«La burguesía venezolana, representada por Edmundo González y María Corina Machado, quiere que sigamos siendo sus chóferes y trabajadores domésticos serviles. Imaginan un mundo en el que seamos meras mercancías».

12 de agosto de 2024 | Fuente: Venezuelanalysis

La Fuerza Patriótica Alexis Vive es una organización chavista y guevarista en el corazón del barrio 23 de Enero de Caracas, donde ha construido cuidadosamente la Comuna El Panal . Comenzó este proyecto incluso antes de que las comunas se convirtieran en parte del discurso oficial, apoyándose en el trabajo duro y la organización de base. Hoy El Panal tiene una economía próspera centrada en la propiedad social. En esta entrevista, el portavoz comunal y fundador de Alexis Vive, Robert Longa, responde a nuestras preguntas sobre la democracia participativa y protagónica de Venezuela y sobre las recientes elecciones presidenciales que tuvieron lugar en un contexto de agresión imperialista y fascista. 

Antes de analizar las recientes elecciones presidenciales, ¿podría darnos una visión general del proyecto democrático de Venezuela tal como usted lo entiende? 

El siglo XX encendió la llama rebelde de los movimientos insurgentes en toda América Latina, un fenómeno que Régis Debray teorizó como “foquismo”, intentando capturar la esencia de las tácticas guerrilleras de Fidel Castro y el Che Guevara en la Sierra Maestra. La estrategia se extendió como un reguero de pólvora por Nuestra América . Sin embargo, esa era también vio el primer intento de avanzar hacia el socialismo dentro de las limitaciones de la democracia liberal, con el gobierno de la Unidad Popular de Chile [1970-73]. 

Sin embargo, este experimento democrático se vio brutalmente truncado por el golpe fascista de Pinochet en 1973, que contó con el apoyo del imperialismo estadounidense. La experiencia dejó en nuestro continente un regusto amargo: el establishment no quiso respetar las reglas de su propio juego –la democracia burguesa– cuando el resultado fue en contra de sus intereses.

Más tarde, en 1989, el bloque soviético empezó a desmoronarse y algunos proclamaron el “fin de la historia”. Sin embargo, poco después, una nueva ola de resistencia se extendió por América Latina desafiando el orden neoliberal. En 1992 , Hugo Chávez y otros oficiales vestidos de boinas rojas –herederos de la insurrección popular de 1989– irrumpieron en la historia. Dos años después, en 1994, el EZLN emitió su inspiradora “Primera Declaración de la Selva Lacandona” en México. Mientras tanto, a mediados y fines de los años 90, el movimiento piquetero argentino emergió con fuerza mientras los pueblos indígenas de Bolivia organizaban su resistencia combativa al neoliberalismo.

Estos movimientos y muchos otros eran evidencia de una resistencia popular resurgida, ¡prueba de que la historia estaba lejos de terminar! América Latina estaba de pie una vez más, pero sus movimientos aún no habían ganado suficiente fuerza como para asestar un verdadero golpe al sistema. Eran, en cambio, expresiones colectivas de descontento.

Sin embargo, había un proceso de acumulación en marcha, y el triunfo electoral de Chávez en 1998 fue una de nuestras primeras victorias. A Chávez le siguieron Evo Morales, Néstor Kirchner, Rafael Correa y Luiz Inácio “Lula” Da Silva, que llegaron al poder mediante procesos democráticos. Estos hombres no eran fenómenos aislados, sino más bien expresiones políticas de movimientos sociales vibrantes y robustos que habían ido ganando impulso en todo el continente.

Curiosamente, según el periodista venezolano Domingo Alberto Rangel, Madeleine Albright, que fue Secretaria de Estado en los primeros días de esta era, consideraba que los cambios que se estaban produciendo en el continente eran una revitalización necesaria del sistema. Aunque figuras como Lucio Gutiérrez en Ecuador y Ollanta Humala en Perú encajaban en esta narrativa, la evaluación general de Albright no daba en el blanco. La naturaleza más profunda y transformadora de algunos de los procesos de cambio iba mucho más allá de los meros ajustes al statu quo.

