
NEOFASCISMO, NEOLIBERALISMO Y CONTRAINSURGENCIA. DE TRUMP Y NETANYAHU A MILEI
Por Néstor Kohan (Cátedra Che Guevara)
«Las nuevas derechas apelan a un híbrido de neofascismo en el terreno político, geoestratégico y cultural; escuela económica austríaca o monetarista y renovadas estrategias de guerra de nueva generación, actualizando la vieja contrainsurgencia»
10 de diciembre de 2025 | Fuente: Periódico “Liberación” de Argentina
Para encontrar soluciones a cualquier tipo de problemas, primero hay que identificar cuáles son esos problemas, su carácter, sus principales contradicciones, sus tendencias. Un punto de vista metodológico que vale para la vida cotidiana, pero que se torna imprescindible si se trata de ubicarse en la época global que vivimos a escala mundial y en la situación latinoamericana y argentina en particular.
Nuestra época se caracteriza por una crisis estructural, de largo plazo, del sistema capitalista mundial en su fase de imperialismo crepuscular. Esa crisis no depende de tres personajes bizarros: un magnate pederasta y extravagante que se tiñe el cabello de naranja; otro señor que apela cínicamente a textos teológicos para legitimar una guerra neocolonial y moderna de limpieza étnica; finalmente, un lumpen sudaca, empleado obediente y sumiso de los otros dos.
La crisis del imperialismo capitalista occidental es estructural y multidimensional (sobreproducción de capitales, subconsumo de las masas laboriosas, colapso ecológico, crisis sanitaria, demográfica y migratoria y, fundamentalmente, ocaso del hegemón euro-norte-americano y su mundo unipolar).
Postular que semejante crisis (mucho más aguda e intensa que las de 1929, 1973-74 y 2007-2008) responde a una contradicción única, plana, simple, homogénea, no sólo deja a la vista una inocultable falencia en el manejo de la teoría crítica marxista (por más que se barnice con citas sueltas y descolgadas de Marx, Lenin, Rosa, etc.). Lo más grave es que conduce a conclusiones políticas erróneas y garrafales.
Si el mundo se dividiera exclusivamente entre “el capital” (así, en general, sin nombre ni apellido, determinaciones sociales y nacionales) y la “fuerza de trabajo” (lo mismo: equiparando al pueblo hambriento de Haití o las masas superexplotadas de África con la “aristocracia obrera” de Inglaterra, Francia, Alemania o Estados Unidos), la conclusión política puede postular disparates como “hay que voltear a los gobiernos de Cuba y Venezuela” o “Maduro es en un enemigo de la clase obrera” (sic). Si no hay de por medio dinero de la inteligencia enemiga (¡ya nada nos asombra!), eso es ignorancia pura y dura, en el mejor de los casos. Así de sencillo.
Si en cambio concebimos al sistema mundial del imperialismo capitalista como un ramillete abigarrado de múltiples contradicciones que coexisten, entonces no sólo se complejiza el análisis. Además eso nos permite intentar construir estrategias de lucha y confrontación mucho más eficaces. Quizás menos “altisonantes”, pero con mayor poder de penetración en la comprensión de las formas de dominación.
De Trump y Netanyahu a Milei: las formas híbridas de la contrarrevolución
Las fuerzas capitalistas contemporáneas, corazón del imperialismo en decadencia, no apelan jamás a una formulita única. Cómoda, chic y de gran aceptación en las Academias occidentales ya que de “un plumazo” aparentan resolver todos los enigmas de la esfinge. Como por arte de magia toda la historia de la humanidad pasaría a explicarse por un esquema de bolsillo. Ya no serviría la concepción materialista y multilineal de la historia, sus múltiples dominaciones, sus contradicciones coexistentes que van modificándose según los resultados de la lucha de clases y los pueblos sojuzgados. No. Por arte de prestidigitadores, los problemas del campo popular y las posibles estrategias de lucha a escala mundial se reducirían a un resurgir del “feudalismo” (sic), sólo que acompañado de plataformas digitales. Otro discurso a la carta, hoy absolutamente de moda, reduce nuestro enemigo al… “varón” (sic), así, nuevamente sin determinaciones de clase, nacionales, culturales, etc. O lo que estaría sucediendo es el agotamiento de “la modernidad” (sic), como si ésta hubiera tenido un carácter único, monocorde y omnicomprensivo.
Con esos discursos tan simplistas (nacidos en general en la Academia yanqui-gringa o francesa) se consiguen becas, pasantías académicas, viajes y sobre todo, reconocimiento en la farándula “progre”… En la práctica semejantes “teorías” (para denominarlas de modo benevolente y no agresivo, aunque distan largamente de serlo) suelen dejarnos en la orfandad, sin una estrategia de confrontación frente a enemigos poderosísimos. Es más, muchas de ellas reciben becas y son alimentadas y alentadas por el mismo imperialismo y los dineros sucios de sus ONGs contrainsurgentes.
Si logramos corrernos dos pasos al costado de esos discursos a la moda (que asoman su cabeza, viven sus minutos de fama y duran no más de 10 ó 15 años para terminar siempre en… mesa de saldos y ofertas), podríamos apreciar que las nuevas derechas apelan a un híbrido de neofascismo en el terreno político, geoestratégico y cultural; escuela económica austríaca o monetarista y renovadas estrategias de guerra de nueva generación, actualizando la vieja contrainsurgencia.
Ni el Pentágono de EEUU ni el guerrerismo neocolonial del sionismo ni la continuidad degradada y bizarra de Alsogaray-Martínez de Hoz, Videla y Massera que sustenta “el experimento” de Milei en Argentina, responden a una fórmula única. Combinan cierto doctrinarismo con no poco pragmatismo. Las antiguas doctrinas del fascismo (tanto de los países imperialistas [1922-1945] como de las sociedades dependientes y periféricas [1964- hasta hoy), se fusionan con la añeja escuela económica austríaca (1870-2025). Invariablemente a partir de una estrategia multiforme que combina las teorías de Karl von Clausewitz con Liddell Hart, bajo la modalidad de guerras asimétricas, cognitivas, de nueva generación, golpes blandos, revoluciones de colores, aproximación indirecta, etc.
Para enfrentar ese proyecto de contrarrevolución mundial necesitamos una estrategia integral que combine la lucha antiimperialista con el antifascismo, incluyendo las diversas culturas y formas de vida que componen el campo antiimperialista internacional y el Eje de la Resistencia.
Buenos Aires, 9 de diciembre de 2025
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