Por Guillermo Cieza

«El pueblo y el gobierno venezolano son un obstáculo para el imperio, porque ni produce, ni trafica, y tiene un consumo muy bajo de drogas ilegales»

2 de noviembre de 2025 | Fuente: Huella del Sur | Foto: Noticias de Venezuela

El problema que tiene Estados Unidos en Venezuela con el narcotráfico es que se trata de un territorio donde no se produce y son bajísimos los niveles de tráfico y de consumo, por lo cual las drogas duras no actúan como desarticuladores sociales. Drogas como la cocaína, la heroína y el fentanilo han sido siempre auxiliares de la dominación de los pueblos por parte de las elites y los poderes imperiales, Venezuela no solo no es un narcogobierno, es la excepción en Nuestramérica, por la baja incidencia del narcotráfico en la política y la vida de las comunidades.

Un reciente informe de la BBC, fechado en Londres, a principios de octubre, da cuenta del mapa de la droga en la actualidad y precisa que, según los organismos internacionales que investigan el tema, los principales países productores de cocaína siguen siendo Colombia, Perú y Bolivia y que la mayor producción de fentanilo se realiza en México cerca de la frontera estadounidense. Estados Unidos sigue siendo el primer consumidor del planeta de las drogas mencionadas. Y con respecto al tráfico, precisa el Centro Internacional de Investigación y Análisis contra el Narcotráfico Marítimo (CIMCON): “En los últimos cinco años, el Pacífico se ha consolidado como una de las principales rutas de salida de cocaína producida en Colombia, Perú y Bolivia“. Con sede en Cartagena, CIMCON forma parte de la Armada colombiana, pero cuenta con investigadores y oficiales navales de otras naciones como Brasil, México, Ecuador y los Países Bajos. Un reciente informe del organismo agrega que “La incautación de droga en la región ha aumentado significativamente, especialmente en Ecuador, donde se ha registrado un crecimiento del 380% en decomisos marítimos“. Este organismo reporta incautaciones de cocaína en la zona del Pacífico de alrededor de 1500 toneladas entre 2020 y 2024.

Con respecto a las rutas de la cocaína hacia Estados Unidos, el último informe de la DEA, precisa que transitaron por el océano Pacífico “el 74% de los envíos dirigidos a EE.UU. en 2019, mientras el 16% lo hizo por el Caribe Occidental. Solo un 8% de esos embarques partieron del caribe venezolano“. Este informe está reflejado en la Evaluación Nacional de las Amenazas de la Droga 2020.

Con respecto a la ruta de la cocaína que se trafica hacia la Unión Europea, la ruta más frecuente es utilizando la vía navegable Paraguay-Paraná y sale por el Río de la Plata. Este tráfico compromete a los gobiernos de los tres países que deben controlar esos ríos. Hoy se sabe que Paraguay es el cuarto exportador mundial de cocaína, que en Uruguay se desarrolló el Cartel Marset, y que en la Argentina gobierna una fuerza política que, en sus orígenes, cuando era “Avanza libertad” estaba impulsado por dirigentes acusados de tener nexos con el narcotráfico. Uno de estos dirigentes, José Luis Espert, debió renunciar en los útimos días a su candidatura a primer diputado nacional por el distrito más numeroso, cuando apareció documentación que lo vinculaba a aportes financieros del narcotraficante Federico Machado, reclamado por la justicia estadounidense.

La acusación realizada al gobierno venezolano por supuesto tráfico de drogas y conformación de un Cartel, no tiene base alguna en la información disponible de los distintos organismos internacionales que investigan el tema. Y la respuesta más obvia ha sido que se trata de un invento para deponer al gobierno de Maduro y apoderarse de las reservas petroleras más grandes de ese país, que son además de extracción convencional. Porque son de un costo bajo de extracción, lo que permite soportar caídas del precio internacional del petróleo por debajo de los 45 dólares el barril. Por una cuestión de costos, ese precio no puede ser soportado por quienes hacen fracking.