A medida que comenzaba la primera década del siglo XXI, Chávez –que inicialmente abrazó la “Tercera Vía” de Anthony Giddens– y la Revolución Bolivariana experimentaron una rápida y profunda radicalización. En 2001, Chávez introdujo 49 leyes habilitantes, que incluían medidas importantes como la nacionalización de los recursos de hidrocarburos y una reforma agraria radical. 

En 2004, el Proceso Bolivariano se había declarado antiimperialista y, en 2006, socialista. ¿Y cómo se hizo todo esto? De manera democrática, pero con una democracia que no sea sólo formal, sino que pueda abrir nuevos caminos, porque está realmente conectada con el pueblo y no con los intereses de unos pocos. 

Hugo Chávez durante su discurso “Golpe de timón” el 12 de octubre de 2012. (MICyT)

Todas estas iniciativas se promovieron en el marco de la Constitución venezolana y fueron ratificadas mediante elecciones periódicas. Y, sin embargo, el imperialismo hizo todo lo posible para derrocar a Chávez. ¿Por qué?

De hecho, cada paso hacia la soberanía y la democracia sustantiva fue respondido con violencia: un golpe de Estado en 2002, el sabotaje petrolero de 2002-2003, la Operación Paramilitar Daktari en 2004, junto con continuos esfuerzos para perturbar tanto la economía de Venezuela como sus procesos electorales. 

En otras palabras, una vez que el imperialismo estadounidense se dio cuenta del compromiso de la Revolución Bolivariana con la soberanía, aplicó todas las estrategias de su manual de guerra multiforme, salvo la invasión militar directa. Sin embargo, nada de esto hizo que Chávez retrocediera. En cambio, cada ataque fue respondido con un contragolpe por parte de la izquierda.

Para la Fuerza Patriótica Alexis Vive, Chávez representa en la América Latina de principios del siglo XXI lo que Lenin encarnó para muchos movimientos revolucionarios en 1917: un líder antiimperialista que reactivó el proyecto socialista con fuerza, con una estrategia y, lo más importante, con el pueblo. 

Además, Chávez promovió la integración latinoamericana, un legado heredado de Simón Bolívar. Por supuesto, no fue sólo Chávez, sino el pueblo que se había comprometido con la democracia participativa y protagónica –una concepción que excede los límites de la democracia liberal– quien impulsó este movimiento.

Hago hincapié en la democracia participativa y protagónica, porque es clave de cara a las elecciones del 28 de julio, que son un momento de un proyecto mucho más amplio que no se limita a la elección de nuestro presidente (o representantes, gobernadores o alcaldes), sino que va mucho más allá del marco de la democracia liberal. 

Además, las elecciones del 28 de julio deben entenderse desde una perspectiva de clase, algo que algunos de nuestros supuestos amigos en todo el mundo parecen estar olvidando. Como Marx y Engels escribieron en el Manifiesto Comunista : “La historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases, de los pobres contra los ricos”.

La burguesía venezolana, representada por Edmundo González y María Corina Machado, quiere que sigamos siendo sus chóferes y trabajadores domésticos serviles. Imaginan un mundo en el que seamos meras mercancías. Mientras tanto, los patrones de González y Machado en Estados Unidos pretenden seguir desangrando a Venezuela –y a América Latina en general– tal como lo hicieron los españoles en Potosí.

Usted ha mencionado que la democracia formal de Venezuela –incluida, por supuesto, la elección presidencial del 28 de julio– no es la parte más importante del complejo proceso bolivariano. ¿Podría explicarnos esta idea?

Los procesos electorales son sólo un momento táctico de nuestra lucha más amplia. Para que el proyecto bolivariano pudiera seguir adelante era crucial que Nicolás Maduro ganara, y ganó. Pero el verdadero fundamento de nuestra democracia radica en su carácter participativo y protagónico. Esto significa que la construcción del poder popular es esencial, y la asamblea comunal –lo que en El Panal llamamos la “asamblea patriótica”– es en realidad para nosotros la máxima autoridad democrática.

En un discurso reciente, el presidente Maduro mencionó que él es quien está frenando las fuerzas de la revolución violenta. Y tenía razón: si tuviéramos que enfrentar a un fascista con una motosierra [en referencia a Javier Milei] en la presidencia, sé que surgiría la violencia revolucionaria.

