«El socialismo cubano está basado en el consenso y en ciertos cambios que se dieron en la sociedad que son intocables e inalienables. Por ejemplo, la tierra es de quien la trabaja, no hay propiedad extranjera ni del suelo ni del subsuelo. Eso forma parte del suelo del consenso cubano. Que la salud pública es gratuita, que la educación pública también. Y que no son dádivas sino derechos».

13 de marzo de 2025

Enero de 2024. Desde el Centro Memorial Martin Luther King, en el barrio Marianao, nos desplazamos hasta Playa. Moverse en transporte público en La Habana no es tarea fácil en estos tiempos. Aunque tenemos un trecho, optamos por llegar caminando. A la hora acordada tocamos el timbre del edificio de 3 pisos donde vive Esther. Baja a recibirnos. No podemos dejar de sentir nostalgia al recordar que la última vez que estuvimos en este lugar y llamamos a esta casa, fue en 2016, para entrevistar al compañero de vida de Esther, Fernando Martínez Heredia. Antes de aquella entrevista, la conocimos brevemente. «A ella es a quien deberían entrevistar», nos sugirió Fernando mientras Esther se perdía al fondo de la casa prometiendo no molestar durante la filmación.

Unos años después, junto a la mesa de una salita en el fondo de esa casa, tomamos café, conversamos durante horas y cumplimos con la tarea encomendada y recomendada no solo por Fernando, sino por las muchas voces que algo saben sobre la historia, el pensamiento y la educación de este país. No cualquier educación. La Educación Popular, que Esther Pérez ha desarrollado con pasión en Cuba.

«Nuestras entrevistas son audiovisuales Esther», le comentamos dispuestos a sacar nuestro equipo. «No me hagan eso, no me gustan las cámaras», comenta divertida. Sin cámaras pues.

Vamos a empezar como siempre, preguntando algo que rara vez solemos pensar y que posiblemente sea la pregunta más difícil de la tarde que compartimos. ¿Quién es Esther?

He sido muchas cosas. Maestra; cuando terminé la universidad presté servicio social en un pueblo en el extremo occidental de Cuba que se llama Sandino atendiendo al destacamento pedagógico -un proyecto del cual podemos hablar en otro momento-. Estuve allí un par de años. Después trabajé en el Centro de Investigación de La Habana y fui hasta Nueva York como diplomática. Estuve trabajando cuatro años en la Misión de Cuba ante Naciones Unidas, luego regresé y pasé por el Ministerio de Cultura para nuclear en la Casa de las Américas donde trabajé hasta que la educación popular me sacó de allí durante el periodo especial. La Casa de las Américas es un proyecto sobre todo de relaciones internacionales culturales y fui a ver a Roberto [Fernández Retamar] para explicarle que quería dedicarme a hacer educación popular, porque además quería evitar estampar una silla en la cabeza al próximo extranjero que me preguntase qué iba a pasar con Cuba en los próximos seis meses. En ese momento necesitaba una trincherita donde meterme y apareció el Centro Martin Luther King. Me fui allí en principio por un año y ya nunca más me fui. Así que en pocas palabras Esther Pérez, educadora popular, de vida ajetreada y 74 años ahora, enero 2024.

Qué bonito eso de la vida ajetreada. (Risas) Justamente estamos aquí por la educación popular. ¿Podríamos hacer un intento por expresar cuáles son los caminos de la educación popular en la actualidad en Cuba y América Latina?

Pienso que hay un denominador común para Cuba y América Latina. Aparte de las guerras, hay una guerra cultural en curso desde hace bastante tiempo. Una guerra cultural en la cual se pretende idiotizar a las personas por diversos medios que van desde los medios digitales de las grandes plataformas hasta la droga, la diversión insulsa, la banalización de la vida y lo que Fukuyama llamó el fin de la historia que hace que cualquier rebeldía contra eso no tenga sentido. Esa guerra está en curso y se libra también dentro de cada uno de nosotros, no es solo una guerra externa, también es una guerra interna. Cada uno llevamos los valores introyectados por el capitalismo; y algunos llevamos también valores de una utopía, un sueño, un ideal, la búsqueda de otra cosa. Pero esa pelea está dentro de nosotros mismos, yo creo que el camino de la educación popular hoy en día en Cuba, en América Latina y en todas partes es precisamente contribuir a pelear esa guerra, haciendo que las personas sean cada vez más dueñas de los procesos políticos y sociales donde están involucradas haciendo que desmitifiquen la realidad, que logren ver las contradicciones reales del mundo, que logren ver el capitalismo -que ya ni siquiera se logra ver el capitalismo con claridad-. Me parece que ese denominador es común, es para todos. Dentro de eso, claro, hay diferencias. Hay diferencias dadas por los niveles de instrucción de los involucrados, dadas por características nacionales, dadas por los procesos políticos que se viven en cada país, etc. Pero yo creo que esa es la gran tarea de la educación popular hoy, y viene siendo la gran tarea de la educación popular desde hace tiempo.

¿Y si preguntáramos algo así como qué es eso de la Educación Popular?

La educación popular no son técnicas, aunque se sirva de técnicas. No es una metodología aunque se sirva de una metodología. La educación popular es una forma de concientizar a grupos sociales acerca de las contradicciones reales y las relaciones sociales en las cuales están involucrados.

Es quitar telarañas y concientizar a la gente acerca de que el racismo es una relación social histórica, que el sexismo lo es, que el capitalismo es histórico, que el socialismo también es histórico y que por tanto será superado, y que cada uno de nosotros nos movemos en el mundo con esas contradicciones y esas relaciones sociales. Para mí eso es la educación popular, concientizar. Yo creo que la concientización como la describe Freire sigue siendo un centro de la educación popular.

La tarea de concientizar, es un espacio donde se expresan los conflictos, ¿no?

Esa es la manera, esa es la vía. Cuando haces educación popular con grupos partes de que los conflictos que encarna ese grupo salgan a la superficie. Ahí está la técnica, la metodología, la manera de hacer, para que sean visibles y por tanto sean analizables, y por tanto sean superables. Eso es educación popular.

En este recorrido que hemos realizado por Matanzas, Santiago de Cuba, Guantánamo, etc. hemos tenido un ratito de compartir con la Red de Educadores y Educadoras Populares, y creemos que tiene un papel fundamental. ¿Cuál es el peso, la importancia que tú le das en estos momentos?

