ENTREVISTA A JUAN VALDÉS PAZ (II)

En diciembre de 2019, tuvimos el honor de encontrarnos y conversar de nuevo durante horas con el sociólogo, politólogo y filósofo cubano Juan Valdés Paz, uno de los pensadores sobre la Revolución más lúcidos de esa isla del Caribe regada de pensamiento crítico. En este segunda parte de la entrevista, conversamos sobre el pensamiento del Che, estímulos morales y materiales en la transición al socialismo, el actual periodo de «normalización» en Cuba, los retos del proceso revolucionario…

El pasado 26 de octubre, recibimos la triste noticia de la partida física de este maestro y pensador cubano.

Les dejamos el vídeo y la entrevista escrita gracias al gran trabajo de transcripción de la compañera Catherine Hernández, que ha colaborado solidariamente con este aporte.

«El proceso cubano debe ser juzgado en relación a su propia propuesta de socialismo feliz, desarrollado, etc., pero también debe ser juzgado en referencia a la sociedad que suplantó, a la sociedad cubana que superó. Para poder explicar esa sociedad cubana previa superada, el primerísimo de los ítem es la cuestión nacional: pobre, pero con Patria. Por cierto que muchos izquierdistas europeos son obsesivos de creerse que la izquierda no tiene patria, lo cual ya, como dicen ustedes, la cagaste Burt Lancaster».

Una de las cosas que estamos investigando, dado que hemos hecho un documental sobre el Che, como sabe, en el cual usted participa, es profundizar más en el pensamiento del Che. Al inicio de la Revolución Cubana se dio un debate que el Che de alguna forma impulsó. Si puede explicar, muy brevemente dado que es muy complejo, qué actualidad podría tener ese debate hoy, en especial el tema de estímulos morales y estímulos materiales.

Bueno, hay aspectos de ese debate que ya salieron del escenario. Por ejemplo, la estrategia económica en curso pone énfasis en los estímulos materiales. Por tanto, a lo largo de la historia de la revolución, esa cuestión ha sido resuelta con distintos énfasis, ha habido etapas en que se ha puesto énfasis en los estímulos morales, ha habido fases en que se ha puesto énfasis en los estímulos materiales y así sucesivamente. Ahora estaríamos en una fase de énfasis en los estímulos materiales. Naturalmente, hay una dimensión de esa cuestión, digamos filosófica o teórica, que es inacabable, que es la pregunta, en la transición al socialismo, dónde se debe poner énfasis, hay una discusión teórica de larga data, que tiene respuestas de todo tipo por el socialismo real, por los trotskistas, la cuarta internacional, el otro, el otro, los estudiosos, los académicos, los improvisados, nosotros mismos aquí al interior. De manera que, en el plano teórico sigue siendo una discusión inacabada e inacabable. Yo creo que la visión más acertada de eso es aquella que trata de colocar esa discusión en contextos reales.

Cuando el Che levanta la cuestión, que no es del Che, desde la Revolución Rusa, desde el primer día, quedó planteada la cuestión. Y también hay una historia ruso-soviética de este problema. Pero cuando el Che levantó esta cuestión era el momento, digamos, supremo de la Revolución, era el momento del sacrificio, la entrega, todos éramos revolucionarios, las dos primeras generaciones el que no se iba, la disposición subjetiva de la población al sacrificio, a la entrega. En ese clima y en ese contexto, el énfasis en los estímulos materiales era una grosería, era un atentado a ese espíritu de combate y de entrega, de sacrificio; y decir ahora te vamos a pagar más por sacrificarte, era hasta una grosería. En ese clima, el énfasis, el énfasis del Che, que nunca negó los estímulos materiales, también ahí hay una simplificación (como siempre sucede en las discusiones de este tipo), el Che dijo que el socialismo necesitaba el énfasis en los estímulos morales, porque el factor crucial para él era que había que desarrollar las fuerzas productivas, pero sobre todo la conciencia ética de la población, el compromiso por el socialismo. En ese sentido, eran los estímulos morales los que más contribuían, no sólo pero más contribuían a esa formación de un espíritu de entrega altruista, de sacrificio de lo social sobre lo propio. Esa era su consideración para el socialismo. Pero además, él reconocía que estábamos en un clima en el cual la convocatoria al sacrificio convocaba más gente que ofrecer estímulos materiales. Entonces también él advirtió, lo comentó alguna vez, que se estaba viviendo un período de revolución que alguna vez terminaría, que alguna vez seríamos normales. No puedes tú estar de entusiasta permanentemente.

En aquel momento la discusión era importante, más allá de las respuestas económicas, porque esto de los estímulos morales era un elemento de una concepción más general de la economía socialista que tenía Che, para la cual elaboró una propuesta de sistema económico llamado Sistema Presupuestario. Él elaboró una crítica del modelo soviético y de la experiencia soviética, trató de aggiornar eso, e hizo una propuesta que incluyera la crítica y que incluyera la creación de algo diferente.  Yo creo que ese Che heterodoxo, sigue alimentando a la Revolución Cubana hasta hoy, no solamente su figura heroica, su ejemplaridad, todo eso, que puede hasta ser hasta discutible, esa disposición sacrificial de él que a mí me parece muy cristiana, muy cristiano primitivo, no es lo de ahora -puede ser hasta discutible-. Pero su ejemplaridad es una cosa tan aplastante que seguirá siendo un faro ético para todas las generaciones cubanas; lo ha sido y lo será seguramente, y parece serlo para una buena parte de este mundo también.

