Por Walter Palacios Vinces

«Cuba respondió de inmediato a la agresiva Declaración de San José aprobando la I Declaración de la Habana presentada por Fidel el 2 de setiembre de 1960 en la Plaza de la Revolución ante millares de cubanos».

25 de noviembre de 2023

Hace 10 años, en el 2013, el Instituto de Estudios Peruanos IEP, publicó la primera edición del libro Historia de la corrupción en el Perú del historiador peruano Alfonso W. Quiroz. Ese texto tuvo acogida en medios académicos, entre politólogos y público en general.

Se considera que Historia de la corrupción en el Perú, es un libro que contribuye al desarrollo de la historiografía peruana. No voy hacer una apreciación crítica de la obra, sin embargo, me permito no compartir algunas interpretaciones del autor sobre temas expuestos en algunos párrafos de los Capítulos V y VI de su libro (segunda edición de 2013) en los que se refiere a la Cuba revolucionaria y a la izquierda peruana sobre sucesos que tuvieron lugar a fines de 1960 e inicios de 1961.

Para exponer mejor mis observaciones transcribo a continuación, en forma textual, los párrafos del Capítulo V del mencionado libro, en los que se trata el tema que me interesa aclarar. Veamos lo que afirma el historiador Alfonso Quiroz:

En noviembre de 1960, una incursión en las oficinas de la embajada cubana, llevada a cabo por exiliados cubanos anticastristas, reveló documentos secretos firmados por Luís Ricardo Alonso, el embajador de Cuba en el Perú. Los documentos capturados implicaban a una vasta red de políticos, parlamentarios, periodistas, dirigentes estudiantiles y activistas de izquierda como agentes pagados del gobierno cubano. El 4 de enero de 1961, Ricardo Elías Aparicio, ministro de Gobierno y Policía, y Alejandro Cuadra Rabines, ministro de Guerra, presentaron información adicional de la inteligencia peruana durante una tormentosa sesión del Senado. Allí dieron los nombres de quienes habían recibido estipendios y pagos mensuales del gobierno cubano a través de su embajada para que llevaran a cabo campañas políticas contra el gobierno peruano. Entre los operadores políticos izquierdistas pagados, los más prominentes eran conspicuos críticos de los arreglos con la IPC. A pesar de las excusas ideológicas y de las justificaciones hechas a nombre de la justicia social y del antimperialismo, este tipo de corrupción estuvo difundido dentro de la izquierda legal desde el inicio de su influencia en la política nacional. 206” (págs. 291 – 292)

(Recién en la nota bibliográfica 206 del Capítulo V, se relativiza el hecho al decir que “Para un desmentido de los cargos formales contra los políticos y simpatizantes de izquierda que supuestamente recibieron pagos “revolucionarios” a cambio de…”) (p 306).

De la redacción del texto anteriormente transcrito y la presentación de los hechos en forma afirmativa, se podría concluir que, para el historiador Quiroz, los “documentos secretos firmados por el embajador cubano Luis Ricardo Alonso”, robados de la embajada cubana en Lima por agentes contra revolucionarios eran verdaderos y los acontecimientos se desarrollaron como se describe en su libro.

Puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que esos hechos tuvieron una connotación diferente a la que se les da en el libro y ocurrieron en un contexto que es importante revisar para explicar y comprender lo que realmente sucedió.

. La década de los 60 fue una época con repercusiones de la guerra fría y duras campañas de macartismo en la que se desataba, desde los Estados Unidos –con el apoyo de los gobiernos que se alineaban incondicionalmente bajo su influencia–, una intensa campaña contra las izquierdas y, especialmente, contra Cuba revolucionaria que, después del triunfo de la lucha guerrillera, desarrollaba profundas medidas transformadoras como la reforma agraria y la expropiación de empresas dentro de las que habían propiedades de ciudadanos norteamericanos. Frente a ello, Estados Unidos decreta una serie de medidas contra Cuba, como el ilegal e inhumano bloqueo que dura hasta nuestros días.

En el Perú, teníamos el gobierno Oligárquico y pro imperialista del presidente Manuel Prado Ugarteche y su primer ministro Pedro Beltrán Espantoso, propietario y director del diario La Prensa, que respondía obsecuentemente a los dictados del gobierno norteamericano. Era el gobierno de la Convivencia apoyado por el partido aprista, es en ese contexto que se dan los hechos mencionados en el libro del historiador Quiroz.

