«Lo que no parece comprender Milei es que el gobierno de Argentina no tiene la misma impunidad para ejercer su poder que el gobierno de Estados Unidos».

16 de marzo de 2024 | Fuente: Tramas | Foto: ElDoceTV

Las imágenes del avión venezolano de Emtrasur, secuestrado en la Argentina y desguazado en Estados Unidos, fueron difundidas en medios internacionales. Bastante se ha escrito sobre lo ocurrido pero elegimos un párrafo del periodista Clodovaldo Hernández que nos parece muy atinado: “Hay escenas que delinean perfectamente la personalidad de alguien o el modo de estar en el mundo de un grupo, una élite, una organización o lo que sea. También expresan los parámetros éticos de la sociedad en la que se registran. La destrucción del Boeing 747 de Emtrasur, robado a Venezuela por la pandilla que gobierna Estados Unidos, es una de esas escenas. En las imágenes de la aeronave desguazada se expresa el carácter gansteril del imperio en decadencia. Hace recordar las célebres secuencias de películas de mafiosos, en las que el capo demuestra su poder matando a alguien impunemente, enfrente de todos y con escalofriante sevicia. Lo hace porque puede hacerlo y porque con ello aumenta su poder ante los demás, con el arma de la intimidación, del miedo”.

Los actos de Javier Milei se inscriben en la misma ética: “porque puede” desabastece los comedores populares, cierra la obra pública, va contra TELAM y el INCAA, desfinancia a las Universidades y el CONICET, les roba a los jubilados, etc.

Lo que no parece comprender Milei es que el gobierno de Argentina no tiene la misma impunidad para ejercer su poder que el gobierno de Estados Unidos. En el plano interno, porque más allá de sus decisiones electorales en un ballotage sin alternativas, nuestro pueblo sigue siendo uno de los más combativos del mundo. En el plano internacional, porque la categoría de alcahuete de Estados Unidos es una chapa que cada vez cotiza menos.

La respuesta del gobierno venezolano lo pone en su lugar, resolviendo que: “Ninguna aeronave, que provenga o se dirija a la Argentina, podrá sobrevolar territorio venezolano”.  Y le advierte, en palabras del Viceministro William Castillo: “Milei, tu podrás estar amedrentando a la sociedad argentina. Pero con Venezuela eso no cuela. Ahora te bancas la respuesta de un gobierno soberano”.

La trapisonda de secuestrar un avión comercial en tiempos de Alberto Fernández y de enviarlo a Estados Unidos con el gobierno de Milei, agrega problema a los que el país ya tiene con China, su segundo socio comercial. Ocurre que China tiene con Venezuela un nivel de asociación estratégica “a toda prueba y todo tiempo”. Este es el nivel más alto de las relaciones diplomáticas chinas. Además de Venezuela, solo lo tienen Pakistán, Rusia y Bielorrusia.

La cosecha de enemigos de la política internacional de Milei, y su Canciller Diana Mondino, ya tenía antecedentes con el viaje del presidente a Israel, en pleno desarrollo del ataque genocida a la franja de Gaza, donde subió la apuesta afirmando que la Argentina trasladaría su embajada a Jerusalen. La decisión de instalar su embajada en Jerusalén, una ciudad en disputa con los palestinos, fue una provocación de Donald Trump, que solo ha sido acompañada por dos países:  Guatemala y Papua Nueva Guinea. El resto de los países del mundo, que tienen representación diplomática en Israel, tienen sus embajadas en Tel Aviv.

Este posicionamiento y otras declaraciones como la reivindicación sin límites del “derecho de autodefensa de Israel”, han provocado el repudio del mundo árabe, y reforzado la convicción en la comunidad internacional de que el gobierno argentino es un mandadero de Estados Unidos.  

Este alineamiento político internacional nos retrotrae a la política exterior del Presidente Menem, que conocimos como “relaciones carnales” con Estados Unidos, en la década del 90.

Desde esa orientación política, nuestro país sumó efectivos navales a la guerra del Golfo, y pagamos esa aventura con los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA.

¿En qué conflicto internacional nos puede meter Milei? ¿Cómo ha empezado a afectar la política internacional del gobierno a la relación con nuestros principales socios comerciales (Brasil y China) que son parte del BRICS?  

Estas preguntas están sobre la mesa. El presidente parece no tener estas preocupaciones. Se supone que el perro Conan no le ha hecho ningún comentario sobre ese tema.