Pero para nosotros era muy importante, en el socialismo real ha habido una fuerte tendencia al dogmatismo,  la ortodoxia. Y algo de eso nos venía a nosotros de la tradición comunista que existía en Cuba, del Partido Comunista Cubano, se llamaba PSP – Partido Socialista Popular-, que es una de las fuerzas que se integra a la unidad revolucionaria, y muchos de cuyos cuadros y militantes van a integrar la fuerza revolucionaria y las organizaciones revolucionarias posteriores, y muchos de ellos portaban esa cultura, dogmática, ortodoxa. Entonces, en este plano, y sobre todo los primeros cinco años de la revolución, el pensamiento del Che, la respuesta del Che, la crítica del Che, habiendo sido él un ortodoxo, la reconversión que él hace en un período tan breve de tiempo, es un ejemplo muy importante para las generaciones posteriores. Su heterodoxia, su búsqueda, su discusión. No separar nunca la condición de revolucionario a la condición de crítico de la realidad, de lo que nosotros hacemos, no la realidad del enemigo, sino de nuestra propia ejecutoria. Yo creo que, en mi opinión, para mí es lo más importante del legado del Che, dejando a un lado su ejemplaridad, que es casi imposible de repetir, pero que queda como un faro luminoso, como Cristo para los cristianos, una especie de Cristo redivivo, una entrega total,  ahí queda como ejemplo de hasta dónde el ser humano puede llegar. Él mismo decía que la condición de revolucionario era el punto más alto de la escala de desarrollo humano, bueno, eso vale para él; él le puso a los revolucionarios otro punto de ascenso,  difícil, difícil de imitar, incluso en vida, aquí, era difícil de imitar; eso queda. Pero si vamos a hablar de su pensamiento y de su ejecutoria, yo creo que lo más importante, más que una tesis u otra, que siempre pueden ser objeto de discusión -estoy de acuerdo con algunas, no estoy de acuerdo con otras-, los guevaristas están de acuerdo con casi todas, guevaristas llamamos a una corriente que tenemos aquí de culto al Che.

Pero para mí lo más importante es el ejemplo de un dirigente revolucionario socialista en posiciones de poder, criticando al régimen, al nuestro y al otro, eso me parece que es un legado inapreciable.

Y lo otro, la heterodoxia. No conformarse. Hay que seguir pensando, hay que cambiar, hay que hacer otras cosas. Yo creo que ese es el legado más importante y de alguna manera las nuevas generaciones de cubanos siempre parten del Che. Toda generación, para poder hacer una discusión de lo bueno o malo que hizo la generación precedente, tiene que partir de una cierta heterodoxia, y ahí el Che se convierte en un referente inevitable, y hasta cierto punto, una protección política, porque si el Che lo hizo porque por qué no lo puedo hacer yo, o por qué se me va a echar en cara que lo haga. De manera que yo creo que ese es su legado fundamental.

Respecto a eso que comenta, de estímulos morales frente a los materiales y las características que tuvo el inicio de la Revolución, con ese fervor en la conciencia. Se puede decir que se ha dado una erosión de la conciencia en importantes sectores a nivel global por los instrumentos culturales del capitalismo, ¿Esto de lo que hablamos se dificulta porque también hay un espectro de la población cubana que está penetrado por todos esos elementos culturales?

A ver, esto hay que tomarlo con cuidado. Sí, pero probablemente no con el énfasis que tú me lo estás diciendo. Yo creo que mucho de lo que los compañeros, nuestros observadores, ven con preocupación, necesita una lectura más cuidadosa. Primero, muchas de las políticas en curso son hijas de la crisis, y cuando tú estás en una crisis tienes que salir de ella y reanudar el curso del poder y del desarrollo. Tú no te caes en una piscina porque quieres, ni sales de la piscina como quieres, de manera que ya ahí sobrevienen una serie de cambios en la sociedad, cambios estructurales y cambios de comportamiento, etc., que tienen que ver con que tú dejaste de ser una carroza triunfante, y de pronto te quedaste sin carroza. Estás en una crisis de sobrevivencia y lo que está planteado es si vas a sobrevivir o no. Entonces hay que atemperar mucho la crítica a cómo salimos de la piscina, a esa circunstancia de que tú has tenido que priorizar salvar el pellejo. Y después vamos a ver cómo te acomodas a todas las circunstancias, en las que tuviste que verte para poder salvar la sobrevivencia de la Revolución.

Esa es una primera fuente de los cambios, y sin embargo, la continuidad misma de la revolución también es una prueba de que, aunque hayas tenido que retroceder o zigzaguear en muchas de las cosas que te proponías, en lo fundamental, la revolución sostiene su legitimidad y el consenso mayoritario de la población. Si no, no habría Revolución. Sin el consenso mayoritario de la población no es posible sostener esta experiencia frente a Estados Unidos. Porque esa mayoría, ese grupo mayoritario es quien va a dar los combatientes,  quien va a dar los resistentes, es quien va a dar los sacrificios, es quien va a aguantar en los períodos especiales que ha habido y que pudieran haber. De manera que esto es lo primero, y si hemos sobrevivido, digamos, 20 años después, en algo tiene que ver también con que se habrá perdido algo, pero se salvó lo fundamental.