Te refieres a la red que auspicia el Centro Memorial Martin Luther King (CMMLK).

Me parece muy importante y también me parecen muy importantes otros esfuerzos que se hacen por fuera de la red. No hay que pensar que solamente la Red encarna la educación popular cubana. Hay gente que trabaja por fuera o colabora o hace su trabajo con independencia de la red y me parece sumamente importante. En este momento el gobierno cubano ha tomado conciencia de la importancia de la educación popular, lo cual amplifica las posibilidades de la red en los territorios dado que cuentan con audiencia, apoyos y la comprensión acerca de lo que están haciendo. Salir del CMMLK y encarnar por todo el país me parece estratégico.

Imagino que habrá cosas que le preocupen.

Hace unos años decidí que tenía que salir del trabajo de la educación popular del centro,  decidí eso porque veía que descansaba demasiado en mi persona, y que si la educación popular iba a prosperar tenían que ser otras personas con otras ideas las que llevaran adelante el trabajo. Creo que fue una decisión correcta. Me retiré a hacer trabajos en colaboración, y dejé de ser el personaje central de la red de educadores populares del centro. Entonces hay decisiones que me choquean, porque son las decisiones de otros y no las que yo hubiera tomado o tomaría. Hay momentos en que haría las cosas al revés de como se hacen, pero hay que ver cómo salen al derecho.

Siento que hay que priorizar el trabajo de base. El trabajo de base es fundamental y a veces me chirría un poco que se piense demasiado en lo estructural y poco en la base. Por tanto creo que los territorios están haciendo un papel fundamental, porque están ahí y están trabajando con la base.

Esther Pérez. Foto cortesía de Magdiel Sánchez

Hablábamos de cómo la educación popular ayuda a expresar los conflictos. ¿Cómo se expresan los conflictos en Cuba? ¿Cuáles son los grandes retos de la Revolución cubana?

Los retos de Cuba hoy son muchos. Cuba tiene muchos problemas, en realidad todo el mundo tiene muchos problemas hoy. El mundo esta en unas condiciones…, en primer lugar no va a durar mucho, si siguen por este camino el mundo no va a durar mucho porque nos estamos comiendo el planeta a la velocidad de un rayo, de manera que dentro un siglo no sé cómo podrá ser la vida, me da mucha pena sobre todo por los niños y los jóvenes porque la herencia que les vamos a dejar es una tremenda porquería. No hay freno. En ese sentido todo el mundo está mal. Añádele que con la proliferación de las guerras, desde Rusia-Ucrania, a Israel-Gaza a los llamados conflictos de baja intensidad, Comando Sur en Ecuador, Yemen, Sudán donde hay seis millones de desplazados, la población de un país…

Se sufre una crisis mundial. Ya son varias crisis, la ambiental, la económica, la política y crisis sociales. En Cuba se han sentido todas esas crisis. Este es un pequeño país sin fuentes de energía que valga la pena mencionar, con una economía sumamente abierta, que tradicionalmente ha importado la mayor parte de lo que se come, entonces en esta situación lo que la gente siente es carestía, hay un proceso inflacionario y carencias de algunas cosas, es una crisis más dura que la del periodo especial, porque en el periodo especial no se afectó la salud, ahora se ha afectado la salud, hay una falta de medicamentos tremenda. Y aunque los médicos están ahí, y los hospitales no cierran, de pronto te falta omeprazol y qué haces. Súmale a eso que los EEUU han aprovechado esta coyuntura para apretar las tuercas hasta el final, o sea ya no se trata del bloqueo, hoy Cuba está en la lista de los llamados países terroristas, no tiene el crédito con el que opera cualquier economía y hay que pagar en cash. Además hay una guerra cultural brutal, como nunca. Transmisiones, internet, sitios web, noticias falsas, lo que quieras, y hay gente susceptible. Estamos en un momento sumamente crítico, por eso creo que hay que trabajar más. Cuando estás en un momento crítico o te rindes o pataleas, y yo creo que hay que patalear todo lo que se pueda. Hay que insistir en el trabajo de educación popular, hay que insistir en la formación política, hay que insistir trabajando en la base. Son símbolos de esperanza en medio de una situación muy difícil.  

Ustedes la tienen dificilísimo también, cada uno a su manera, ¿dónde viven ustedes en España?

En Castilla la Mancha, Albacete, tierras de Quijotes y dulcineas, ajos, olivas y papas. Es una tierra llana, una estepa marrón, pequeñas llanuras. De trigales y sol. De familias deprimidas y rebeldías apagadas. De nobles que tienen la propiedad de la tierra. Sigue siendo un lugar de pelea y disputa, pero el terror fascista quedó instalado y se hace ver en lo rural antes que en las pequeñas urbes, más cosmopolitas. En el interior de las casas habitan historias increíbles. 

Hace poco vi un documental terrible del monumento de los caídos que mandó hacer Franco, y cómo lo llenaron de cadáveres incluso republicanos y sin consentimiento de las familias para llenar el valle.

Una mezcolanza de lo que fue la monstruosidad de la Guerra de España. A nosotros nos cuesta llamarla Guerra Civil, creemos que no es una denominación adecuada porque fue una guerra de unos mercenarios contra un pueblo y un gobierno legítimo, donde intervinieron potencias extranjeras, brigadistas internacionales que lucharon contra el fascismo… por tanto tuvo una dimensión internacional.

¿Ustedes saben que Cuba fue el país que mandó más voluntarios?

Por casualidad hace unos días fuimos a parar a la Fundación Alejo Carpentier y uno de los compañeros que nos recibió nos dijo que estaban haciendo una investigación sobre los brigadistas que fueron para apoyar desde Cuba a España. Que estaba costando mucho porque cuando pasaron por la Unión Soviética a muchos los registraron como españoles para no seguir ampliando la cifra de brigadistas.

Hubo cubanos en la toma del cuartel de la Montaña en Madrid. Gente que estaba allá, del Frente de Guiteras, de la joven Cuba que se habían exiliado en España y participaron en la toma del cuartel. En el centro Pablo de la Torrente Brau hay investigaciones, el propio Pablo murió en la Guerra de España.

