VENEZUELA: UNA ELECCIÓN CON SORPRESAS
Por Guillermo Cieza
«Las elecciones se producen en un momento particular del proceso bolivariano, donde el gobierno puede exhibir el milagro de sobrevivir y de mantener su soberanía a pesar de bloqueos, sanciones y amenazas externas».
13 de junio de 2024 | Fuente: Tramas
Si nos guiamos por las encuestas, tanto las oficialistas como las opositoras, todas coinciden en que quien gane superará a su contrincante por un 30%. Unas dicen que aplastará Maduro, las otras, el candidato de la derecha. Sin embargo, lo más probable es que las elecciones en Venezuela tengan un final cerrado, donde quien gane se impondrá con números ajustados.
Como bien señala el analista Ociel López, la elección venezolana ha sorprendido a todos. No se cumplió la hipótesis del gobierno: que la derecha más radical no participaría del proceso electoral, ni la hipótesis de la derecha: que el gobierno no permitiría que personajes como María Corina Machado, se moviera libremente en el país y se dedicara a la agitación electoral.
En esta elección competirán 10 candidatos, pero se espera un escenario muy polarizado que enfrentará a la candidatura de Nicolás Maduro y la de Edmundo Gonzalez Urrutia, que fue nominado a dedo, como candidato de la Mesa de la Unidad Democratica (MUD) por María Corina Machado. Este académico y diplomático jubilado, es el candidato apoyado por Estados Unidos. El candidato de la MUD no hace campaña electoral, pero quién si lo hace, es María Corina Machado, que piensa como Milei, pero ha suavizado su discurso. Se parece más al primer Macri. Habla de cambio, pero no precisa qué propone. Su mensaje puede resumirse en: “Salgamos de Maduro y después vemos”. Si el nuevo presidente es Gonzalez Urrutia, gobernará María Corina, eso está fuera de discusión.
Las elecciones se producen en un momento particular del proceso bolivariano, donde el gobierno puede exhibir el milagro de sobrevivir y de mantener su soberanía a pesar de bloqueos, sanciones y amenazas externas. Pero también, puede mostrar hechos indudables como haber frenado la inflación, haber normalizado el abastecimiento de alimentos y mejorado la situación de la seguridad. Sus puntos más débiles son el desgaste de un gobernante que ha tenido que enfrentar situaciones muy críticas, y la evidencia que no ha podido resolver todavía la cuestión de los bajos ingresos por salarios y jubilaciones, las dificultades con la prestación de algunos servicios públicos (electricidad, gas para viviendas) y los problemas de la educación. También, serán evaluadas las denuncias de hechos de corrupción, favorecidas por triangulaciones que se vio obligado a realizar el gobierno, para sortear el boicot extranjero. La decisión de encarcelar a las cabezas visibles de estas defraudaciones como Tarek Al Aisalmi, y altos funcionarios de PDVSA, demuestran voluntad del gobierno de erradicar este flagelo, pero no es seguro que deje conformes a los votantes indecisos.
La derecha puede exhibir que, después de muchos años de fragmentación y de fracasar en numerosos intentos de desalojar por vía violenta al gobierno, se ha encarrilado en una apuesta electoral unitaria. Quien hoy se ha convertido en su lideresa indiscutida, María Corina Machado, puede alegar a su favor la consecuencia de enfrentar siempre al gobierno chavista, pero sus antecedentes antidemocráticos son escandalosos. Tuvo participación abierta en todos los intentos de golpes de Estado, apoyó y promocionó intervenciones extranjeras, avaló el robo de empresas estatales como CITGO y dio su beneplácito a sanciones económicas que golpearon al conjunto del pueblo venezolano. María Corina, que proviene de una de las familias oligárquicas más ricas de Venezuela, no pudo presentarse como candidata, porque en una reunión de la OEA, asumió la representación de Panamá y en nombre de ese país impulsó una intervención armada externa que invadiera territorio venezolano. Por hechos como este, en cualquier país del mundo estaría presa, pero en la “dictadura venezolana” (como acostumbra calificarla la derecha) ella recorre el país haciendo actos electorales.
A pocos días de la elección se renuevan las sorpresas. Por un lado, sorprende que no se hayan producido roces, ni hechos de violencia entre los partidarios del oficialismo y la oposición; por otro, se manifiesta un crecimiento en la base chavista de su voluntad de preservar el derecho a seguir tomando decisiones soberanas. Sectores que se encontraban muy disconformes con las medidas de gobierno, en particular por la postergación de demandas sociales y por la detención de algunos militantes sindicales, refirman que, al menos, con la continuidad de Maduro podrán seguir discutiendo y aspirando a rencauzar el rumbo político del gobierno. Que nada puede ser peor a que gane la derecha y que todas las decisiones queden en manos del gobierno de Estados Unidos. Lo ocurrido en las elecciones mexicanas y en Francia, alientan la perspectiva de que gane Maduro. En el plano regional, resulta claro que tanto los gobiernos de Brasil, como los de Colombia, apoyan la continuidad del actual presidente. También hay sectores del empresariado local que se han beneficiado con la reactivación económica de los últimos años y que no verían mal una continuidad de Maduro.
El porcentaje de participación puede definir la elección. El oficialismo tiene un voto consolidado que se estima en un 30%. La derecha tiene un piso de 20%. Los otros candidatos de la derecha, todos juntos, pueden sumar alrededor de un 10%, pero dividen votos porque en Venezuela no hay segunda vuelta. Definirán la elección, los que hasta ahora se habían alejado del chavismo, pero no estaban dispuestos a votar a la derecha, y también los opositores que se habían abstenido porque no creían posible remover al chavismo por vía electoral. En Venezuela la votación no es obligatoria. Si la participación electoral se acerca al 80%, la derecha tiene muchas posibilidades de ganar.
Aún faltan dos semanas para que se abran las urnas y se conozca el veredicto popular. Hasta el momento, la derecha se está portando bien porque está convencida de que gana. Habrá que ver qué sucede si cambia el pronóstico. Si la derecha ve peligrar el triunfo puede apelar a cualquier medio para asegurarlo. El gobierno ha denunciado una negociación de la derecha con narcos colombianos para atentar contra Maduro. También pueden organizar sabotajes al servicio eléctrico que es vulnerable. Con el apoyo logístico y económico de Estados Unidos puede generar situaciones que agraven el malhumor social. Con María Corina liderando, no hay límites.
A diferencia de lo sucedido en otras elecciones, el conjunto de las fuerzas de derecha se ha involucrado en esta disputa electoral. Nadie podrá contar las abstenciones, o los votos en blanco como votos propios. Las dos partes en disputa han tomado riesgos y deberían hacerse cargo de sus decisiones. Si la derecha pierde no tiene legitimidad para denunciar proscripciones o un fraude electoral. Pero en tiempo de posverdad, no es tan importante la legitimidad de los argumentos, ni la veracidad de los hechos. Basta la capacidad mediática para imponer las noticias aunque sean falsas. Por las dudas haya sorpresas, la Unión Europea y Estados Unidos ya deben tener redactado un comunicado donde denuncian fraude en las elecciones venezolanas.