El 8 de noviembre de 1960, un grupo de exiliados cubanos anticastristas, capitaneados por el agente provocador Armando Cruz Cobos que fungía de colaborador periodístico del diario La Tribuna, órgano del partido aprista, asalta el local de la embajada cubana ubicado, en esa época, en pleno centro de Lima, en la Colmena derecha N.° 611 Ofc. 81 y saquea archivos con documentos oficiales supuestamente secretos y comprometedores para la izquierda peruana y el gobierno revolucionario de Fidel Castro. Lo curioso y sorprendente del hecho fue que la policía peruana no cumpliera eficientemente su función de custodiar un local diplomático y no investigara los hechos. Tampoco lo fue que la justicia peruana no interviniera para procesar y sancionar a los responsables de ese delito.

Después de mes y medio, el 28 de diciembre, mientras el presidente Manuel Prado se encontraba de gira por el departamento de La Libertad, los medios de prensa peruanos e internacionales, recién dieron a conocer la existencia de documentos secretos sustraídos de la embajada cubana con la firma (¿verdadera o falsa?) del embajador cubano Ricardo Alonso. Recordemos que poco tiempo después, en 1965, el mencionado diplomático cubano, mientras se desempeñaba como embajador de Cuba en Inglaterra, desertó del proceso revolucionario para pasarse al lado de la contra revolución y solicitar asilo en los Estados Unidos de Norteamérica donde se trasladó con su familia y vivió muchos años, hasta su muerte en 2015.

Coincidentemente, ese mismo día, 28 de diciembre, fue presentada una denuncia, nada menos que en el Congreso de Chile, por el diputado conservador Luís Valdez Larraín, acusando al comunismo internacional y concretamente al gobierno de Cuba de realizar acciones contra los gobiernos latinoamericanos y específicamente contra el peruano.

Al día siguiente, el 29 de diciembre, la denuncia del diputado conservador chileno fue publicada íntegramente en el Diario Ilustrado de Santiago de Chile, como “Documento Parlamentario” la misma que fue editorializada y difundida por otros diarios de ese país como El Mercurio.

Los documentos publicados en Chile sobre la situación interna en Perú leídos por el diputado Valdez Larraín en el Congreso de ese país, fueron presentados el día 4 de enero de 1961 en la Cámara de Senadores de Perú por los ministros Ricardo Elías Aparicio y Alejandro Cuadra Rabines, de Gobierno y Policía y de Defensa, respectivamente. No fue información adicional de la inteligencia peruana, como se dice en el libro del historiador Quiroz, sino copia de lo publicado en Chile y que correspondían a documentos fraguados por los contras revolucionarios cubanos agrupados en el llamado Frente Revolucionario Democrático FRD con sede en Miami.

El documento fue suministrado desde Miami EEUU, como Declaración Jurada personal del exiliado cubano Francisco Ramos Montejo, en el que aparecían listas de decenas de organizaciones y dirigentes de la izquierda peruana, incluyendo a personalidades (que nada tenían que ver con la izquierda como periodistas del diario El Comercio, así como Francisco “Paco” Igartúa, director, en esa época, de la revista Caretas) recibiendo supuestas sumas de dinero del gobierno cubano.

Los hechos reseñados anteriormente eran parte de un premeditado plan para atacar y aislar al Gobierno Revolucionario cubano. Prueba de ello es que, en esos días, el 30 de diciembre de 1960, el gobierno peruano de Manuel Prado, rompe relaciones diplomáticas con el gobierno de Cuba, tomando como pretexto el contenido de esos falsos documentos y la manifestación de los estudiantes universitarios de Trujillo apoyando a la revolución Cubana y de rechazo a la visita del Presidente Manuel Prado a la ciudad norteña.

10° Poco antes, por iniciativa del gobierno peruano, la OEA había convocado a la VII reunión de consulta de los cancilleres realizada del 23 al 29 de agosto de 1960, en San José de Costa Rica, en la que se aprobó la declaración de San José donde sancionaron a Cuba. El Perú estuvo representado por el Canciller Raúl Porras Barrenechea quien, en decisión histórica, no firmó la declaración anticubana, por lo que el presidente Prado obligó a que lo haga el representante peruano ante la OEA, Juan Bautista Lavalle, sin ser Canciller ni delegado a la VII reunión. De regreso a Lima el Dr. Raúl Porras Barrenechea presentó su carta de renuncia a la Cancillería.