Lo otro, ya más sutil y polémico, es que muchas de las cosas que yo escucho a compañeros, colegas que me dicen que “estamos en capitalismo”, “salieron al mercado cuando lo condenaban”…, todo eso en mi opinión tiene mucho de normalización, de regresar la revolución a sus verdaderos y posibles términos. Porque cuando un día de la era cristiana nosotros suprimimos el mercado por decreto, aparte de que hicimos una barbaridad, puesto que nadie sabe si el mercado va a desaparecer en el comunismo, porque nadie sabe si va a haber comunismo, pero todo el mundo sabe que en todas las sociedades históricas hay mercado y que decretar la desaparición del mercado es pasarlo a bolsa negra. Entonces, nosotros en gran medida nos hemos normalizado después del extremismo que da, ¿qué expresión tú utilizaste?, dijiste fervor… después del fervor revolucionario y del extremismo revolucionario y de todo lo que hicimos a nombre de ese extremismo, ahora estamos regresando a las condiciones normales, a la normalidad, que hacen viable a la Revolución. Con los costos de 60 años, de pobreza, período especial, ser parte del Tercer Mundo; ¿Quién pensó que se iba a hacer el socialismo en un país del Tercer Mundo? ¿A quién se le ocurrió eso? Porque a los fundadores del socialismo científico nunca se les ocurrió; esperaban que el socialismo comenzara por Alemania o Inglaterra;  ya cuando empezó por Rusia, como dicen ustedes los españoles, «la cagaste Burt Lancaster». Y si después vamos a meter en este mismo contingente a tantos como a Cuba, ya como que ha exagerado un poco la marcha mundial del socialismo.

Este socialismo nuestro, esta experiencia histórica, tiene que dar cuenta de sus limitaciones reales y ver cómo las supera. Hay compañeros, Fernando Martínez, que ha argumentado de una manera brillante, creo que tiene algo de razón, es uno de nuestros más importantes guevaristas (creo que ustedes lo entrevistaron alguna vez), de que una revolución se tiene que plantear superar siempre las condiciones reales, no puede ser positivista, hay que siempre dar un salto. En fin, todo eso es muy polémico y muy discutible y sobre todo, muy poético, ¿no? Y seguramente la voluntad humana logra saltar muchas de las vallas, pero tengo dificultad para creerme que la puedes saltar todas, y que algunas las tienes que rodear.

Yo Creo que la sabiduría de la dirección política del país, fundamentalmente de Fidel Castro, es saber que, en sus momentos pragmáticos, tenía que hacerse a sí mismo las concesiones necesarias para garantizar la viabilidad del proyecto. Él, que ha sido el más igualitario y el más obsedido… Entonces, yo creo que también hay que asumir que nosotros hicimos cosas que no eran sostenibles, sustentables, porque repondrían a circunstancias que habían desaparecido en el año 90, para siempre, y que volvíamos a estar en el mundo, pero en otro mundo; y si el mundo cambiaba, la sociedad cubana tenía que cambiar e iba a cambiar, y ha cambiado. La sociedad cubana de hoy no tiene casi, casi –salvo el poder revolucionario-, casi nada que ver con la sociedad cubana de los años 80. Pongamos, por ejemplo, uno de los “encantos”, por decirlo de alguna manera, de la Revolución Cubana, era el nivel de igualitarismo que había alcanzado la sociedad cubana (creo que alguna vez discutimos esto en una entrevista anterior), creo que haría un poco exageración en ese exceso de igualitarismo, y llega un momento en que era desincentivo para el trabajo. Pero bueno, esa era política de partido y de Estado. En los años 80, teniendo en cuenta solamente la dimensión igualitaria del ingreso, que no es la única, pero la del ingreso, teníamos un índice Gini de 0.20 (punto veinte). Es decir, nosotros, los Inuit y seguramente algunas tribus no descubiertas de la Amazonia,  eramos tan igualitarios. Pero ya en el período especial, en el 92-93, estábamos en 0.40 (punto cuarenta); ahora debemos estar en 0.41 / 0.42, y se prevé que en el 2025 podemos estar en 0.47. No hay que alarmarse mucho, porque América Latina está en 0.66 y algunos países en 0.80; seguimos siendo la sociedad más igualitaria de América Latina. Pero no tenemos el patrón de desigualdad que teníamos en los 80, aquí  se ha duplicado el patrón de desigualdad, y casi todas las políticas que fueron necesarias para salir de la crisis, y las políticas que están en curso para actualizar el modelo, incrementarán la desigualdad. Es decir, que le puedo poner a eso toda la música que queramos, más socialista, más comunista, menos comunista. Pero ese es el efecto de sobrevivencia de la revolución.