Maduro está salvaguardando la paz, que es crucial para que las comunas acumulen fuerzas y avancen hacia la emancipación. Por supuesto, para nosotros la verdadera emancipación sólo pasa por la comuna, que poco tiene que ver con la democracia burguesa que nos lleva a las urnas.

Hemos trabajado incansablemente para lograr la victoria de Maduro y estamos muy contentos con el resultado. Además, estamos plenamente comprometidos con la defensa de esta victoria frente a los fascistas locales y el imperialismo estadounidense. 

Pero deben recordar que si se intentara derrocar a nuestro gobierno, se produciría una insurrección popular a la que se sumarían miembros de las fuerzas armadas. Nadie debe tomar esto a la ligera.

¿Cómo organizó la Comuna El Panal a la gente antes y después de las elecciones?

Durante la campaña, nuestra organización se reunió con frecuencia y organizamos asambleas y otras actividades en la comuna, entre ellas un centro de operaciones que monitoreaba las tendencias en los medios de comunicación y las redes sociales, al tiempo que mapeaba el territorio de la comuna en términos de sus fortalezas y debilidades como una forma de defender la revolución.

También fuimos puerta por puerta para movilizar a la gente para que votara. Hicimos llamadas a miles de personas para explicarles la importancia de las elecciones. Ahora, en el proceso postelectoral, estamos haciendo nuestra parte en la defensa de la revolución, como siempre lo hacemos. 

Sin embargo, para una organización revolucionaria las coyunturas no deben abordarse con espontaneidad, sino que deben aprovecharse estratégicamente. Lenin tenía razón cuando lo enfatizaba en ¿Qué hacer? Este período electoral y postelectoral es precisamente un momento de ese tipo para nosotros en Fuerza Patriótica Alexis Vive.

¿Quién cambiará nuestro país? No serán las guarimbas, no serán los terroristas que sirven a los intereses imperialistas, ni serán las sanciones. Si bien ganar las elecciones es una condición previa, es el pueblo organizado el que logrará los cambios necesarios. 

A medida que se acercaban las elecciones, tuvimos muchos debates en los que enfatizamos constantemente tanto que el gobierno debe atender las demandas legítimas del pueblo que sufre las consecuencias de la guerra económica contra Venezuela, como también que nosotros, los comuneros, ¡somos los llamados a transformar el mundo!

Comuna El Panal (Dikó y archivos)

En momentos en que Estados Unidos intenta derrocar al gobierno venezolano, es útil hacer un balance del momento histórico. ¿Cree que el imperialismo estadounidense está en decadencia?

El imperialismo actual es como una hiena herida que busca desesperadamente su presa, lo que lo hace aún más peligroso. Esta desesperación es evidente en la guerra por poderes que lleva a cabo contra Rusia, su participación directa en el genocidio del pueblo palestino en Gaza y su intento de fomentar un conflicto más amplio en Oriente Medio. Mientras tanto, el imperialismo no ha olvidado su “pivote” estratégico hacia Asia, donde su despliegue militar es grande y crece cada día.

Aunque Estados Unidos está perdiendo terreno en el mundo, eso no lo hace menos peligroso ni garantiza su colapso. ¿Qué significa eso para nosotros en Venezuela? Nuestro país posee las mayores reservas de petróleo del mundo, y un buque cisterna que sale de nuestras costas tarda cinco días en entregar cientos de miles de barriles de petróleo a Estados Unidos, en comparación con los 45 días que tarda un buque cisterna en llegar a Estados Unidos desde Medio Oriente. 

Además, tenemos vastas reservas de gas natural y una abundancia de minerales muy codiciados, incluidos elementos de tierras raras. Finalmente, Venezuela, Brasil, Colombia y Ecuador tienen grandes extensiones de selva amazónica dentro de nuestras fronteras, y el imperialismo ya ha indicado que las quiere para sí al afirmar que es una “reserva para toda la humanidad”. 

¿Qué significa todo esto? Vivimos en un mundo cada vez más peligroso, donde la guerra tradicional persiste pero no es el único método de agresión imperialista. En su desesperación, el imperialismo recurrirá a la guerra biológica, a hambrunas orquestadas y a genocidios.