Me preguntabas sobre los retos de Cuba. ¿Con qué contamos para sobreponernos o remontar esos retos? Contamos con la cultura política de este pueblo, que es enorme. Tú hablas con un campesino y sabe lo que está pasando en Yemen. Tú hablas con cualquiera y saben la historia de Cuba y sientes el orgullo de ser cubano. Es curioso porque los compañeros extranjeros no entienden el nacionalismo del lado de acá del Atlántico. El nacionalismo del lado de allá del atlántico tuvo su máxima expresión hasta ahora en el nazismo y va a tener otras igualmente nefastas de acá en adelante. Pero el nacionalismo del lado de acá es una recuperación del ser nacional, es una descolonización física y mental, es una apropiación de las raíces. Cuando empezó el periodo especial fui a un evento a los EEUU y estaban los gusanos y nos decían que por qué decíamos “patria o muerte”. Yo les decía “¿tú te sabes el himno nacional de Cuba mi chino?”, “sí”, “¿y qué dice?”, “que morir por la patria es vivir ¿no?” nosotros estamos al lado de la muerte desde el principio de modo que hazme el favor.

Esa cultura política y esa apropiación del ser nacional yo creo que son cosas que operan a nuestro favor en esta crisis.

Hay una expresión de rebeldía, de insurgencia

Y sobre todo de soberanía, de identidad y soberanía.

Una palabra que en otros lugares parece nada pero que acá ha habido que ganársela a pulso

Ese es el problema y otra ventaja con la que contamos. Hay países que tienen grandes gestas y países que no. Por ejemplo en Brasil nunca ha habido grandes gestas, ha habido rebeliones territoriales, regionales, pero la libertad fue el emperador que dijo ya, y fueron libres, y la libertad de los esclavos también fue a través de un decreto imperial. En Argentina no ha habido grandes gestas. En Cuba ha habido una gran gesta, y entonces Fidel, que era un genio, se la apropió completa y dijo: “estos son los cien años de lucha. Hoy nosotros hubiéramos sido como ellos y ellos como nosotros”, se la apropió completica. Es una gesta nacional, la gente siente el orgullo de tener el primer ejército interracial del continente, te das cuentas, el primer ejército donde el lugarteniente general era un negro. Todo eso opera a favor. Y mucho trabajo, hay que trabajar mucho, todo el tiempo.

¿Cómo conservar las grandes virtudes e inspirar a otros pueblos?

Trabajar, trabajar y trabajar. Hay que hacer trabajo de base, hay que hacer talleres, hay que hacer reuniones, asambleas. Hay que inspirar a la gente, reencantar el socialismo, el socialismo no puede ser una cosa reseca, aburrida y latosa. Hay que insuflarle cariño, vida, movimiento, espiritualidad, todas esas cosas. Desde el centro y a petición de algunos dirigentes de este país se han hecho talleres para que supieran qué cosa es la educación popular. Cuando se empezaba diciendo que íbamos a hacer una mística se quedaban extrañados, ¿mística? Algo para empezar, calentar los motores, empezar a moverse, se usa algún símbolo y se le pide a la gente que traiga otro, en fin. Encantados con la mística, desmitificamos la palabra mística. Hay que hacer mucha mística.

Cuando nosotros, influenciados por experiencias latinoamericanas, llevamos a la formación en Venezuela eso de la mística la gente nos pregunta qué la mística y para qué sirve, no termina de encajar. ¿Qué les podríamos decir Esther?

Cámbiale el nombre, vamos a hacer un ejercicio para empezar, para movilizar.

Otra fortaleza con la que contamos son los amigos en el mundo que son hermanos. Yo soy militante del MST igual que soy militante del partido. Yo trabajo con la gente del MST lo que me pidan y ellos se mueren por nosotros. Eso opera a tu favor. Desde eso hasta la organización que han creado cubanos desde Miami que se llama “puentes de amor”. Y vienen para Cuba cada vez que pueden. Y puertorriqueños y españoles. Tenemos muchos amigos en el mundo, y gente que confía en nosotros, lo cual es una carga pesada, pero que también nos apoya y nos alivia la carga. Tenemos amigos norteamericanos y canadienses, para no hablarte de lo que llaman ahora el Sur Global.

Yo fui al Foro Social Mundial que se hizo en Mali, y el día del desfile éramos solo dos cubanos. Y el día del desfile que fuimos caminando hasta un lugar que había beduinos y dromedarios, cosa que yo jamás había visto, “Salgari ¡dios mío!” (Risas), entonces escucho hablar en acento cubano y me viro y veo a unas chicas con velo y les pregunto quiénes son y me dicen: “somos saharauis que estudiamos en Cuba”. Los muchachos saharauis hablan el castellano como yo. Entonces tenemos también a toda esa gente que ha estudiado en Cuba. Y los que siguen estudiando. Eso también opera a favor. Opera a favor el internacionalismo. No solo el que recibimos sino el que damos. Cuando la gente va. Médicos, maestros, constructores, agrónomos, y se enfrenta a la pobreza de Haití, y se enfrenta a la depauperación de algunos países africanos, y tienen que ir a Italia a curar la Covid a los italianos, o van a Brasil a lugares donde nunca ha habido médicos, la gente entiende más. Y son miles, y miles, y miles los cubanos que han ido a trabajar en esas condiciones, para no hablarte de los que han ido a pelear, que ya están más viejitos. Mi hermano estuvo en Angola y en Tanzania por ejemplo. En Angola cuando la guerra y en Tanzania trabajando como médico.

Eso permite también tener una comparativa, ver.

¡Ver el mundo! Otras realidades, comparar tu vida con la vida de la gente. No se trata de que yo vivo mejor que aquel sino ¡coño mira lo que le hacen a esa gente!, no podemos dejar que nos lo hagan a nosotros. Mira lo que le hacen a los haitianos. No podemos dejar que nos lo hagan a nosotros que somos sus vecinos más cercanos. Si aquí la segunda lengua después del castellano es el creole. Y mira cómo están. Igualito nos lo hacen a nosotros, si nos dejamos.

Esa conciencia de la que estás hablando, ¿la ves en las nuevas generaciones?