Por eso hay que tener el mínimo de realismo, junto con no perder nunca los ideales, necesitamos el mínimo de realismo para comprender la complejidad del proceso, que nunca camina como uno lo tiene en la cabeza, ni se comporta como uno quisiera, sino como la historia te permite. Yo creo que lo más extraordinario del socialismo cubano es una dirección revolucionaria, que no desiste de hacer la revolución. Cuando comenzó la crisis de los 90, ustedes saben, ustedes conocen -Fidel lo ha dicho-, cuántas palmadas le daban en la espalda y le daban consejos de que bueno, está bien, ya cumpliste tu parte, te quedó de lo mejor, pero bueno, vamos a ver ahora cómo lo retiramos. Recordarás la Conferencia Iberoamericana en Madrid en medio de la crisis cubana, 93 o 94…, los enemigos haciéndose los amigos y los amigos compungidos, pero todos dándonos palmadas: bueno, ya se esto acabó; en fin… Yo lo cuento en mi libro. Porque de la orilla de la crisis, año 90, del 90 al  93, perdimos el 40 por ciento del PIB, eso es más que lo que perdió Alemania en la Segunda Guerra Mundial.

En el 94 tocamos fondo y comenzamos a ingresar, no regresamos al PIB del 89 hasta el 2004 / 2005. ¿Cómo llegamos a la otra orilla?, es un cruce totalmente discursivo; es decir, la decisión de “nosotros sostenemos la opción socialista y revolucionaria”, supuso por parte de la dirección de la Revolución, fundamentalmente Fidel, creer firmemente que existía,  que la revolución había acumulado en el seno de la población cubana un capital moral, un capital ideológico, que sería suficiente para resistir el período especial y llegar a la otra orilla, porque material no había nada, no había ni bote para llegar a la otra orilla, es decir, eso era un cruce, era un puente puramente ideológico para llegar a la otra orilla.

Aparecieron muchas cosas fortuitas en el camino. En el 98, Chávez presidente, gana la primera presidencia y de ahí en adelante empezamos nosotros a coger oxígeno. En el 99, la gusanera de Miami nos rapta al niño Elián, y la causa del niño Elián movilizó a toda Cuba, se convirtió en un motivo de movilización ideológica, moral, en medio de la penuria, la gente encontró un motivo para resistir y luchar, y además el niño Elián era la prueba de todo lo que se decía, “los gringos son lo que son”, “la derecha de Miami es lo que es”.

Pero es más discutible si esa reserva ideológico-moral hoy, que seguramente está en pie, porque si no, no habría un consenso mayoritario, es de la misma magnitud… o no. Voy a poner dos ejemplos de lo que quiero decir (creo que uno lo utilicé con ustedes la otra vez, o quizás los dos): la revolución comenzó con dos generaciones y va por la séptima. Se puede decir, sin lugar a ninguna duda, que las tres primeras vivieron mejor que los padres. La cuarta más o menos igual que los padres, y las quinta, sexta y la séptima que se están formando, peor que sus padres. Y ahí tienes un dato sociológico que si no lo tienes en cuenta y sigues alimentándote de ideología, puedes tener un desastre. Pero te voy a poner otra consideración que tiene que ver también con la conciencia que acompañó a cada generación: hasta los años 90, la ideología dominante, la mentalidad -para ser más complejo- dominante era que si el país iba mejor, todos íbamos mejor. Es decir, la suerte de cada uno estaba ligada a la suerte del país y todo el mundo tenía una conciencia colectiva, colectivista o nacionalista, no sé cómo llamarla, de que era el país el que tenía que mejorar para que nosotros mejoraráramos, como se había visto a lo largo del tiempo.

Pero la idea de que el país empeoraba no se conciliaba con esto. Si el país empeora, cae en una crisis y empiezo a vivir una larga historia de recuperación, ya el país no tira de mí, no tira de mi suerte y empieza a aparecer un cambio en la estructura de valores, empiezan a aparecer valores individualistas, empieza a aparecer que el país no puede tirar de mí, pero yo puedo tirar de mí porque yo soy un profesional, tengo tales o más cuales recursos, puedo irme, puedo emigrar, soy médico en Cuba, pero sería médico en otro lugar donde ganaría mucho más, etc. Es decir, empiezan a aparecer estrategias individuales y familiares. El país no se puede salvar, pero yo me puedo salvar. Es decir, que ahí se produce una inflexión en la mentalidad; la crisis produce una inflexión en la mentalidad que hace que sectores medios, que aquí son los profesionales, oficiales o funcionarios de alto rango, empiecen a cambiar su mentalidad, la cambia su familia en el sentido de que hay soluciones que son particulares a tus problemas. E incluso puede haber quien piense que de todas maneras yo soy médico en cualquier régimen, pero los negros de Alto Songo no tienen otra alternativa que la sobrevivencia en la Revolución. Las grandes mayorías del país no tienen otra alternativa a su recuperación primero, su desarrollo después, y sus expectativas más tarde, que es que la Revolución permanezca. Si no, esto termina como estaba, 30% de desempleo, los negros en su lugar –qué se han creído-, la burguesía aprendiendo inglés, escuchando música pop tiempo completo;  ya eso lo vivimos.  Lo bueno que tenemos nosotros es que tenemos medio siglo de República dependiente de Estados Unidos, y se sabe exactamente cómo es eso.

