AUTOPISTA GRAN CACIQUE GUAICAIPURO

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

«La recuperación de nuestras tradiciones y de nuestras culturas fortalece el sentimiento patriótico y la toma de conciencia para defender la identidad que hoy, una vez más, está siendo agredida. En esa lógica se inscribe la decisión del presidente Maduro».

En un artículo del diario franquista español ABC se critica la decisión del presidente Maduro de cambiar el nombre de la Autopista Francisco Fajardo que atraviesa Caracas de oeste a este por el de Gran Cacique Guaicaipuro.

Que un periódico como ABC, defensor del franquismo, del anacrónico sistema monárquico y vocero de la ultra derecha española reproche la decisión del gobierno de Venezuela, es por si sola una clara señal de lo correcto de la decisión. En el pasado “glorioso” de ABC consta que celebró los golpes de Estado contra Allende en 1973 y contra Chávez en 2002 y que ha expresado manifiestas loas a Hitler y a Franco.  Se sabía que ABC ha defendido estas y otras causas oscuras del pasado reciente de España, pero no teníamos conocimiento que también reivindicaba el genocidio español en América, o ¿cómo se puede llamar el exterminio de más de 65 millones de habitantes originarios de estas tierras?

El colonialismo no sólo significó la persecución, el aniquilamiento y el intento de destrucción de las culturas autóctonas del continente, también supuso el saqueo de los recursos y riquezas naturales. Se implantó un modelo de explotación basado en la esclavitud, el despojo y la implantación por la fuerza de la religión católica.

El fin de la colonia tras la culminación exitosa de la guerra de independencia, supuso la apropiación de las nuevas repúblicas por parte de las oligarquías criollas. En esa medida, es normal que haya mentes alquiladas que reivindiquen ese pasado lo cual es cónsono con la situación de nuestra región en los últimos doscientos años, pero también es sabido que en ningún momento se ha detenido la lucha de los pueblos por su segunda independencia, una vez implantado el sistema neocolonial británico primero y la dominación imperialista estadounidense después.

La recuperación de nuestras tradiciones y de nuestras culturas fortalece el sentimiento patriótico y la toma de conciencia para defender la identidad que hoy, una vez más, está siendo agredida. En esa lógica se inscribe la decisión del presidente Maduro: se trata de rescatar lo mejor de nuestra historia para fortalecer la construcción de la venezolanidad.

Esto no se hace contra nadie en particular ni tampoco contra un país, de lo que se trata es de borrar los vestigios de un sistema que significó, persecución, muerte y dolor para nuestros antepasados, lo que se intenta es construir el porvenir a partir de lo positivo, de lo útil y de lo que aporta valores y principios para la educación de las futuras generaciones.

Precisamente, el próximo mes se conmemorará el bicentenario de los Acuerdos de Trujillo y el encuentro del Libertador con el general Pablo Morillo, máximo jefe español en Nueva Granada y Venezuela. Lo haremos por todo lo alto, honraremos al Padre de la Patria, pero también a Morillo, quien se caracterizó por la ferocidad de su accionar e incluso por la crueldad de su quehacer en la guerra, en tiempos en que “Guerra a Muerte” por medio, nuestros próceres oponían similares comportamientos a favor de la independencia. Pero Venezuela quiere rescatar para el futuro que en medio de esa antagónica confrontación hubo tiempo para el diálogo, la negociación y la búsqueda de la paz. Estos dos líderes fueron capaces de paralizar el conflicto para darse un abrazo, conversar, cenar juntos y hasta dormir bajo el mismo techo en la humilde casa de un campesino en Santa Ana, Trujillo que los cobijó

Si ABC quiere mantener la tradición de los conquistadores, debería proponerle al Ayuntamiento de Madrid que le cambie el nombre al Paseo de la Castellana para ponerle José I y aprovechar de quitar la estatua de Colón que allí se encuentra para poner la de Napoleón Bonaparte. Sería interesante observar la respuesta de los ciudadanos.

Caracas, 26 de octubre 2020