Yo te hablé de que la guerra cultura tiene un costo, eso es cierto, pero te voy a contar una cosa. Cuando murió Fidel fui a Santiago con la Caravana de la Libertad, y el camino estaba lleno de jóvenes con pullover de letreros en inglés, tenis de marca y con el brazalete del 26 de julio gritando “yo soy Fidel”. De manera que hay mella, sin duda, por tanto hay que trabajar, pero cuidado, en los momentos fundamentales, a la hora del ahora, pueden dar una sorpresa.

Como educadora popular, nos ha respondido con la dialéctica de los procesos.

Lo ví. Ustedes estaban acá y también lo vieron.

Cuando Fidel murió, Fernando [Martínez Heredia] y yo estábamos en El Salvador, entonces arrancamos para acá y no pudimos estar en La Plaza de La Habana y entonces yo le dije que me iba a Santiago y nos fuimos ahí en una guagua del Martin Luther King. Y vi a los muchachos que vimos en la calle, en la ruta con sus pullover y esas cosas.

De modo que no es tan cierto eso de que el socialismo cubano está en riesgo.

Mira, el socialismo siempre está en riesgo. No es un hecho ni es una construcción. La idea de construir el socialismo como si fuera una casa es equivocada. El socialismo es un proceso que combina dos cosas: proyecto y proceso. El proyecto de más libertad, más bienestar, hasta llegar al comunismo. Y el proceso, que no es como el proyecto, una cosa recta dirigida claramente hacia el horizonte. El proceso es sinuoso porque está sujeto a las coyunturas, está sujeto a los contratiempos, a los errores… Entonces el socialismo siempre está en riesgo porque tienes que ir siguiendo ese proceso. De manera que si me preguntas si el socialismo cubano está en riesgo te digo que siempre ha estado, no es un hecho dado, que el riesgo se convierta en realidad depende de nosotros. Un poco de la coyuntura pero mucho de nosotros. Estamos en un momento que no es de avance del socialismo, si quieres es de retroceso. Piensa en la Unión Soviética, la Nueva Política Económica (La NEP) fue un retroceso y nosotros estamos en un momento de retroceso. Lo que no puede nunca es desvincularse el proceso del proyecto, no pueden chocar, ni ir uno en contra del otro. Pero el proceso es mucho más complicado que el proyecto y hay que tener claridad para no perder de vista ninguna de las dos cosas, hay que mirar con los dos ojos, con uno el proyecto y con el otro seguir las curvas del proceso. El socialismo siempre estará en riesgo en tanto que fabricación humana, utopía humana, diseño humano. Estará en riesgo porque nosotros somos solo humanos, todos, desgraciadamente.

¿Cómo no confundir en algunos momentos el proyecto con el proceso?

No pensar que el proceso es el proyecto, no confundir uno con el otro. Fidel era un maestro en eso, en seguir las curvas y de pronto dar un salto, tenía un pensamiento estratégico fabuloso, pero bueno, ahora tenemos que hacerlo sin Fidel, suerte que lo tuvimos.

Un legado tremendo… Como no hay un modelo sino procesos propios, si tuviéramos que caracterizar el socialismo cubano, entendiendo que no es algo terminado, ¿qué elementos destacarías?

El socialismo cubano en primer lugar está fuertemente impregnado de nacionalismo cubano y de idea de soberanía, son dos cosas imposibles de separar, tanto en la realidad como en la mente de las personas. El socialismo cubano además está basado en el consenso y en ciertos cambios que se dieron en la sociedad que son intocables e inalienables. Por ejemplo, la tierra es de quien la trabaja, no hay propiedad extranjera ni del suelo ni del subsuelo. Eso forma parte del suelo del consenso cubano. Que la salud pública es gratuita, que la educación pública también. Y que no son dádivas sino derechos. Ambos son derechos. Que las personas somos iguales, lo cual es una lucha, iguales no solo ante la ley sino ante la vida, mujeres, gays, negros, blancos, chiquitos, grandes, flacos, somos iguales, estamos en esa lucha todavía. Que no me pueden faltar el respeto, nadie, ni el Presidente de la República, nadie, eso forma parte del consenso. Entonces el socialismo cubano es eso. La idea de que el internacionalismo forma parte del socialismo cubano. Y no es por casualidad. Nosotros estamos en medio, todo el mundo llegaba aquí, desde los araguacos que poblaron la isla antes que los españoles. Esta isla ha sido un lugar de encuentros, de conocimiento del otro, del que viene y del que se va, el internacionalismo acá no es como en otros pueblos. El que va a Chile es porque va a Chile, nadie pasa por Chile, porque está en una esquina. Aquí no, aquí todo el mundo ha pasado, de manera que sabemos de otros países. Nosotros somos un país capaz de dar, de apoyar, de brindar, eso es una forma de orgullo que está en el fondo de la idea de socialismo cubano. Eso es lo que se me ocurre ahora, hay más cosas sin duda, pero es lo que se me ocurrió por el momento.

Le comentamos a Llanisca Lugo antes de venir a esta entrevista, qué te preguntaría ella y nos dijo que te preguntásemos por cuáles deben ser hoy las tareas de un revolucionario.

Hoy en día la tarea de un revolucionario cubano es ver la realidad, verla realmente para tratar de entenderla y entonces denunciar lo que hay de denunciar, aclamar lo que hay que aclamar, compartir todo lo que se pueda compartir, crear grupos con los cuales debatir lo que ven y lo que ven los demás. Para mí es fundamental hacer trabajo de base. Y después creo que depende de dónde está ese revolucionario y qué cosa es la que hace. Si es un campesino creo que tiene que sembrar mucho y cosechar mucho para que haya más comida. Si es un maestro creo que tiene que dar mejores clases y no llegar tarde nunca, y tratar de hacer las clases más interesantes para los muchachos. Si es un educador popular tiene que hacer mucho trabajo con la base, todo el que pueda. Si es un médico estar en el hospital. El denominador común es trabajar mucho y ver la realidad. Ver la realidad real, sin espejuelos, es casi imposible, lo sé porque yo veo la realidad con los espejuelos de una militante del Partido Comunista de Cuba, no la veo de otra manera, pero tratar de ver la realidad real, tratar de entenderla y discutirla con otros, y enriquecer tu propia comprensión con la del otro y no callarte la boca. Les voy a dar una cosita. El libro Cómo empezó la educación popular en Cuba y cómo se desarrolló en el CMMLK, así lo pueden leer.