Hay una memoria histórica, cosa que no se suele apreciar porque a veces, por ejemplo, se nos juzga porque el socialismo debiera ser mejor, que debe, o porque no hemos llegado al desarrollo que tienen otros, otra franja del sistema mundial, pero no se toma en cuenta que la mayor parte de la población -recuérdese que menos de 30 años, nada más que el 20% de la población hoy, y que el 20 tiene más de 60, y que la mitad de la población, la media, está situada en 40 años-. Pero es un pueblo que tiene memoria de la sociedad anterior. Para mucha gente la Revolución tiene como referente la sociedad cubana pre revolucionaria en la que nació, vivió o vivieron sus padres. Eso tiene mucha fuerza de cohesión; por eso siempre digo que el proceso cubano debe ser juzgado en relación a su propia propuesta de socialismo feliz, desarrollado, etc. etc., pero también debe ser juzgado en referencia a la sociedad que suplantó, a la sociedad cubana que superó.  Para poder explicar esa sociedad cubana previa superada, el primer ítem, el primero, el primerísimo de los ítem es la cuestión nacional: pobre, pero con Patria. Por cierto que muchos izquierdistas europeos son obsesivos de creerse que la izquierda no tiene patria, lo cual ya, vuelvo a repetir, como dicen ustedes, la cagaste Burt Lancaster.

Los pueblos sí tienen patria, la quieren y la defienden y mueren por ella. Una nación puede ceder, ceder soberanamente parte de su soberanía, pueden aparecer uniones, integraciones, etc.  Pero hay una soberanía básica que ninguna sociedad declina, bueno, no voy a meterme en eso porque ustedes tienen una deuda externa muy grande.  Pero la idea que quería subrayar era que, aunque efectivamente ha habido que asumir situaciones, condiciones, etc., que no hubiéramos querido, que probablemente si la revolución hubiera seguido su desarrollo próspero y sustentable, que es ahora una meta para adelante: alcanzar a ser prósperos y sustentables, es ahora una meta de futuro imprevisible. Si eso lo hubiéramos alcanzado, si estuviéramos en esa situación, pues no teníamos que hacer ninguna concesión, muchas de las aperturas nos las hubiéramos evitado, hubiéramos podido seguir renunciando a la remesa familiar, por ejemplo, que es una fuente muy fuerte de desigualdad, para poner un ejemplo; pero el país no puede de ninguna manera sobrevivir sin los 3000 millones de remesas. Es decir, hay que evaluar y dentro de eso, cómo arreglárselas para que el maestrean de la revolución quede en pie. Por supuesto, cada vez que se hace una concesión aparece un problema y un peligro y sacrificas una dimensión de la mentalidad revolucionaria. Pero como que la dirección de la Revolución y el revolucionario mínimamente ilustrado, lo sabe, lo entiende. Habrá que hacer políticas compensatorias de esa tendencia, de ahí no puedes pasar. Pero algo que haya producido instantáneamente un mayor nivel de diferenciación que la remesa, no hay nada. Dicen que el  cuentapropismo… No, la remesa. Mi jubilación, son 14 dólares CUP, y cualquier pariente le manda a un pariente aquí 100 dólares mensuales; dime tú la relación que hay entre el que tendría 10 o 15 y uno que tenga 100. Yo estoy al final de mi vida, soy un jubilado, se supone que soy un ilustrado, y el otro puede ser un bandido, pero tiene a otro bandido que le manda la remesa, y eso produce un impacto social, que te podrás imaginar, desclasamiento -no necesariamente, porque la remesa puede permitir sobrevivir a la familia también-. Todo eso tiene muchos matices que agregarle, pero el impacto de que entren a las manos de la población (porque no olvidemos que la remesa no es un recurso que pasa por el Estado, no tiene que ver con la Revolución, es un recurso privado por definición), va directamente a las manos de los beneficiados de la población, y es casi casi igual al fondo de salario. Es, en términos comparados con el salario, si el peso cubano estuviera uno, uno sería equivalente al fondo de salario y los 3000 millones son como cinco o seis veces ese fondo del salario, ya te da una idea de la magnitud del impacto de la remesa. Para poner nada más que un breve ejemplo, ahora la remesa está capitalizando al sector cuentapropista, porque tampoco el Estado tendría recursos para darle al sector cuentapropista, etc. Es decir, que en la historia real te tienes que tragar unos cuantos sapos, como en la vida real las personas se tienen que tragar sus sapos: la suegra que no te gusta, el cuñado insoportable, etc., para salvar la relación con este, es un decir. Entonces la revolución tiene que hacer prioridades porque ni controlamos nuestras condiciones, ni controlamos mucho menos el mundo en que estamos inmersos.

Yo creo que la otra vez les recordé esto que tengo que volver a recordar ahora. La viabilidad de la revolución del 59, sobretodo del 60 hasta el 90, las primeras tres décadas, estaba dada en su articulación al campo socialista europeo, el tipo de intercambio que se estableció ahí y la fuente de ayudas que de ahí le venían al desarrollo cubano. Pero una manera de identificar esas condiciones es decir que las relaciones de intercambio de Cuba transitaron todo ese período bajo acuerdos políticos, no por el mercado. Otra manera de caracterizar lo que nos pasa en los 90, cuando caemos en crisis, es que hemos caído en el mercado mundial, en el cual somos inviables, no el país, la Revolución -ponemos el país como era y somos viables de nuevo-.

