Mujeres en Venezuela 6. Carola Chávez

Por Guillermo Cieza

«El antichavismo es el símbolo de status más barato de todos»

 

¿Puedes presentarte?

Me llamo Carola Chávez, tengo 54 años, dos muchachas, dos perros, dos gatos y seis morrocoyes (tortugas). Soy escritora, nací en Caracas y desde hace 13 años vivo en Margarita.

Eres pariente de Chávez, no del Comandante sino de algún otro Chávez que te dio su apellido. Cuéntanos un poco de tu familia.

Soy hija de José Rafael Chávez, economista, profesor universitario, gran contador de chistes y de Beatriz González una mujer rebelde, criada para ser esposa y madre. Una mezcla explosiva que tuvo como tres hijos rebeldes y un divorcio de novela.

Vives en Margarita desde hace muchos años. Supongo, por la historia de esa tierra, por la economía, por su condición insular, que debe existir algo que hace diferente a los margariteños del resto de los venezolanos. Además de lo más obvio, que es el hecho que fue uno de los pocos Estados donde la mayoría votó a la oposición para gobernador. ¿Existe una identidad margariteña? ¿Algo que tú podrás decir que solo puede ocurrírsele a una margariteña?

Yo no soy Margariteña, soy lo que llaman aquí Navegao, alguien que vino de tierra firme para quedarse. Y sí, los margariteños tienen lo que ellos llaman orgullosos la margariteñidad, que es una mezcla de muchas cosas, casi todas muy bonitas, y otras que, a los que venimos de Caracas, nos parecen un tanto raras. Hasta que nos quedamos unos años aquí y nos acostumbramos. Los Margariteños son amables, generosos, muy echadores de vaina, tienen chistes para todo y una chispa maravillosa (ese sentido del humor rápido, hacen chistes al vuelo). Como todos los orientales son rápidos para hablar y lo hacen con mucha picardía. Son unidos entre ellos y su familia se extiende al pueblo entero. Aquí todos son compadres, primos, hermanos… Y para ellos nada es mejor que lo margariteño. Y algo tiene Margarita, que siendo una isla pequeña le ha parido al país decenas de grandes poetas, músicos, pintores, escultores… Algo tiene esta isla que es inspirador.

En mi país la izquierda tiene dos grandes divisiones; unos dicen: mi posición política es aquella que seguramente me permitirá obtener un cargo en las próximas elecciones, y los otros dicen: mi posición política es como la que tú me vas a contar, pero un poco corrida a la izquierda, por lo que será imposible que tengamos coincidencias. Por algunas cosas que me han contado la izquierda venezolana de los años 70 y 80 era bastante parecida a la argentina. ¿Qué fue lo que cambio con la irrupción de Chávez en la izquierda y en la política venezolana?

Yo no era de izquierda antes de Chávez, era tan poco de izquierda que lo único que sabía eran los cuentos de mi papá cuando era un militante de izquierda y desde que el chavismo se ubicó en la universidad y peleaba contra la dictadura de Pérez Jiménez. De la izquierda supe cuando llego Chávez y desde cuando el chavismo se ubicó del lado izquierdo de la política. Pero a la izquierda tradicional, de toda la vida, aprendí a verla con cierto recelo, tal vez con el mismo recelo que desde allí nos miran a los chavistas. Parecería que nos estuvieran midiendo bajo la lupa revolucionaria y, parecía que había una receta que nunca cumplíamos al pie de la letra y eso parecía ser una especie de pecado y nos convertía en gente sin formación ideológica o peor, en socialdemócratas vestidos de rojo. Muchos compañeros de los partidos de izquierda se incorporaron al partido de Chávez, algunos decidieron mantenerse en los suyos y Chávez los incorporó entonces al Gran Polo Patriótico. Desde ahí nos hemos venido acompañando, haciendo malabares con el toquecito de soberbia de algunos compañeros del histórico Partido Comunista que parece que todo el tiempo nos están perdonando algo. Ahora van y me dicen anticomunista por decir estas cosas y en esta discusión no entro más porque me da mucho sueño.

«La religiosidad en Venezuela no es tan religiosa como cultural»

En Venezuela la religiosidad ocupa un lugar destacado en la cultura popular. Hay para todos los gustos: católicos, evangélicos, santeros, islámicos, budistas, adoradores de la pachamama, etc. y es frecuente ver en las movilizaciones chavistas que cada cual saque a sus santos a la calle, o, por el contrario, que en las movilizaciones religiosas se presente la política. Tomas Moro decía que en la Isla de la Utopía nadie se peleaba por asuntos religiosos. Y como sospecho que Moro se inspiraba en los caribes, supongo que esa diversidad y tolerancia religiosa que caracteriza a los venezolanos, viene de sus raíces. También podría suceder que esa diversidad y tolerancia haya sido producto de la debilidad de quienes trataron de imponer en materia de religión una concepción fundamentalista: la religión cristiana o el ateísmo. Estoy mucho más seguro de lo que veo, que de las razones por lo que esto ocurre. ¿Qué opinas al respecto?