¿Nos puede contar cómo descubre la educación popular?

Ahí lo van a leer, pero fue a través de los educadores populares latinoamericanos. Frei Betto fue fundamental e imprescindible. Él fue el primero que insistió en la necesidad de la educación popular y a través de él vinieron los primeros educadores populares a Cuba, y ahí me enganché, en un momento político muy intenso, la “rectificación de errores”. Coincidió con que me empaté con estos educadores que discutían mucho y hacían muchas asambleas y dije “eso es lo que hace falta, así es como hay que hacer las asambleas”. Eso decidió mi destino futuro, me embarqué en ese barco y ya nunca más toqué tierra.

Esther, para hacer educación popular, comunicación popular, son necesarias unas condiciones. ¿Cree que se puede hacer educación y comunicación popular en Europa, en España concretamente?

Sí. Se hace en los EEUU, se puede. Cuando nosotros empezamos en el CMMLK éramos dos personas, una brasileña, Mara Manzoni y yo. Mara y yo nos pasamos un año recorriendo este país, como digo yo, fue nuestro período de evangelización. A todo el que se nos paraba delante le hablábamos de la educación popular. En ese año nos reunimos con grupos de mujeres, de sindicalistas, educativos, con grupos del gobierno, con montones de grupos diferentes. Al cabo de un año nosotras teníamos una lectura de qué era lo que les quemaba el alma a los cubanos en ese momento. Los talleres tenían que girar en torno a esa cuestión. Inventamos un taller -el primer taller que hicimos en el CMMLK- a partir de eso que era nuestra interpretación de cuál era el problema central que la gente estaba sintiendo.

Con esto lo que te quiero decir es que en España hay que hacer lo mismo. Buscar cuál es la cuestión que le quema el alma a los españoles. Si son inmigrantes igual. Hay que identificar cuál es la cuestión ante la que no se puede quedar callados.

A nosotros nos tomó un año, dando vueltas por todo el país y hablando con la gente, pero al cabo de ese tiempo teníamos la pregunta. Cuesta trabajo pero es bonito, es muy bonito.

Sí se puede hacer, claro que se puede hacer. En España tienen muchos migrantes y mucha gente en situación precaria. Además, tienen otra gente, los jóvenes que cuando hay un estallido se movilizan. Después se desmovilizan, cierto, pero porque no hay, algo que Lenin ya sabía a principios del siglo pasado, una comprensión de que el movimiento social tiene que convertirse en movimiento político. Si no hay un eje político alrededor del cual se convierta en acero esa voluntad, olvídate que se disipa. Por eso demonizaron a Lenin y por eso lo siguen demonizando.

¿Cómo organizaban ustedes los talleres de educación popular?

Yo había ido a algún taller de educación popular en América Latina. Después de ese año que os conté que habíamos estado peregrinando por Cuba, decidimos que nosotros teníamos que hacer nuestro taller para formar a gente. No podíamos dar más de sí, además ¿qué mejor que la gente de los propios grupos para llevar su grupo? Pedimos a los compañeros de América Latina que nos enviasen materiales. Cuando nos llegaron los materiales entramos en pánico, porque ya habíamos hecho la convocatoria y nos dimos cuenta que no nos servirían, porque lo que habíamos visto en Cuba no era lo que estaban viendo en sus países. Las preguntas nuestras no eran las de ellos, las maneras de reaccionar del cubano no eran las maneras de reaccionar del mexicano o nicaragüense, y entonces tuvimos que inventar. Lo inventamos a partir de lo que habíamos visto. El primer taller lo hicimos en 1995 y empezamos con una semana de formación. Pasada esta semana la gente volvía con su grupo y hacía cosas. Luego regresaban y así por cuatro semanas (nos dimos cuenta que era mucho y redujimos a tres semanas). Los contenidos eran comunicación, trabajo de grupo, ciertas reglas elementales para cómo trabajar con los grupos, planificación, evaluación del trabajo, sistematización de los procesos… Había un momento inicial, la bienvenida, aún no le llamábamos mística, que nos servía para que la gente empezara a conocerse, descontraerse y eso. Y a partir de ahí comenzamos. Había invitados donde un conferencista daba una charla relevante para la sociedad cubana en ese momento y la discutíamos a nuestra manera.

Nos pasaron cosas que no imaginábamos. Tened en cuenta que la gente pasaba una semana interna. Una noche tenía pensado poner una película italiana, Compañero, de un maestro comunista perseguido que tiene que irse a un pueblito pero la película no apareció y desesperados dijimos “¿qué hacemos esta noche?”. El compañero con el que hacia la formación pensó: “vamos a poner canciones de Silvio y que la gente reflexione a partir de las canciones de Silvio”. Fue extraordinario. La gente empezó a oír las letras de las canciones de Silvio como nunca las había oído, a fondo. La gente empezó a llorar, a abrazarse, fue un desborde total. Yo me asusté, porque dije nosotros no estamos aquí para hacer psicoterapia, ¿qué es esto? Escuchamos a Silvio y a una compañera argentina. Fue magnífico y lo incorporamos.

Pasaron cosas interesantes. Por ejemplo el público cubano está muy acostumbrado al texto, entonces cuando llegaban a un lugar donde el primer día no les daban ni un libro ni una libreta para apuntar se ponían nerviosos. Otro problema que pasaba era que en esa semana se creaba una atmósfera comunista, de compañeros compañeros compañeros y cuando se estaba terminando existía el temor de volver a la calle y quedarse sin esa atmósfera compañera. Tuvimos que lidiar con muchísimas cosas.

Al cabo de un tiempo empezamos a hacer talleres con esa gente que había pasado las tres semanas de formación para saber cómo les había ido, qué habían empleado, qué no, qué otras cosas necesitaban… Y empezamos a hacer talleres de profundización. A partir de lo que la gente nos decía hacíamos los talleres. Comunicación, valorización, etc. Talleres de una semana con la gente que había pasado el proceso inicial de formación para complementar y dar más elementos.

El proceso inicial duraba tres semanas porque era el tiempo que necesitábamos para abarcar lo que queríamos. Y luego comenzaba el acompañamiento de algunas de las experiencias que tenía elementos particulares. Y fuimos una especie de asesoría de algunas experiencias en Matanzas con La Marina, Pinar del Rio con un centro de estudios ambientales, Jagua Grande a partir de una biblioteca pública… Eso significaba un proceso más largo con grupos concretos.