Una de las cosas más importantes a tener en cuenta es que a partir de los 2000, con la revolución chavista, con el surgimiento de los procesos progresistas en la región, con el acercamiento de China, con el cambio de política de Rusia, y quizás algunos otros amigos, no sé cuántos, logramos poner una parte de nuestro intercambio externo bajo acuerdos políticos nuevamente, porque  cuando tú le mandas médicos a los gobiernos latinoamericanos, son acuerdos políticos, cuando tú vendes tus productos biotecnológicos, se lo vendes a los sistemas de salud pública de los Estados latinoamericanos. No está pasando por el mercado mundial, ni copado por las transnacionales farmacéuticas, y así sucesivamente. Es decir, que la estabilización de los 2000 en adelante hasta hoy tiene que ver con que una parte de los intercambios, no toda ya como antes, pero una parte importante, volvió a estar bajo acuerdos políticos. He ahí una de las condiciones que permanentemente presionan sobre el proceso revolucionario, de la crisis hasta hoy y de hoy en adelante. Es decir, en qué medida logramos mantenernos fuera del mercado mundial y mantener nuestros intercambios bajo acuerdos políticos. Sobre todo mientras rechacemos el mercado mundial, que de eso se trata. Si fuéramos un país capitalista, querríamos estar ahí contentos, estaríamos por la competencia, bajaríamos el salario permanentemente, llamaríamos  para que inviertan aquí, porque el pueblo cubano está hambreado y sería muy productivo, venga las maquilas… No sé si me explico. Es decir, harían otra política para ser felices en el mercado mundial. Pero si no haces en el socialismo, en el mercado mundial no puedes estar. Imagínate tú que la política social de la Revolución consume el 70 por ciento del presupuesto, la política social: salud, educación, cultura, seguridad social, asistencia social, construcción de viviendas, eso sólo consume el 70% del presupuesto. Y esa política social es, digamos, el principal bien público que la Revolución le dio al pueblo, y el principal factor de consenso, y por último, el principal factor de legitimidad de la revolución, de igualacióin, porque por muy desigual que sea, al final todos tienen educación, salud, etc.

Entonces, fíjate tú la trascendencia de sostener esa política social. Pero hace falta una economía en desarrollo para sostener esas políticas sociales. Estamos bendecidos, fíjate si la Revolución priorizó la política social, que la recuperación del gasto social se anticipó en casi cinco años a la recuperación del PIB. Es decir, que se priorizó sobre todas las cosas la recuperación de la política social antes de que se hubiera recuperado el país. Y sigue siendo el núcleo duro de la revolución, pero la economía tiene que desarrollarse para sostener esa política social. Y en los últimos años hemos estado bendecidos por la desgracia de que la población no crece, sino que decrece. Es decir, que la tasa de demanda de servicios sociales se ha mantenido estable, y está afectada por el envejecimiento, que se incrementa para esa franja de la población el gasto social. Pero de pronto las mujeres cubanas no quieren parir, de pronto no quieren parir a los 35 años, y tenemos una tasa negativa de crecimiento. De hecho, la población ha decrecido en los últimos dos años. La población en términos absolutos, ya para el 2025 no se reproduce la fuerza de trabajo. Así que tenemos un follón demográfico por delante porque tenemos el 20% de la población con más de 80 años, tú me dirás igual que España, ¡no me digas!, igual que Alemania, ¡no me digas! ¿Qué economía va detrás de esa situación demográfica? Nosotros, hay una estrategia para paliar la situación demográfica y todo eso, pero bueno, no hay porque es, digamos, una estructura dura, que tú sabes que la posibilidad de influir sobre ella es muy baja. Tenemos una dinámica demográfica de país desarrollado, pero no lo somos. Ahí tenemos otros tantos desafíos, no todos son desafíos del enemigo, algunos son estructurales nuestros que hay que enfrentar.

Una cosa que a Vocesenlucha le interesa es la colectividad, eso de “salvando la patria nos salvamos todos”. Justamente lo que no pasa en los países capitalistas es eso, porque “sálvese quien pueda”. Y aquí aparece una palabra y una pregunta que ya te hicimos la otra vez, que no te gustó mucho el término: la dignidad, la dignidad del ser humano.

No, no es la palabra dignidad. Yo protesté aquel entonces porque me parecía que el término no explicaba el problema. Pero Martí dijo que el valor supremo es la dignidad plena del hombre, la evolución de las ideas para la dignidad plena del hombre, y la Constitución lo primero que dice es que lo primero es la dignidad plena del hombre. El término dignidad forma parte de la ideología de la Revolución y no tengo ningún problema con eso, y mucho menos siendo yo martiano. Lo que te quería decir era que no todo podía ser explicado por la dignidad. Que teníamos problemas reales, ¿no? y que a lo mejor tenemos que cargar con muchos indignos, que también son ciudadanos. Es decir, que nosotros los sociólogos, los politólocos, no nos queda más remedio, que dar cuenta del lodazal. Yo quisiera vivir en el Edén, donde parece que no había fango, pero al final mi desarrollo me ha obligado dar cuenta de que… los sociólogos, por ejemplo, nos acostumbramos a que nada es sí o no, sino tendencia, hay siempre una dispersión sobre un eje. Como ustedes saben un eje lo pones en un plano, y entonces aprendemos que hay una cierta relatividad y tenemos cuidado con las afirmaciones rotundas. Pero yo sé que en el lenguaje coloquial lo seguimos usando, porque no vamos a estar todo el tiempo que si la tendencia, que si el dato, que si el porcentaje…  Se sobreentiende que cuando decimos todos, queremos decir en realidad la mayoría o una gran parte, y empecemos a discutir qué tamaño tienen la mayoría. Esa es otra cuestión.