Venezuela tiene además grandes reservas de oro, hierro, bauxita y de agua potable. Pero la cuestión de las drogas tampoco queda al margen de las preocupaciones estadounidenses.

El mismo informe de la BBC comenta que “el número de consumidores de cocaína a nivel mundial ha seguido creciendo: se estima que 25 millones de personas consumieron la droga en 2023, frente a 17 millones en 2013“. La mayor parte de los consumidores viven en Estados Unidos, donde la muerte por sobredosis es cada vez más frecuente. Aunque debe reconocerse que el fentanilo es más letal, por esa droga en 2024 se registraron en ese país, 48.400 decesos.

El problema de las drogas en Venezuela.

El conflicto planteado entre Estados Unidos y Venezuela a partir de la llegada del chavismo al gobierno hace 25 años, la ruptura con la DEA y la no vinculación con el ejercito estadounidense, ha tenido consecuencias en lo que hace al consumo de drogas ilegales y la utilización de ese país en las rutas del narcotráfico. Como bien señala el escritor e intelectual venezolano, Luis Britto García:  “Dondequiera que llegan tropas estadounidenses irrumpe masivamente la drogaEn Panamá desde 1905, en México durante la expedición punitiva de Pershing, en 1916, en Europa por el pacto del gobierno de indultar Lucky Luciano a cambio de colaboración en 1942. en Cuba el contubernio de la base Guantánamo con el dictador Batista, protegió la instalación de la mafia de Luciano y Meyer Lanski. en Laos, Camboya, y Vietnam la CIA instaló el narcotráfico mediante su Aerolínea Air América. La misma agencia traficó estupefacientes para financiar a la contra en Nicaragua. Para resumir una historia interminabl en sitios donde se instalan bases o tropas estadounidenses devienen irremisiblemente enclaves de tráfico. Afganistán, Siria, Guatemala , Perú, Ecuador, Colombia, Panamá. Estados Unidos no es una excepción a la regla”. Resumiendo, cuanto menos vinculaciones tiene un país con el ejército estadounidense, incluso el organismo que supuestamente la combate, la DEA, hay menos droga.

El mismo escritor, que desde hace años ha venido preocupandose por el tema, señala que gracias a sus multiples esfuerzos, los narcos han obtenido en los últimos años algunos avances en Venezuela. Por un lado, promoviendo el consumo en las bandas locales de delincuentes, que fueron infiltrados por paramilitares colombianos, y por otro, invirtiendo algunos capitales en zonas turísticas, y en la instalación de casinos. Pero esos avances están muy lejos de los que se propusieron.

Venezuela es la contracara americana de Estados Unidos. No solo es un país que no produce drogas, sino de bajísimo consumo. Por distintas razones, incluidas las razones militantes, conozco 20 de los 23 estados venezolanos y he vivido por algún tiempo en Caracas, Aragua, Miranda y Lara. Por el tipo de formación que hacíamos, con encerronas de 10 a 15 días, con total prohibición de alcohol y drogas, pude compartir muchos espacios de conversación con participantes de distintos estados y verificar también posibles “contrabandos”. Solo registré un par de oportunidades en que se coló, sin permiso, una botella de ron. En esos encuentros hasta conocí a la esposa de un “pran” (jefe local de la delincuencia) y trabé cierta confianza, lo que me permitió ampliar mis conocimientos sobre el mundo del delito venezolano. Ella me comentó que con la merca no querían saber nada, que ese era asunto de “los colombianos”.

Tuve la posibilidad de ingresar a barrios que controlaban bandas de delincuentes. Y estando en Aragua estuve viviendo algunas semanas en la casa de una compañera, en Villa de Cura. Esa localidad está considerada la base originaria del Tren de Aragua. En Venezuela solo encontré un poco de marihuana en Caracas, algunos porros con fines recreativos y en ambientes juveniles y vinculados al arte, algo muy parecido a lo que ocurría en la Argentina en la década del 60. También encontré alcohol, mucha cerveza y algo de ron y cocuy.