También se daban talleres por fuera para otras personas que pedían algunas cuestiones. Y nació la Red. La idea de la Red nació en Matanzas a partir de un proyecto que se llama La Marina que es un barrio de ese lugar.

Nos contaron cuando estuvimos en Matanzas con Magalis y Laidis. 

La gente de ahí nos pidió ese acompañamiento, y quedaron un montón de gente muy formada que pusieron a caminar la Red.  

Hablemos de Fernando. ¿Cuál ha sido el legado de Fernando Martínez Heredia en el pensamiento cubano y latinoamericano?

Mira, estoy demasiado cerca para poder responder eso. Creo que la obra de Fernando tiene mucho que decir en contextos muy diversos. Hace poco un amigo estadounidense que vive en Suiza vino a Cuba para traducir algunos artículos de Fernando. Él dice que hay que buscar gente que pelee, que se necesitan leer cosas de gente que pelee. Yo creo que Fernando peleó toda la vida. Ese es su legado. La verdadera vocación de Fernando era ser maestro, él quería tener discípulos. Y quizás lo más interesante de él es que en su obra descubres que el método desde el cual pensaba es fácil de aprender. Es decir, puedes aprender a pensar a partir de su obra, porque él hace muy explícito eso. Entonces quizás ese sea su legado fundamental, que todavía puede ayudar a la gente a aprender a pensar. Y hace falta gente que enseñe a pensar.

Sin embargo Fernando fue de todo un poco. Él quería ser historiador, era su meta de jovencito. Después la vida lo fue llevando por donde lo fue llevando. Él decía, “al principio profeta, luego periodista y al final historiador”. La  vida lo fue llevando por muchos caminos, desde el ejército hasta Nicaragua pasando por muchas experiencias. En algún sentido eso le enriqueció y le permitió no ser un académico. Fernando no fue nunca un académico ni quiso serlo, siempre quiso estar al pie del cañón enseñando y discutiendo y provocando. Quizás otro legado importante de Fernando es aprender a ser disciplinado sin ser obediente, él decía “hay que ser disciplinado pero no obediente”. Y ser desobediente porque uno es militante, no a pesar de ser un militante. Todo eso está ahí en las cosas que escribió. También su admiración por el Che. Hay que leerlo.

Saben que Fernando escribió hasta ficción, ahora publicaron una pequeña antología entre tres editoriales de la pandilla de los magdieles (México, Argentina y Cuba) donde aparece uno de los cuentos de Fernando.

Fue un luchador y tampoco confundió lo personal con el proceso, porque al interior de la Revolución hubo momentos difíciles para él.

No es que no confundiera. Él decía que lo peor que puede hacer un revolucionario es creer que se merece algo. Cuando empiezas a pensar que te mereces algo, que te podrían atender de otra manera, te jodiste. Y no se puede ser resentido, el proceso es doloroso para todo el mundo y sí hay que pagar precios. Los cubanos no podemos ir a España porque no nos dan visa. Fernando tuvo que pagar un precio, pero él estaba clarito en eso, el revolucionario que crea que se merece que lo traten distinto ya no sirve. Oye, el socialismo no es solo gozo y alegría, no es como decía una niña cuando le preguntaron qué es la revolución, “una triunfazón”. Y es verdad pero también es dolores, angustias, sangre, sudor y lágrimas, es una triunfazón con su dolorcito. Nunca estuvo resentido y lo mismo los compañeros. Aurelio Alonso, que sigue pensando y escribiendo. Juan Valdes Paz. Y sencillamente siguieron su viaje dentro de la Revolución.

Esther, ¿Qué nos puede decir sobre la revista Pensamiento Crítico?

La Biblioteca Nacional hizo una multimedia con toda la revista de Pensamiento Crítico. Pensamiento Crítico no era el órgano del partido, era una revista totalmente militante, que ilustraba muy bien esa idea de ser disciplinado y desobediente. La idea de la revista desde su fundación en el departamento de filosofía era mostrar lo más avanzado. Tenía la idea de que desde la Revolución cubana, herejía contra los dogmas como dijo el Che, era necesario romper con ese marxismo constantino, esclerosado que se predicaba desde el Oriente. Ellos decían que era necesario poner el marxismo a la altura de la Revolución cubana; es decir, desarrollar el marxismo a partir del pensamiento marxista y los pensadores señalados por la academia soviética, pero también el pensamiento de la gente que estaba luchando en ese momento por el socialismo como Samora Machel, Fidel Castro, Ernesto Guevara, etc. Porque esa gente estaba produciendo un pensamiento sobre el socialismo y eso también tenía que ser incorporado. Eso fue Pensamiento Crítico, y murió debido a uno de los meandros del proceso. Cuba tuvo que decidir si alinearse con el bloque soviético o morir. Y uno de los precios que pagamos por eso fue el anquilosamiento del pensamiento social, ahí muere Pensamiento Crítico.

Años después, en el proceso de rectificación, vuelve a surgir la idea de un pensamiento social renovado, ¿sabes a quién buscaban los muchachos? A Fernando, a Aurelio, a Valdes Paz… Iban a buscarlos como fuentes de un pensamiento que estaba dormido pero no estaba muerto.

Hay otra revista, América Libre, no sé si la conocen. Fue una revista latinoamericana que se creó en los noventa y la idea era que fuera una revista de izquierdas, de toda la izquierda, entonces tenía un consejo de redacción que era un sueño. Estaban Alonso Aguilar (México), Leonardo Boff (Brasil), Luis Brunatti (Argentina), Chico Buarque de Hollanda (Brasil), Manuel Cabieses (Chile), Daniel Camacho (Costa Rica), Antonio Candido (Brasil), Fernando Cardenal (Nicaragua), Gilberto Carvalho (Brasil), Nils Castro (Panamá), Joel Cazal (Paraguay), Hugo Cores (Uruguay), Javier Díez Canseco (Perú), Roberto Drummond (Brasil), Patricio Echegaray (Argentina), Paulo Freire (Brasil), Adolfo Gilly (México), Pablo González Canasona (México), Luis Eduardo Greenhalgh (Brasil), Schafjck Jorgen Handal (El Salvador), Rene Irurzun (Argentina), Narciso Isa Conde (República Dominicana), Osvaldo León (Ecuador), Fernando Martínez Heredia (Cuba), Fernando Morais (Brasil), Eric Nepomuceno (Brasil), Carlos Nuñez (México), Gerard Pierre Charles (Haití), Ali Rodríguez (Venezuela),  Emir Sader (Brasil), Volodia Te Itelboim (Chile), Lisandro Viale (Argentina), Néstor Vicente (Argentina), Gilberto Viera (Colombia), Davil Viñas (Argentina), Pedro Vuskovic (Chile). Como ven está todo el mundo. Ahora se está haciendo una digitalización de la revista completa para tenerla disponible. Fue un hermoso proyecto.