11° Cuba respondió de inmediato a la agresiva Declaración de San José aprobando la I Declaración de la Habana presentada por Fidel el 2 de setiembre de 1960 en la Plaza de la Revolución ante millares de cubanos. Dos años más tarde, el 25 de enero de 1962, Cuba fue excluida de la OEA en la VIII Conferencia de Punta del Este, Uruguay. Cuba responde nuevamente: El 4 de febrero del mismo año, se aprueba la II Declaración de la Habana que Fidel presenta en la Plaza de la Revolución ante una multitud incalculable de cubanos, respondiendo a los acuerdos de la OEA que excluía a Cuba de la comunidad de países americanos.

He querido presentar parte del contexto político que se daba en el país y América cuando sucedieron los hechos que se presentan como ciertos en el libro de Alfonso Quiroz y que comprometen a la Cuba de Fidel y a la izquierda peruana. Quiero destacar que no pretendo negar ni desconocer que en la izquierda peruana se pudieran haber dado hechos puntuales de corrupción en esa época. Esa no es mi intención. Deseo, sí, contribuir en la tarea de aclarar esos hechos, con pruebas documentales, como parte de la verdad histórica.

Así tenemos, por ejemplo, que no son ciertas las afirmaciones hechas en el texto como: “A pesar de las excusas ideológicas y de las justificaciones hechas a nombre de la justicia social y del antimperialismo, este tipo de corrupción estuvo difundido dentro de la izquierda legal desde el inicio de su influencia en la política nacional, 206”.

En primer lugar, porque no es verdad que hubo excusas ideológicas o justificaciones de los izquierdistas mencionados como participantes de esos hechos, por el contrario, todos negaron y rechazaron pública y enérgicamente tales infundios como Carlos Malpica Silva Santisteban, Alberto Ruiz Eldredge, Efraín Ruiz Caro, Alfonso Montesinos, Germán tito Gutiérrez y Alfonso Benavides Correa, para mencionar a los más conocidos dentro de los acusados. El último de los nombrados llegó a calificar de “cobarde, miserable” al ministro de Guerra, General E.P. Alejandro Cuadra Rabines en forma presencial y en plena sesión de la Cámara de Senadores llegando a denunciarlo con una querella por difamación.

En segundo lugar, aunque no fui parte de la izquierda legal a la que hace referencia el historiador Quiroz – fui militante y dirigente del MIR, organización de la izquierda guerrillera– no puedo estar de acuerdo con la generalización que hace en el sentido de que “este tipo de corrupción estuvo difundido dentro de la izquierda legal desde el inicio de su influencia en la política nacional”. (La izquierda inició su influencia en la política nacional desde los años 20 con Mariátegui. ¿Supo el Amauta de estos hechos como lo denuncia el historiador Quiroz?). Es una afirmación ligera, por decir lo menos, sin aportar pruebas de hechos que la sustenten. Repito, no se trata de negar ni desconocer que en la izquierda de los años 60 se pudieran haber presentado casos puntuales de corrupción y nos hubiera gustado conocer relación de casos con las pruebas correspondientes.

Debo agregar, antes de finalizar, mi desacuerdo con lo expuesto en parte del Capítulo VI de su libro al referirse al gobierno del General Velasco Alvarado, a la situación de la International Petroleum Company IPC, y cuando vuelve a tocar lo sucedido en la Embajada de Cuba y lo de los pagos a dirigentes izquierdistas, aunque ahora no lo afirme sino lo coloque en condicional. (págs. 322 – 323)

Hubiera sido muy interesante conversar con el autor de este libro y plantearle algunas inquietudes como las que aquí formulo. Lamentablemente Alfonso Quiroz falleció en enero de 2013 antes de que se publicara la segunda edición en castellano de su libro que él revisó y que he tomado como referencia.

Arequipa, octubre de 2023.
Las fotografías que ilustran esta crónica han sido tomadas de las publicaciones de la época que se encuentran archivadas en la Biblioteca Nacional del Perú.