Yo en el libro que les voy a dar verán que utilizo de una manera reiterativa la expresión “las grandes mayorías”. Termino el libro diciendo que la revolución sobrevivirá si está al servicio de las grandes mayorías, al servicio, no sirviéndose de, sino al servicio de las grandes mayorías. Yo creo que esa es una fórmula un poco explicativa que incluye la dignidad, de los cubanos.

Pero en realidad, hacer una revolución en las condiciones en que ha transitado y transita y transitará la cubana es muy difícil. Hace falta un cierto régimen con una capacidad para administrar la crisis enorme. Hace falta un una política social como la que tenemos. Es decir, una masa de bienes públicos que nos igualan a todos y que nos aseguran la vida a todos y la dignidad a todos. Y nos hace falta una dirección política muy valiente, de piernas muy firmes. Todos tienen que ser Messi, o Ronaldo, porque todas las bolas que van a pasar por delante de esa portería, ya sabes… Y cómo colocarle una bola en la portería de Estados Unidos de Norteamérica. Tener jugadores muy ideológicamente formados, muy convencidos, muy entregados, muy sacrificados, muy ejemplares. Lo que pasa es que nos acostumbramos tanto a Fidel y al Che que llegamos a creernos que estas condiciones excepcionales las tienen todos los vecinos, pero tampoco es así. Incluso estamos viviendo un período, cuando decimos que la sociedad cubana no es ya la de los 80, habría que agregar: y ya no lo será. Y habría que agregar que entre las cosas que nos están pasando o que nos van a pasar, es que la dirección histórica se retira, toda esa vanguardia que fue seleccionada por la historia, que demostró su valor, que se dedicó, que sacrificó, que se depuró, que llegó hasta aquí, está haciendo su retirada histórica. Entonces estamos ya en una etapa de sucesión histórica, o dicho más correctamente, sucesión generacional. A veces los hijos son mejores que los padres, pero no siempre. Me gusta usar el término “normalidades”, y entramos en que la dirección histórica ya no va a estar; estamos tú, yo, mi vecino, el de arriba que me echa agua, es decir, entramos en una desagradable normalidad.

Siempre me acuerdo de Engels en el discurso luctuoso, en el entierro de Marx, que dice “nosotros somos a lo sumo hombres de talento, Marx era un genio”. Voy a usar el símil, es decir la dirección histórica eran grandes hombres todos, y ahora nos quedamos los de talento, los que llegamos a sexto grado, nos graduamos en la universidad, que tenemos una buena actitud, eso es lo que vamos a quedar. Pero no estoy pensando en las figuras cimeras y más visibles, estoy hablando de la media; los que van a ser los diputados, los que van a ser los generales, los que van a ser los intelectuales de esta etapa, que ya no va a ser Guillén o el otro o el otro, se nos mueren todos, se acaba de morir Retamar. Los intelectuales vinculados a la Revolución, que han estado hablando de ella todo el tiempo, ya no están o no estarán en muy breve tiempo. Los otros intelectuales, serán revolucionarios o serán contestatarios… Ahora, aquí, en todo esto, como tú sabes, y tú también, todos los estudiosos, tenemos siempre la espada de Damocles de lo que ya sabemos que ocurrió. Si vamos a examinar qué pasó en el socialismo real, y en China, y en menor medida Vietnam, para no mencionar a Corea, que son los socialismos reales que existen, digamos que lo que pasó después de que las naciones históricas se retiraron, fue otra cosa cuando menos normal, todos volvieron a ser normales. Fulano de tal, que había ascendido a la estructura del partido de cargo en cargo, mengano de tal, que no sé qué cosa, apareció una guerra y aparecieron nuevos generales…eso es lo que sucedió; el momento heroico pasó, y algunos dirigentes, antes de que pasara el momento heroico, hicieron barbaridades. No voy a mencionar a Stalin porque sería una suciedad mencionarlo, pero puedo mencionar a Mao, que terminó haciendo la locura de la revolución cultural y el otro, y el otro del otro, es decir que, hasta nosotros tenemos la suerte de que nuestros dirigentes han envejecido sin hacer locuras, más bien todo lo contrario, salvaron a la Revolución en su momento más difícil. Es decir, que tenemos esa dimensión, no solamente nos normalizamos porque las circunstancias del mundo, porque perdimos en el escenario internacional mundial perdimos,  y hay que dar cuenta de eso hasta que cambie el universo, el sistema mundo cambie.