La religiosidad en Venezuela no es tan religiosa como cultural. Los santos los celebramos porque cada pueblo tiene su santo y cada santo tiene su fiesta, y somos muy alegres y fiesteros. De las religiones tomamos lo bueno, lo bonito; el pecado, el infierno y todo el remordimiento que nos producen los pecados capitales, que no son pecados sino placer y gozo, casi todos ellos, a esos los dejamos a un lado. La religiosidad nuestra es irreverente, como nosotros. No podía ser de otra forma. La religiosidad es identidad. En Margarita, por ejemplo, la patrona es la Virgen del Valle y todos los margariteños aman a su virgencita. Conozco a ateos que se han defendido airados cuando otro ateo de afuera se ha burlado de nuestra Virgen.

Me ha ocurrido en tu país que por ser blanco y tener ojos verdes, los escuálidos suponen que soy de derecha y me abordan en el metro o en las calles para hablar mal del gobierno. Si además se enteran que soy argentino no dejan de elogiar nuestros «excelentes gobernantes» como Videla y Macri, lo que demuestra que son brutos, pero no les falta capacidad de asociación. Esos incidentes me han llevado a sospechar que en Venezuela además de lucha de clases, hay lucha de razas. ¿Te parece que es así, o estoy exagerando?

No es exagerado, aunque el asunto de las razas está muy mezclado aquí, ya que si eres negro, pero tienes dinero no eres tan negro. Pero sí hay mucho de racismo en esta lucha. Fíjate que a Chávez desde la oposición le decían el zambo pretendiendo que aquello fuera un insulto. Lo loco es que muchos de los que lo llamaban zambo eran tan o más zambos que él. Entonces con la llegada de Chávez vimos el fenómeno del endoracismo, es decir, negros llamando negro al negro que no podía ser presidente, porque los presidentes son blancos, y toda esa negación y auto desprecio se convirtieron en un símbolo de status: el antichavismo es el símbolo de status más barato de todos. Basta decir que no eres chavista y dejas de ser parte de esa parranda de negros, brutos y sin dientes, sin aspiraciones, que se supone que somos. Y si alguien de clase media como yo, es chavista y revienta todos esos preconceptos donde el antichavismo refugia su soberbia, te descartan y te dicen que lo haces por dinero, o porque odias a tu tía del Opus Dei, o qué sé yo.

«Brillar después de Chavez es casi imposible»

Hay un texto tuyo que me pareció magnífico sobre los zapatos de Chávez. En un texto posterior compadecías al presidente Maduro frente a la responsabilidad de caminar con ellos. Ya hace más de cinco años que Maduro está caminando con los zapatos de Chávez ¿Que evaluación haces de su gestión?

Hace poco escribí un texto que se llama Nicolás, donde digo todo lo que pienso de mi presidente. Allí decía que, quizás, si lo hubieran dejado tranquilo hubiera sido un Presidente gris, porque . Pero el enemigo le empujó y Nicolás a empujones se fue creciendo con mucha valentía, con mucha astucia y con mucha humanidad. Yo no tengo sino palabras de respeto y admiración hacia él, aunque en estos tiempos, eso no parezca estar de moda. La moda y yo nunca hemos congeniado.

En Venezuela cuando se aplica la política de «vamos viendo y como vaya saliendo» la explicación es: «porque somos caribes»; cuando el pueblo resiste situaciones de extremo padecimiento sin perder su alegría y su optimismo, la explicación es «porque somos caribes»; cuando en las familias se expresa un enorme respeto por los ancianos y un gran apoyo a los discapacitados, me dicen «es porque somos caribes»; cuando veo compartir la única arepa que hay en la mesa me dicen «somos caribes»; cuando el pueblo de golpe se levanta y se rebela, sin importarle los riesgos y poniendo en juego su propia vida, como hizo en el Caracazo, o el 13 de abril de 2002 me dicen: «somos caribes». ¿Me puedes explicar, qué es eso de ser caribe?

Es simple, es ser venezolano. Tenemos un desenfado y una irreverencia mezclada con alegría que nos borra los límites de lo imposible. Nada es demasiado difícil, demasiado triste, nada es demasiado pesado. Encontramos el modo de hacer las cosas, de superar dificultades sin perder la sonrisa, la chispa, la «jodedera». Aquí los mejores chistes los escuchas en las funerarias. Parece que la forma que encontramos para enfrentar al dolor más doloroso de la muerte es contándonos chistes en la madrugada mientras velamos a nuestros muertos. Parece que no estamos hechos para la tristeza sino para la alegría. A todo le damos vuelta, a todo le conseguimos acomodo, nada nos va a amargar la vida. Esa es nuestra gran virtud, aunque no falta quien diga que es nuestro gran defecto.

«Nos hablan de DDHH mientras en Colombia caen líderes asesinados cada día»

En los años 90, nos llegó la noticia de fuentes serias, eurocéntricas, de que el Imperio había dejado de existir. Ante tales acontecimientos no nos quedaba más que mandar al cuarto de los corotos inservibles la Bandera, la Patria, la historia nacional, a San Martin, Juana Azurduy, Artigas, Bolívar, Juana la Avanzadora y al Himno Nacional, para que, libres de mochilas, pudiéramos asumir la post-modernidad. Sin embargo, ustedes los venezolanos, quizás porque son caribes, se han empeñado que el Imperio existe. ¿En su vida cotidiana, tienen alguna prueba, alguna comprobación científica de la existencia del Imperio?

