Tampoco consiguieron que las fuertes presiones quebraran a las Fuerzas Armadas y se produjera un golpe militar que derrocara a Maduro. Pero siguieron avanzando y hoy todo parece indicar que apelarán a la intervención directa para tratar de resolver el detalle de que Guaidó no gobierna un centímetro de territorio venezolano.  Con la misma falsía que utilizaron los españoles que disfrazaron la invasión saqueadora de «misión evangelizadora», la invasión dirigida por Estados Unidos se disfrazará de «Intervención humanitaria».    

Sobre el papel del pueblo

El pueblo chavista jugó un papel extraordinario en la llegada de Chávez al gobierno y en la resistencia al golpe de 2002. Pero hubo otras batallas ganadas, como las derrotas de las guarimbas en 2017, en que la batalla fue ganada por el conjunto del pueblo venezolano que aisló a los grupos de la derecha y fue a votar para elegir a la la Asamblea Constituyente. En medio de amenazas y trancas, votó en esa elección (que era no obligatoria) el 41% del padrón. Allí no hubo exclusivamente votos chavistas. La Constituyente que denostó la oposición venezolana, el Imperio, fue un acierto de Maduro en una línea de vinculación con el pueblo que no ha sido el fuerte de su gestión.  Sintetizando, creo que su mayor error ha sido olvidar que así como el chavismo nació de un encuentro, su mayor potencialidad se expresa cuando ese encuentro entre gobierno y pueblo (que incluye a sus movimientos populares y organizaciones comunales) se hace efectivo. 

«El broche de oro de esta «asesoría progresista»  lo puso el PSOE español reconociendo a Guaidó y desnudando su verdadera esencia» 

Sobre el punto advierto el daño terrible que han hecho a Maduro y su gobierno los asesores socialdemócratas  asegurándole que si el «progresismo», sustituía a la Revolución, seguramente le iría mejor. Así fue que el Líder «pata en el suelo» fue reemplazado por «el Protector»  y el moribundo Viejo Estado renació para ahogar a las Comunas.  El broche de oro de esta «asesoría progresista»  lo puso el PSOE español reconociendo a Guaidó y desnudando su verdadera esencia. Son el torturador que se disfraza de bueno.  

Las apelaciones al dialogo y los fondos provistos a la burguesía local y «empresarios amigos»  para que garantice el abastecimiento de alimentos, medicamentos y productos de higiene a la población, ha caído en manos de quienes no hacen apuesta alguna a la continuidad del chavismo en el gobierno, o en los que solo ven esa continuidad como una «oportunidad de negocios». 

Ha sido el pueblo chavista y en particular las mujeres de los barrios populares el principal sostén del chavismo. Han sido los pequeños productores agropecuarios y las comunas agrícolas quienes proveen la mayor parte de los alimentos que llegan a la mesa de los venezolanos. Son ellas y ellos, el pueblo chavista y el conjunto del pueblo venezolano la mejor carta de triunfo para resistir la nueva ofensiva imperial.  

La mística y los hechos

Participo en distintos grupos de wassap con compañeros y compañeras venezolanas y por allí circulan noticias de acontecimientos muy valiosos como la última batalla productiva que se realizó en la Comuna el Maizal, pero también algunas fantasías que ayudan a elevar la mística, pero tienen poco sustento.

«Nadie reemplazará al pueblo venezolano y al ejército venezolano en la heroica tarea de defender su territorio»

Advierto que en ámbitos diplomáticos ha sido importante el papel de China y Rusia, lo que contribuyó a ganar la votación en el Consejo de Seguridad. Tomo nota de que el ejército venezolano ha mejorado su capacidad defensiva adquiriendo armamento de origen ruso. De allí a suponer que grandes potencias como las mencionadas se involucren en un conflicto directo en el terreno me parece que tiene más que ver con los deseos que con lo que sucederá efectivamente. O poniéndolo en otros términos, nadie reemplazará al pueblo venezolano y al ejército venezolano en la heroica tarea de defender su territorio.

Con respecto a otras alianzas y apoyos, creo que actitudes como las de los gobiernos de México y Uruguay  hacen la diferencia deslindándose de  posiciones vergonzosas de cipayismo. No habría que esperar mucho más que su pretensión de no pasar a la historia como cómplices serviles de una nueva agresión imperial.

Las Fuerzas Armadas Venezolanas han demostrado hasta el momento un gran espíritu de cuerpo y resistencia a la política imperial cuyo plan «A», ha sido hasta el presente  promover un golpe de Estado cívico-militar para derrocar a Maduro. Pero hay que ver lo que sucede cuando esa unidad sea tensionada por combates directos, frente a fuerzas con capacidades militares superiores. Seguramente hay un sector del ejército dispuesto a acompañar al pueblo en una resistencia larga y heroica. Pero también habrá deserciones, oficiales tentados por amnistías que le permitirían mantener lo acumulado en hechos de corrupción, etc.

Finalmente en lo que hace a la solidaridad internacional creo que nuestro país nos ilustra sobre las características de ese apoyo. Entre las fuerzas de oposición al gobierno de Macri, ya hubo dirigentes como Sergio Mazza y  Miguel Ángel Pichetto que se apresuraron a reconocer a Guaidó, otros y otras que se mantienen en silencio, y una buena parte de la izquierda ha decidido protestar formalmente contra el golpe de Estado en Venezuela  (la mayoría en la cocina de sus casas), pero no están dispuestos a ir más allá «por sus diferencias con el gobierno de Maduro».  El costado tragicómico lo aportó el MAS, que convocó a una movilización contra el golpe de Estado,  con la propuesta de convocar en Venezuela a una nueva Asamblea Constituyente, «porque la última fue convocada como si fuera una Convención Partidaria», un párrafo que parece extraído directamente de los materiales de propaganda de la derecha venezolana. Quienes hoy se movilizan y se animan a defender en medios de prensa el derecho a la autodeterminación del pueblo venezolano y se definen contra la agresión imperial son, exclusivamente, un sector de la izquierda independiente y un sector del kirchnerismo. Con distintos argumentos,  buena parte de las fuerzas políticas que se proclaman antimperialistas han elegido cambiar de conversación.

«Una parte muy importante de ese pueblo se siente parte de un relato histórico y de una epopeya nacional, donde se inserta la lucha de clases»

Mi apuesta al pueblo venezolano no es puramente racional o emotiva. Es sentipensante. Creo y siento que la gran diferencia del pueblo venezolano con el de otros países latinoamericanos es que una parte muy importante de ese pueblo se siente parte de un relato histórico y de una epopeya nacional, donde se inserta la lucha de clases. No hay ruptura. Y desde esa continuidad se puede comprender la insurrección de Guaycaypuro y la cacica Urimare; las demandas de los alzados con Boves, los sueños de Bolívar y Juana La Avanzadora, la rebelión campesina de Zamora, las guerrillas de los 60, la llegada del chavismo. Y desde esa inserción histórica, las batallas a librar serán jalones nuevos de la vieja guerra. Por mérito exclusivo del imperio y sus alcahuetes volverá a haber guerra en América Latina. Y el pueblo chavista y el pueblo venezolano se van a defender.

El pueblo venezolano no es optimista porque sea superficial, es optimista porque tiene perspectiva histórica.  Y allí asienta su esperanza.

5 de febrero de 2019