Por Claudio Katz

«La UE se quedó sin oxígeno con la deserción de Inglaterra e ingresó en un tobogán descendente con la guerra de Ucrania. La obediencia al Pentágono ha sido un suicidio, que transformó las falencias de la economía germana en un agudo desplome».

Buenos Aires, 22 de febrero 2025

Trump volvió con discursos imperialistas explícitos que sepultan todas las formalidades de la diplomacia. Propone erigir una nueva edad de oro para su país sobre los escombros del resto. Comprar Groenlandia, recuperar Panamá, anexar Canadá son proclamas extremas de una pretensión imperial sin disfraces.

Su descaro transparenta todas las falacias del globalismo liberal, que disfraza los mismos propósitos con hipócritas exaltaciones a la democracia y la libertad. Trump proclama su ambición de dominio soslayando esa grandilocuencia (Tharoor, 2025).

En los hechos, se limita a exponer ridículos pretextos sobre la adversa relación de Estados Unidos con sus socios o clientes del planeta. La “falta de reciprocidad” que esgrime en desmedro de la primera potencia opera exactamente al revés. El imperio del Norte no aporta recursos al resto del planeta. Sustrae enormes beneficios, que el magnate considera insuficientes.

Europa es la pieza central del operativo trumpista. Aspira a subordinar a ese peso pesado a la gran disputa con China. Su objetivo de máxima es latinoamericanizar al Viejo Continente a partir de exigencias arancelarias. Demanda el suministro europeo de productos baratos y la compra de bienes norteamericanos a precios elevados. Esa desigualdad por mera imposición de la Casa Blanca ya fue anticipada por el primer Trump, cuando incrementó los aranceles del acero y el aluminio. Ahora aspira a transformar esa punición sectorial en una escalada de proteccionismo generalizado.

El sometimiento de Europa presupone aumentar la dependencia energética, que Estados Unidos impuso con su venta de gas licuado, para reemplazar la provisión del combustible suministrado por Moscú. El Departamento de Estado utilizó la guerra de Ucrania para forzar exportaciones que cuadruplican el precio del gas ruso. La destrucción por medio de un sabotaje del gasoducto Nord Stream consolidó ese drástico cambio a favor del proveedor yanqui.

Europa ya depende también de las tecnologías digitales estadounidenses y Musk recorre el Viejo Continente para reforzar esa ligazón. Discutió con Meloni el nuevo contrato con su empresa Starlink y se aseguró con otros mandatarios, la marginalidad europea en la batalla por la Inteligencia Artificial.

Trump espera afianzar el padrinazgo yanqui sobre la economía europea mediante el fortalecimiento del dólar y la depreciación del euro. Con esa primacía monetaria multiplicaría la sumisión energética y tecnológica de su vasallo. Su propósito estratégico es reindustrializar a Estados Unidos desindustrializando al Viejo Continente.

El magnate convoca a las empresas transnacionales a trasladar sus plantas a la otra orilla del Atlántico. Ofrece subsidios y ventajas impositivas, con un mensaje amenazador de aumento de los aranceles, a quienes decidan permanecer fuera del territorio estadounidense.

Su ultimátum también incluye el ciego acompañamiento a las sanciones contra China. Trump espera lograr el mismo acatamiento que Biden impuso a las penalidades contra Rusia. Salta a la vista, que las puniciones a Beijing suscitarán en la Unión Europea la misma adversidad que tuvieron los castigos a Moscú.  

El incremento del aporte europeo a la OTAN es otro gravamen, que Trump ahora extremó al inédito porcentual del 5% del PBI. Con ese desangre presupuestario pretende acentuar el debilitamiento productivo del Viejo Continente, mientras refuerza los negocios del Pentágono en la provisión de armamento.

La militarización general de Europa apuntala el clima ideológico de guerra fría, que las empresas estadounidenses propician para recuperar primacía. Esa vieja receta de posguerra vuelve a escena con la misma intensidad que en el siglo XX.

Pero la subordinación económica del Viejo Continente requiere una sujeción política equivalente, que ya es gestionada con descarada injerencia por los emisarios de Trump en las campañas electorales de Europa.

Musk cumple esa misión con mayor prepotencia que su antecesor Banon. Construye una madeja de aliados a cambio de financiación y publicidad en las redes (Godin, 2025). Participa con el símbolo nazi en las manifestaciones de la ultraderecha alemana, propicia la llegada al gobierno de los exponentes austríacos de la misma formación y exalta en Gran Bretaña a los artífices del Brexit.

Con esa última confluencia, refuerza el activo papel de Inglaterra en la erosión de la Unión Europea a favor de la supremacía yanqui. La propuesta trumpista de anexar Canadá se inscribe en esa consolidación del eje anglo-americano, puesto que Ottawa mantiene un vetusto régimen político atado a los monarcas de Londres.

La Unión Europea se encuentra en estado de shock ante la andanada de Trump. La fragilidad del doble comando de esa asociación se acrecienta, con el deterioro conjunto de una potencia económica sin peso militar (Alemania) y de un imperio extinguido sin gravitación productiva (Francia).

La UE se quedó sin oxígeno con la deserción de Inglaterra e ingresó en un tobogán descendente con la guerra de Ucrania. La obediencia al Pentágono ha sido un suicidio, que transformó las falencias de la economía germana en un agudo desplome. Ese retroceso contagia a toda la Eurozona, que languidece con tasas de crecimiento del 0,2- 1% anual (Mertens, 2025). Bruselas ha perdido incluso autoridad para gestionar las crisis de su propio ámbito. El protagonismo que tuvo para someter a Grecia en la década pasada ya quedó atrás y ahora tan solo impera la parálisis y la vacilación.

En esa genuflexión se asienta la arrogancia de Trump. Supone que los subordinados europeos acatarán sus órdenes, por el mero temor a perder la custodia imperial que ejerce Estados Unidos. Pero en los hechos, ya despuntan las tensiones y la fractura transatlántica es una explosiva perspectiva que Washington desconsidera, con la misma ceguera que atropella al resto del mundo                                                                  

                                                                                                          18-2-2025      

Referencias

Tharoor, Ishaan (2025). Expansionismo. Trump odia el “globalismo”, pero parece gustarle el imperialismo: ¿A qué está jugando? https://www.lanacion.com.ar/autor/ishaan-tharoor-10504/

Godin, Romanic (2025). Elon Musk reitera su apoyo a la extrema derecha alemana en su intento de construir un mundo propio 01/01, https://www.sinpermiso.info/textos/elon-musk-reitera-su-apoyo-a-la-extrema-derecha-alemana-en-su-intento-de-construir-un-mundo-propio

Mertens, Peter (2025) ¿Qué piensa hacernos Trump en estos tiempos convulsos?, 26/01https://sinpermiso.info/textos/que-piensa-hacernos-trump-en-estos-tiempos-convulsos