Pero en todo mi recorrido pude verificar que la droga, o la preocupación de las familias porque los jóvenes consumieran era casi inexistente. Lo que encontré, fueron fuertes lazos comunitarios, y barrios como el urbanismo Zamora donde viví, que tenían agua solo una vez por semana (y había que juntarla cuando llegaba el camión en tambores de plástico), pero donde los niños jugaban en la calle hasta altas horas de la noche. La preocupación de las madres no era que su hijo se hiciera drogadicto, sino que se hiciera malandro (delincuente). Y si eso ocurría: su hijo podría robar, matar o consumir drogas. Pero la droga no estaba en el barrio, como algo que se ofrecía o se transaba para el consumo. Su presencia se olfatea, se percibe, por la rotura de lazos comunitarios, por la presencia de personas quebradas que deambulan en las calles, mendigando o ni siquiera eso.

Es cierto que, para Estados Unidos, la droga en Venezuela es un problema. Pero no su producción, ni su tráfico, ni su consumo, sino su casi inexistente presencia en la vida cotidiana. Esto lo pude verificar, aunque no pude precisar sus razones. ¿Será por el control del gobierno? ¿Por motivos religiosos? ¿Por el hecho que la población afrodescendiente u originaria, conoce y maneja, desde tiempos ancestrales, yuyos naturales, que utiliza en ceremonias comunitarias para alcanzar otros estados de conciencia? Quizás por algunas de esas razones, o por todas juntas, esa lejanía es un factor relevante a la hora de mantener una identidad nacional y prácticas comunitarias, que resultan un verdadero escollo para las prácticas imperiales. Romper los lazos comunitarios y la autoestima de los pueblos, es funcional a ejercer la dominación.

Parece inexplicable que, en países como Estados Unidos, la sociedad acepte que un puñado de super millonarios tenga más riqueza que el 54% que la población más pobre. Una de las razones puede ser que se promueve el consumo de drogas duras, que actúa como gran desarticulador social. A esto puede sumares que la comunicación está monopolizada en un 90% por las élites y la presencia de las ”drogas virtuales” promovidas por ejércitos de influencers y mercenarios de la alineación social y política. El narcotráfico no es un “cuerpo extraño” en el capitalismo mundial. Es un componente que contribuye a su funcionamiento, y que explica un porcentaje importante de los capitales circulantes. Según el investigador argentino Jorge Beinstein, representaba alrededor del 10% del PBI mundial. Este investigador lo calificaba también como “un negocio de los países ricos, por los que son culpabilizados los países pobres”

Las políticas de “ordenar el patio trasero”, también tienen que ver con promover la libre circulación de las drogas duras, estimular el consumo de la población, y facilitar el ingreso de los narcos a todos los estamentos del Estado. Quizás, por eso ocurre lo que está sucediendo en Colombia. En ese país, durante décadas los gobiernos colombianos tuvieron fuertes vínculos con los narcos y contaron con el apoyo de Estados Unidos. Ahora que tienen un presidente como Gustavo Petro, que es quien ha hecho más incautaciones y ha ejecutado políticas para que los campesinos abandonen las plantaciones de coca, es acusado por Trump de narco e incluido en la Lista Clinton (empresas y personas vinculadas al narcotráfico).

Por las mismas razones, el pueblo y el gobierno venezolano son un obstáculo para el imperio, porque ni produce, ni trafica, y tiene un consumo muy bajo de drogas ilegales. El imperio norteamericano ha conseguido con sanciones y bloqueos, hambrear al pueblo y que muchos migraran, pero no han podido romper su tejido social, ni sus prácticas comunitarias, ni su orgullo por su identidad nacional, ni las barreras que encuentra el narcotráfico en el propio pueblo venezolano.