Cada mañana. Cuando reviso la prensa y veo a los voceros de los EE UU en coro con los voceros de Europa y sus perritos falderos de nuestro continente, ladrando falsedades contra nuestro país y hablan de una violencia y represión que por la puerta de mi casa no está pasando. Y nos sancionan por esa represión dictatorial y nos hablan de DDHH mientras en Colombia caen líderes asesinados cada día en un sangriento goteo que no tiene voceros gringos ni europeos que levanten la voz y digan basta. Y veo el mismo patrón repetido. Y nosotros resistiendo, y mientras más resistimos, más pierden el pudor y ya no hay disimulos. Si alguien no cree que el Imperialismo existe, que se asomen en la historia reciente de Venezuela y lo verán cerquita con sus colmillos afilados, respirándonos detrás del pescuezo.

Los y las margariteñas están doblemente jodidas. Están jodidos por el Imperio por pertenecer a un país que quiere ser soberano y encima socialista, pero también están jodidos por querer castigar los errores del gobierno chavista, votando a la oposición. Cuéntanos como se vive un día en Margarita.

Vivir en una isla tiene sus limitaciones y en una isla pequeñita más. Pero nunca es tan jodido vivir en una isla como vivir en una ciudad como Caracas. En Margarita el hambre es relativa, porque el mar está lleno de comida. Las sardinas han salvado muchas veces al pueblo margariteño. El agua es otro lío porque viene de tierra firme, pero nos acostumbramos a cuidar la que nos llega y la estiramos. En Caracas se va el agua y aquello es un infierno. Yo soy caraqueña y vivo en la Isla, porque es más sabroso, más tranquilo, más bonita, más sencilla la vida.

He leído recientemente un texto tuyo donde desnudas la decadencia política de Pepe Mujica y no pude menos que acordarme de la historia de un hombre de mi pueblo que habiendo sido peluquero y socialista le pagaron su apoyo al golpe gorila del 55, permitiéndole su ingreso al Rotary Club. Creo que esos intelectuales que salieron a pedir al Presidente Maduro que «cesara la represión» cuando el país fue ensangrentado por las guarimbas organizadas por las bandas fascistas de la derecha, se parecen a Mujica y al peluquero de mi pueblo. ¿Has advertido que si sigues escribiendo textos como el de Mujica nunca serás premiada en Europa, ni convocada a dictar seminarios en prestigiosas universidades, ni mencionada por los grandes medios de prensa, ni conocerás Paris, ni escribirás en La Jornada, y acabaras tus días inédita en idioma inglés? ¿No te pesa?

No. En todo caso, me pesaría enormemente que mi firma saliera en algunos de esos manifiestos de intelectuales de izquierda contra Gadaffi o contra Bashar Al Assad, como pasa con las prestigiosas firmas de «grandes» intelectuales de izquierda que prefieren que la OTAN destruya a un pueblo entero para que no tengan que padecer gobiernos que no son marxistas-leninistas. Hubo algunos que discutían, ante la amenaza contra Libia, que hoy sabemos cómo acabo, que era mejor que la OTAN derrocara a Gadaffi, para que luego pudiera haber una verdadera revolución de izquierda en ese país. No. No me pesa ni un poquito.

En algunos de tus textos hablas de tu marido. Siempre me ha llamado la atención cómo en la lista de los sueños de las mujeres venezolanas casarse sea importante, pero contradictoriamente no se ven muchas mujeres con marido. En mi país la pregunta obvia, la que le hacen a las artistas en las revistas de la farándula, es ¿por qué estas sin pareja? Aquí, no porque seas una artista de la farándula sino porque eres una escritora reconocida, corresponde preguntarte: ¿por qué tienes marido?

Tengo marido no porque soñara tenerlo. Yo era una de las pocas muchachas de mi clase que quería ser soltera. El cuento es que el amor existe y a mí me tocó el premio gordo en esa lotería. Mi Gordo es todo lo bello y bueno que no le pedí a la vida.

«Yo soy caribe y no puedo sino ver un futuro bonito para mi país»

Dicen que los escritores y los poetas tienen la posibilidad de ver un poco más lejos. No sé si es cierto eso porque dicen lo mismo de los astrónomos, los historiadores, los economistas, los filósofos, los aviadores, los astronautas, los astrólogos y los que usan larga vista. Pero suponiendo que sea cierto. ¿Cómo ves el futuro de Venezuela?

Yo soy caribe y no puedo sino ver un futuro bonito para mi país. Nos veo remontando esta difícil cuesta, nos veo mirándonos asombrados de nuestra proeza, nos veo cagándonos de risa y quitándole importancia, como si vencer al Imperio oootra vez, fuera una tontería. No sé sino ver cosas buenas, y querer cosas buenas para mi país. No sé sino pelear por ellas.

Margarita, 1 de agosto de 2018