PICARDÍAS
Por Guillermo Cieza
«¿Fue una sorpresa? ¿O acaso no era cierto que en los últimos meses los políticos, comunicadores y epidemiólogos oficialistas habían hecho desaparecer a Venezuela del mapa? ¿Quien escuchó decir que Venezuela con treinta millones de habitantes desde que empezó la epidemia tiene 600 muertos y nosotros tenemos 400 por día? ¿Quien escucho comparar esas cifras con las de Colombia?».
Alguna vez el actual Canciller de la República, Felipe Sola definió que una de las principales virtudes de un político era la capacidad de hacerse el boludo. De no preguntar demasiado cuando pasaban delante de sus ojos de político o funcionario algunos hechos o situaciones que olían a podrido.
Felipe había sido un joven idealista, alguien me comentó que militó en Montoneros, mas probable que fuera en la Juventud Peronista que adhería a esa organización. Pero con el correr de los años, fue aprendiendo a ser político y cuando desembarcó en la Secretaria de de Agricultura de la Nación (1989-1991, 1993-1999) lo que vio pasar delante de sus ojos y no quiso ver, no fueron minúsculos errores administrativos de gestión, sino el desembarco de las grandes empresas de agronegocios, que venían a privatizar el mar, las semillas, los puertos, y a apoderarse del sector vital de la producción para exportación del país.
Como premio a tanto descuido se convirtió en un político incombustible. Con unos pocos gestos, como el de oponerse a la resolución 125 y apoyar a las patronales agropecuarias, le alcanzó para que en víspera de cada elección, el establismenth económico y mediático lo posicionara como un candidato potable a Gobernador, Ministro de Agricultura o incluso a Presidente. Esta vez le tocó ser Canciller.
A principio de los 90 conocí a un dirigente político honesto, que por olfato político y una cuota de audacia en coyunturas muy particulares, llegó a tener una efímera notoriedad pública en el peronismo. Recuerdo que nos reprochaba que siendo trabajadores y consecuentes en la defensa de nuestras convicciones políticas, no habíamos sabido capitalizar nuestros esfuerzos en la arena política. » A ustedes les falta picardía», nos interpelaba. Y después nos explicaba que si no llegábamos a la televisión, a los grandes medios, nadie iba a tomarnos en serio.
Su fórmula era sencilla: Había que hacer algún gesto, poner una patita, construir algún anclaje, en el sistema, en el mundo de los que toman las grandes decisiones. Recuerdo que en una oportunidad caímos a un acto político con una bandera del Che. No se puso contento: «El Che está bueno, pero para lo electoral no sirve, es piantavotos». No lo dijo nunca, pero acompañándolo me pareció advertir que en su estrategia de promoción política, cambien eran importante los silencios.
Hace tiempo que no veo a ese dirigente, que era pícaro, pero no tanto para hacer carrera política.
En estos días Felipe Solá volvió a las primeras páginas de la actualidad política. Aparece como el responsable de dar un giro político en la política exterior del gobierno del Frente de Todos y alinearse con los cipayos del Grupo de Lima para castigar a Venezuela. Felipe cargará con las culpas, el responsable es Alberto. Algunos amigos que jugaron sus fichas con el Frente de Todos se rasgan las vestiduras y gritan «traición». Me parece exagerado. Me dan ganas de defenderlos a Felipe y Alberto. ¿En un escenario donde el FMI impone presiones para llegar a un acuerdo por la deuda, qué se podía esperar de un Canciller que fue la mano verde de Menem, responsable político del asesinato de Dario Y Maxi, y de un rosquero de palacio que empezó a hacer política con Domingo Cavallo?
Seamos realistas, ser parte de esa apuesta tan pícara que les permite que los alumbre un rayito de sol del sistema exige tragarse sapos. El primer sapo fue Sergio Berni amparando los crímenes de la Bonarerense, el segundo sapo fue la arremetida contra los asentados de Guernica, el tercer sapo son los incendios que no parecen incomodar al Gobernador Schiaretti, el cuarto sapo será el nuevo alineamiento internacional de Argentina como felpudos de Trump. Seguro me olvido de alguno. Habrá mas.
Seguramente son horas de bronca, que expresaron como nadie Alicia Castro, Víctor Hugo Morales y tantos otros. Pero: ¿fue una sorpresa? O acaso no era cierto que en los últimos meses los políticos, comunicadores y epidemiólogos oficialistas habían hecho desaparecer a Venezuela del mapa. ¿Quien escuchó decir que Venezuela con treinta millones de habitantes desde que empezó la epidemia tiene 600 muertos y nosotros tenemos 400 por día? ¿Quien escucho comparar esas cifras con las de Colombia? ¿Quien escucho a nuestros políticos y diplomáticos denunciar las violaciones cotidianas y los asesinatos de dirigentes sociales en casi todos los países del continente? ¿Por qué tanta sorpresa….?
¿Quien debe ir al banquillo de los acusados?
¿Felipe Sola o la picardía?
Guillermo Cieza, 7 de setiembre de 2020.