LOS MOTORES PRODUCTIVOS EN VENEZUELA (II)

Por Pascualina Curcio

«En Venezuela, desde hace por lo menos medio siglo, las exportaciones dependen en 95% de la producción petrolera. Aunque no somos un país mono productor porque de todo lo que producimos solo el 15% es petróleo y el resto son otros bienes y servicios, sí somos mono exportadore»s.

Por cada 100 bolívares que se ha reducido la producción en Venezuela desde el año 2013, 60 han sido como consecuencia del ataque al bolívar por parte del imperialismo y los otros 40 debido al desplome de las exportaciones petroleras.

En la parte anterior mostramos cuál es la secuencia que permite explicar por qué el ataque a la moneda genera una disminución de la producción nacional siendo el deterioro del poder adquisitivo consecuencia, a su vez, de la hiperinflación inducida sin ajustes del salario nominal el aspecto clave. En esta parte nos centraremos en la otra arma del imperialismo para impedir que terminen de arrancar los 15 motores productivos de la economía: la afectación de las exportaciones.

En Venezuela, como en cualquier otro país del mundo, las exportaciones tienen un peso importante sobre los niveles internos de producción. Imagine que su hogar es el país, y usted tiene un pequeño huerto donde siembra y cosecha lo que comen a diario. Aunque su huerto esté muy diversificado, incluso, aunque tenga gallinas que le dan huevos y una vaca que le da leche y usted mismo hace el queso, siempre necesitará otros bienes y servicios que, por más que quiera no podrá producir, por ejemplo, vestido y calzado, pero también herramientas, entre otros. No podrá ser autosuficiente. Por lo tanto, necesita recursos/dinero para adquirir fuera esos otros bienes y servicios. ¿Cómo los adquiere? vendiendo fuera de las fronteras de su hogar/país parte de su mercancía.

Ese dinero/divisas que obtuvo por la venta/exportación debería usarse para: 1) poder adquirir insumos, materias primas, maquinarias y repuestos para la producción interna y también mercancías que usted no produce, o sea para importar; 2) pagar los compromisos que haya adquirido, o sea para pagar la deuda externa; 3) tener unos ahorritos en caso de cualquier contingencia, o sea para contar con un buen colchón de reservas internacionales. Claro que, en Venezuela, a esas divisas se les ha dado un cuarto uso históricamente: han engordado las cuentas bancarias de los grandes capitales transnacionalizados.

De no contar con esas divisas, no se podrán importar los insumos y materias primas necesarios para la producción interna, tampoco los bienes que aquí no se producen, mucho menos se podrán honrar los compromisos de deuda externa afectando nuevos financiamientos y ni hablar de la posibilidad de ahorrar y aumentar las reservas internacionales, por el contrario, nos tocará comernos los ahorros, que es lo que ha venido ocurriendo. Las reservas internacionales en Venezuela han disminuido 69% desde el 2013 hasta el 2019, pasaron de US$ 21.478 millones a US$ 6.630 millones (datos del BCV).

En Venezuela, desde hace por lo menos medio siglo, las exportaciones dependen en 95% de la producción petrolera. Aunque no somos un país mono productor porque de todo lo que producimos solo el 15% es petróleo y el resto son otros bienes y servicios, sí somos mono exportadores. Es el talón de Aquiles de nuestra economía. Cualquier afectación de dichas exportaciones, sea por la vía de los precios o de las cantidades, desencadena aguas abajo una distorsión a toda la economía nacional. En términos de teorías de guerras no convencionales, la del Caos Constructivo es la que mejor aplica, con mover una sola variable, en este caso exportaciones petroleras, generan todo un caos que se suma al que crea la otra variable estratégica importante, el precio del bolívar.

Las exportaciones petroleras han disminuido 74% desde el año 2013 hasta el 2019, pasaron de US$ 85.605 millones a US$ 22.491 millones (datos de la OPEP). En un primer momento, entre los años 2013 y 2016, el ataque a la industria fue, principalmente por la vía de los precios. Por primera vez en la historia disminuyeron durante 4 años consecutivos pasando de 96,66 US$/barril en 2013 a 34,02 US$/barril en 2016. Para el año 2017 comenzaron a recuperarse los precios internacionales pero la producción de crudo en Venezuela comenzó a registrar una abrupta caída. Disminuyó 64% desde 2013 hasta 2019. Pasamos de producir 2.786 miles de barriles diarios en 2013 a 1.013 en 2019.

En Chile, a principios de los 70, no por casualidad disminuyó el precio del cobre, principal fuente de ingresos de divisas de ese país (el 80% de las exportaciones) sumado a las huelgas nacionales promovidas por los partidos de ultraderecha para paralizar las minas. El ataque a la industria del cobre fue parte de las acciones encubiertas en Chile según el informe presentado en 1975 por los senadores estadounidenses en el que demostraron la participación de la CIA en el derrocamiento de Allende.

Los ataques del imperialismo contra nuestra economía y por tanto contra el pueblo venezolano han sido certeros. Nos están dando en los puntos estratégicos: 1) el precio del bolívar y 2) nuestra principal fuente de ingresos, el petróleo.

Obviamente hay que producir, nadie lo pone en duda, y hay que diversificar las exportaciones, tampoco está en duda, claro, en el entendido que primero se deben cubrir las necesidades de consumo interno antes de vender fuera la cosecha, la gallina y la vaca y hasta los huevos, leche y queso que se producen.

Pero es importante comprender que no se encenderán los motores productivos, ni para el consumo interno, ni tampoco para la exportación, hasta que estratégicamente no se detenga el ataque al bolívar y no se recupere, en el corto plazo, la producción petrolera.

Lo que ha estado ocurriendo estos últimos 7 años es que, mientras quienes diseñan la política económica, en un ejercicio teórico, sin reconocer que el ataque al bolívar es la principal arma económica, mucho menos actuar en consecuencia, y sin terminar de meterle el ojo a lo que ocurre con la producción petrolera, intentan empujar y empujar para que terminen de encender y arrancar los 15 motores, el enemigo, que nunca descansa, sigue haciendo su trabajo y no solo ejerce resistencia a ese empuje de los motores impidiendo que arranquen, sino que con mayor fuerza hala y hala en sentido contrario logrando que los pocos motores que estaban encendidos se vayan apagando.

Comencemos, estratégicamente, por reconocer el daño que está causando el ataque al bolívar, tanto en el deterioro del poder adquisitivo como en la caída de la producción, ese ya sería un gran paso. Segundo, actuemos en consecuencia y detengamos la manipulación política del tipo de cambio. Tercero, veamos qué ocurre con la producción en PDVSA. El bloqueo no es excusa, preguntemos a los rusos e iraníes. Si hasta sin cerebro dejaron a la industria en 2002 y Chávez, con la clase obrera la revivió ¿cómo es que no va a sobrevivir ahora?

Mientras tanto y entre otros muchos aspectos, es urgente recuperar el salario real (el salario nominal con respecto a los precios) y el relativo (el salario nominal con respecto a las exorbitantes ganancias de la burguesía) no solo por un asunto de dignificación de la clase obrera y su prole, principal soldado de esta batalla contra el imperialismo, a la que, dicho sea de paso, se debe y está obligada la revolución bolivariana, sino además para contribuir al verdadero arranque de los 15 motores productivos.

Fuente: AbreBrecha