Están en una ofensiva permanente y sistémica contra los condenados de la tierra. Esto es, sin duda, peligroso, pero también representa una oportunidad para que los pueblos del mundo se unan.

El Consejo Nacional Electoral informó que Nicolás Maduro obtuvo el 51% de los votos, un dato significativo, sobre todo si se tiene en cuenta que estas elecciones estuvieron lejos de ser “libres y justas”, ya que el principal candidato de la oposición, Edmundo González, contó con el respaldo de un imperialismo estadounidense todavía tremendamente poderoso, mientras que Maduro ha tenido que sortear casi una década de sanciones brutales. Sin embargo, este también debería ser un momento de ajuste de cuentas, ya que el chavismo ha perdido algo de terreno en términos perceptivos en comparación con las elecciones presidenciales de 2018. ¿Cuáles cree que son las implicaciones?

En efecto, todo proceso revolucionario debe pasar por momentos de reflexión y creo que somos capaces de hacerlo. Pero también creo que vale la pena destacar que nuestro presidente se ha transformado en un verdadero líder durante el transcurso de este proceso electoral. ¿A qué me refiero con esto? Maduro ha sido el presidente electo de Venezuela desde 2013. Sin embargo, él, junto con el pueblo venezolano, vivió un evento verdaderamente traumático: el asesinato del comandante Chávez, que llevó a Maduro a la presidencia en un momento inesperado.

Desde el momento en que asumió el cargo, los ataques se intensificaron y Maduro tuvo que presidir una nación en duelo y bajo un creciente asedio imperialista.

Nicolás Maduro no salió de la Sierra Maestra ni lideró una insurrección cívico-militar. Nuestro presidente venía de una carrera política que lo llevó desde la Asamblea Nacional hasta ser ministro de Relaciones Exteriores de Chávez. 

Maduro ha enfrentado desafíos sin precedentes: ha sido chantajeado a escala internacional, pero aun así guio al país a través de su peor crisis, generada por el brutal bloqueo estadounidense. Maduro y el pueblo han soportado las guarimbas, los apagones, los ataques con drones e incluso un intento de invasión paramilitar. Sin embargo, no ha vacilado. Esto es extraordinario. Yo diría que ahora Maduro, el presidente, también se ha convertido en Maduro el líder del Proceso Bolivariano.

Ha forjado su liderazgo con “nervios de acero”, como él mismo diría. Estamos entrando ahora en la tercera fase de la Revolución Bolivariana, donde esperamos presenciar el desplazamiento de las relaciones sociales existentes en favor de la emergencia plena del modelo comunal, y esperamos hacerlo en sintonía con nuestro presidente. En ese sentido, iniciativas como las consultas comunales son un primer paso prometedor.

Debemos pasar de la resistencia a la emancipación. Si lo hacemos, estoy seguro de que el chavismo cosechará 10 millones de votos en las próximas elecciones presidenciales.

Para terminar, me gustaría escuchar una breve reflexión sobre el papel de las comunas en la visión estratégica de Chávez para la revolución.

¡Comuna o nada! Este fue el último llamado del Comandante Chávez en su discurso “Golpe de timón” [2012], donde enfatizó que la comuna no es sólo una institución o un lugar específico. La comuna representa un modelo que debe convertirse en el cuerpo y alma de nuestra revolución. Para Chávez, no hay distancia entre la comuna y el proyecto socialista. Sin la comuna, la Revolución Bolivariana perdería su rumbo y el socialismo del siglo XXI carecería de una identidad distintiva.

Nuestra revolución tiene sus raíces profundas en América Latina, en la América Morena [*] que se fortalece en su historia. Pero nuestra revolución también tiene sus raíces en el presente y está comprometida a cambiar todo lo que deba ser cambiado [en alusión a la definición de revolución de Fidel] en el camino hacia la emancipación plena. Tenemos un largo camino por delante, pero si el camino es comunitario, el futuro será brillante.

NOTA

[*] “América Morena” representa un esfuerzo conceptual e ideológico para reconocer y celebrar la diversa identidad cultural y racial de América Latina, enraizada en la historia de colonización, resistencia y diversidad cultural de la región.