Además también se hacían seminarios desde América Libre. En uno de esos seminarios conocí a Evo Morales cuando era un sindicalista cocalero. En ese encuentro estaba sentada junto a Néstor Kohan el argentino y cuando sale Evo diciendo “coca no es cocaína, coca no es cocaína”, Néstor dijo “ahora además nos van a acusar de narcotraficantes”. Me dio mucha risa. 

Estoy muy entusiasmada con el proyecto de digitalización de América Libre, que lo está haciendo una pequeña editorial argentina que se llama El Colectivo. Esta revista fue impresa en los años 90 en Argentina, gracias a Claudia Korol, mi hermana. Ella era la secretaria de redacción, se encargaba de la impresión, de la distribución, fue el alma de la revista.

La dignidad se vive, no se explica.  La Dignidad es no tener dueño. La dignidad es poder hablar y ser libre y no tener que encogerte delante de nadie ni hacerle reverencias a nadie salvo a quien tú quieras porque se lo merece. La dignidad es que todo el mundo sea tu compañero o compañera, que no haya castas ni categorías excepto las del sentimiento. La dignidad es muchísimas cosas. Sin dignidad, no vale la pena vivir. Dignidad es también tener qué comer, tener condiciones dignas de vida y saber que los demás las tienen también, que no haya enormes desigualdades entre la gente. Dignidad es el centro de la vida. O tienes dignidad o no tienes, y si no tienes eres un harapo humano. Dignidad es no avergonzarte ya seas mujer, vieja, negro, chino u homosexual. Dignidad es poder mirar a los ojos y poder decir soy Esther Pérez tengo 74 años y he llevado una vida agitada. Eso es dignidad creo yo.

Cuando ha dicho eso de que la dignidad es ser compañero, me ha venido a la cabeza la cuestión de la unidad, que puede ser un eslogan pero ¿Cómo se construye en ese proceso la unidad a pesar de tanta diversidad? Lo digo por tener pistas de cómo hacerlo en otros lugares donde hay muchos grupitos y pareciera que no todo el mundo es compañero.

Mira, la unidad es dificilísima pero es imprescindible. Fidel y los cubanos en general insistimos tanto en la unidad por una experiencia histórica. La primera guerra de la independencia cubana duró diez años y se perdió por la falta de unidad. Por las disensiones internas, las luchas intestinas.

Tengo un amigo que dice que todos los seres humanos llevamos a dos seres humanos dentro. En todos los grupos hay disensiones, intrigas, celos, ansias de poder, etc. y no hay nada que acabe con un movimiento tanto como la podredumbre interna que se lo va comiendo. Contra eso hay que luchar y ser implacable. La unidad no es que nos vistamos igual, seamos iguales o tengamos los mismos gustos; la unidad es luchar contra lo que nos divide, contra ese pequeño segundo ser humano que llevamos dentro, luchar contra las intrigas, los celos, las ansias de poder, las ambiciones… Ese amigo mío dice que el ser humano tiene cinco tentaciones, la primera es el poder, la segunda es el poder, la tercera es el poder, la cuarta es el dinero y la quinta no sé qué cosa…

Una buena herramienta para construir unidad es la crítica y la autocrítica bien hecha. Tiene que ser hecha con cuidado para que no sea una sesión de herir al compañero ni tampoco sea una ocasión de limpiarse tipo confesionario. Tiene que ser una sesión que ayude al grupo a redimirse, a purificarse, a sacarse de adentro toda esa roña que se va a acumulando por el segundo ser humano que llevamos dentro. Esa es la unidad, poder llamarse compañero. La unidad no es unanimidad. No hay que aspirar a la unanimidad entre otras cosas porque no es posible, porque a unas les gustan los trigueños, a otros le gustan las rubias, y al de más allá le gustan qué sé yo. Es la unidad de no corroer los grupos desde adentro sino al contrario poder ser cada vez más inclusivo en esos grupos y cada vez más fuerte. Esa es la unidad.

¿Sigue siendo el marxismo una herramienta a día de hoy?

La herramienta, sin duda. Por qué creen que tratan de enterrarlo, de decir que ya está muerto, que no sirve, que Marx vivió la revolución industrial y no vio más allá, que Lenin era malísimo… por algo será, ¿no?

¿Qué vinculación tiene con la educación popular? o ¿Qué vinculación tiene la educación popular con el marxismo?

Todas. Puede dar clases de marxismo con la educación popular, se ha hecho. Frei Betto explicaba a los trabajadores de una fábrica de camiones qué cosa es la plusvalía y era todo a partir de lo que ellos hacían. “¿Qué cosa fabrican ustedes? Camiones. ¿Y ustedes se van para casa en camiones? No, en bicicleta. ¿Y por qué no se van en camión? Porque los camiones valen mucho. ¿Cómo es posible si ustedes son quienes fabrican los camiones?” Y a partir de ahí comenzaba a hablar de plusvalía.

El educador popular tiene que tener una formación marxista. Y esa formación se va a reflejar en lo que hace, en la manera que lo hace. Yo a los talleres de educación popular solía llevar a Fernando para que hablara, para que soltara un mazazo y la gente se pusiera a discutir.

No concibo un educador popular sin formación marxista. También creo que un educador popular latinoamericano debe tener una formación en Teología de la Liberación, porque la religión es muy importante en América Latina. Hay que saber de religión, conocer a los teólogos de la liberación, leer a Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez, para saber, para poder hablar con la gente. No puedes hablar con la gente que es religiosa si no sabes de religión. Hay que conocer cosas como la devoción en la ciudad de La Habana a San Lázaro, la Aparecida en Brasil, Guadalupe en México, todo el fenómeno mariano hay que conocerlo, en América Latina es muy importante. Bueno, y en España también.

Y no puedes ser educador popular tampoco sin saber de pedagogía. Hay que saber de pedagogía. Fue la parte que a mí me costó más trabajo.

Mientras más sepas mejor vas a poder trabajar. Cuando empezamos, nosotros impartíamos en el Centro Martin Luther King una cosa que se llama seminarios de profundización. Llevamos a profesores de la universidad que impartieron marxismo durante meses, llevamos a Pedro Pablo Rodríguez para hablarnos de Martí, a historiadores, actores para ver cómo moverse en el espacio, porque el profesor tiene algo de actor. El saber se coagula en lo que haces.

El marxismo te permite leer la realidad, si no lees la realidad qué vas a enseñar, cómo vas a descubrir la pregunta que les quema el alma a la gente.

Si tuviera que poner nombre a esta entrevista se me ocurren dos frases: “la búsqueda de otra cosa” -que dijo al principio-, o “la pregunta que nos quema el alma”.

Adelante. Ustedes tienen una gran tarea, porque a Europa hay que… puff

Remecerla, contagiarla de entusiasmo, que vibre ese pueblo, que despertemos de la somnolencia del consumismo, tener soberanía, son tantas las tareas…

El problema es que están cada vez más sometidos a los EEUU. Es como el buey que lo lleva del narigón al precipicio. Es realmente lamentable.

Es muy difícil lidiar con la apatía de la gente y la sensación de derrota.

Eso es guerra cultural, convencerse de que no hay nada que hacer.

En los EEUU hay una juventud, una masa crítica, no digo que sea mayoritaria, que no les disgusta la idea de socialismo y se da cuenta de que lo que tiene es una mierda. Entonces vamos a buscar para otra parte para ver cómo es.

A principios de los noventa James Petras me mandó un artículo para publicar en la revista Casa y él decía una cosa que a mí me llamó la atención y que nunca olvidé. El imperialismo norteamericano está en decadencia, está en su fase de declive, pero en esa fase va a dar unos coletazos que todo el mundo se los va a sentir. Y oye tremendos coletazos. Y es verdad que está en declive, pero puede ser que con los coletazos se lleve por delante al mundo.

Hay amenazas de bomba atómica. El canciller israelí llegó a decir que una de las opciones es tirar una bomba atómica. Y con tipos como Trump, Milei, etc. todo es posible. Además cumplen una función: hacer de la política una cosa tan bufonesca, tan asquerosa que las personas decentes decidan no participar. En Argentina ya pasó con Menen, y ahora, vuelven a las andadas con Milei.

Son las consecuencias de los límites de los gobiernos progresistas, del abandono del trabajo de base. Pero no solo en Argentina, la izquierda ha dejado de hacer el trabajo que le corresponde.

Ha habido gobiernos progresistas enquistados en estados reaccionarios, o sea, han tenido el gobierno pero no han tomado el Estado. El viejo Lenin nuevamente, se dan cuenta, por eso cuando triunfó la Revolución se fue abajo todo el Estado, desde el ejército hasta los magistrados, pasando por todo. Hay que hacer tabula rasa porque si no estés en el gobierno pero no has tomado el Estado y lo mismo te hacen un juicio y te meten en la cárcel, que vienen tres generales y te dan un golpe de Estado, que el parlamento te remueve porque le caes mal. Esa es la suerte que han corrido los nuevos gobiernos; aparte que han seguido con la misma economía subsumida al esquema neocolonial: extractivista, exportadora de materias primas, importadora de productos manufacturados, dependiente del comercio externo… No han modificado las condiciones de la dependencia. Algunos países latinoamericanos han tenido gobiernos que han repartido la riqueza social, lo cual está bien porque han permitido que 5 millones de personas hayan salido de la pobreza extrema, pero no es suficiente. Porque después viene un Milei y te tumba todo lo que hiciste y se acabó. 

Los gobiernos progresistas en América Latina han tenido diferentes grados de profundización. El que mayor profundización logró fue Hugo Rafael Chávez Frías en Venezuela, prueba de ello es que la Revolución bolivariana continúa viva y caminando en su proceso hacia el socialismo.

De acuerdo con eso. En Bolivia, Evo Morales tuvo la sabiduría de darse cuenta de que el movimiento social que lo lleva al gobierno no es suficiente y se une al MAS. El problema es que no se ha hecho un trabajo de base para organizarse y tuvo sus dificultades, pero ahí están todavía.

Brasil es de una complejidad enorme. El PT sufrió un proceso donde se fue mediatizando y abandonó la idea de socialismo y se centrificó para ganar las elecciones. Ganó las elecciones y tuvo dos periodos en que hizo cosas pero no controló el Estado. Hoy en día Lula tiene dos camisas de fuerza, una es el Congreso que es un desastre, siempre lo ha sido, está la bancada de la biblia, la bancada de los bueyes y la bancada de la bola. La bancada de la biblia son todos los evangélicos, la bancada de los bueyes que son los agraristas, los grandes propietarios de la tierra, y la bancada de la bola son increíblemente la gente del fútbol, pero no los jugadores sino los propietarios. Son tres bancadas radicalmente de derechas sentadas en el Congreso y Lula tiene que hacer juego de cintura porque el Congreso está en su contra. Y la otra es el Banco Central de Brasil, por una ley aprobada por Bolsonaro, mantiene al director hasta mediados del presente año y su director es bolsonarista y decidió que no bajaba la tasa de interés. Brasil tiene una tasa de interés altísima con lo cual dificulta inversiones, la vida de la gente, a pesar de que económicamente está mejor pero no es suficiente. Y tenemos a Lula haciendo juego de cintura porque nuevamente tiene el gobierno pero no tiene el Estado.

En Guatemala pensé que Arévalo no llegaba a la presidencia; cualquier día dan un golpe de estado. Igual que en Perú. Y lo de Ecuador es gravísimo.

Laura Richardson, la jefa del Comando Sur, declaró tranquilamente sin sonrojarse que el triángulo del litio -Chile, Bolivia y Argentina-, ellos tenían que estar ahí porque necesitan el litio.

¿Quieren más café? …