Pero mientras tanto eres una experiencia de resistencia, no hay otra, testimonial casi, pero algo tienes que normalizar. Pero no solamente por factores externos, sino también factores internos, tu dirección histórica desaparece, el pequeño barrio del sistema mundo en que tú tenías montado tu negocio, desapareció también, no sólo desapareció, sino que todos ahora son enemigos tuyos. Es decir, que también se le impone a la Revolución una normalización, por llamarlo de alguna manera, que nos semeja un poco más a todos los demás. Con la que hay que contar realistamente.

Y yo creo que reconocer eso es lo que nos permite tomar medidas, aggiornar el discurso hegemónico, poner más énfasis en la formación, desde las escuelas, desarrollar un mayor desarrollo democrático, porque no hay hombres providenciales, hace falta que todos estén de cara a la sociedad, rindiendo cuentas. Nadie le hubiera pedido cuentas a Fidel, qué cuentas le ibas a pedir a Fidel, de qué si tienes a un latifundista que te ha liberado el país y ha hecho la Revolución, ¿qué cuenta le vas a pedir? Pero a todos los demás les vamos a pedir cuenta, eso significa desarrollar una democracia institucional adecuada. Es decir, que pasamos una etapa histórica donde tendremos que ser más colectivos, las decisiones tienen que ser más consensuadas, tendríamos que darle más cuentas a la población de todo. De esto se ha hablado, se habló mucho al principio de la crisis, después se ha vuelto a sacar el tema de la agenda. Se han buscado otras fórmulas en la oratoria oficial, y es que yo creo que el propio Partido Comunista, un partido dirigente que se ha autodefinido como un partido de vanguardia, tendrá que evolucionar, tendrá que inventarse algo así como ser un partido de la Nación, sobre todo si es un partido único, para dar cuenta de las nuevas realidades. Si no tiende a ser un partido de la Nación, las nuevas generaciones no estarán en él, o estarán una minoría, como ahora. Hay una serie de desafíos, predomina la concepción del partido de vanguardia, ahí está la vanguardia del país, pero la vanguardia se están muriendo, ya los que vamos quedando no somos tan vanguardia.

Tienes que ver cómo vas a conducir la realidad para que la realidad no te conduzca a ti. Para que la realidad no bloquee a la Revolución Cubana hay que ser muy creativo, hay que volver a inventar el socialismo. Por supuesto que en ese socialismo del que estamos hablando la dignidad está en el centro de todo. Pero no podemos hablar de dignidad, cosa que ha sido un recurso oratorio, para no hablar de derechos humanos, por ejemplo, porque no nos gusta la expresión, porque el que habla de derechos humanos es el imperialismo, entonces no hay derechos humanos. No, no, no, no, ¿cómo que no hay derechos humanos? los derechos humanos son una creación de las masas, son los pueblos que han luchado y han muerto por los derechos humanos. ¿Cómo es que el imperialismo es el que habla de derechos humanos y nosotros no?, para ponerte un ejemplo. De derechos humanos hablamos por primera vez en los 90. De democracia no hablábamos porque también era un juego del imperialismo. En conclusión, casi todo el vocabulario que expresa las luchas populares ha sido apropiado por el enemigo, entonces creo que tenemos aggiornar el discurso, tenemos que aggiornar nuestro paradigma, tenemos que tener mucha flexibilidad, mucho realismo, tenemos que salvar los principios por sobre todas las cosas, pero saber que los principios no es la vida cotidiana, porque nadie vive solo de los principios, solamente. Sí, pero no solo.

Parte de esto que estoy diciendo yo, puede parecer lo que piensa un anciano en vísperas de irse de este puñetero mundo, pero creo que estoy resumiendo mi experiencia vital, que es inseparable de la revolución, para bien y para mal. Entonces, yo creo que ya hemos franqueado el umbral en el que hay que cambiar la institucionalidad, como ya de hecho se ha comenzado a hacer, cambiar ciertas concepciones, cambiar el discurso hegemónico, con qué discurso vamos nosotros a hegemonizar a las nuevas generaciones. Tenemos un problema con las nuevas generaciones, pero no porque sean oposición como querría el enemigo, como incluso descaradamente dijo Obama en el discurso en La Habana, sino porque tienden a la anomia política. No son oposición, pero no les interesa la política. Y tú le dices, pero ven acá, ¿no vistes el lunes al 100 por ciento de los niños de Cuba ir de uniforme a la escuela? ¿En qué lugar del universo tú crees que eso ocurre? “Ah, no, pero no hables más de eso, yo ya nací con eso, es un lío de mi papá, el problema mío es la conectividad”. Por supuesto que hay que educarlo para que tenga sensibilidad sobre las conquistas históricas de la revolución que él tiene que mantener, porque hay que reproducirla todos los años, y también hay que tomar cuenta que esa generación tiene nuevas expectativas, no te puedes quedar solamente en la sensibilidad, imagínate tú sostener todas estas conquistas cuán terrífico es… Es muy complicado, porque cuando la situación en que estamos es la que ya se sabe, satisfacer esas expectativas es muy difícil, muy difícil, es más, no lo logras totalmente.

Pueden aparecer otras, otras consideraciones que no son solamente las capacidades de la Revolución para dar respuesta que, por ejemplo, yo pienso que hicimos una política respecto a la conectividad equivocada, creo que fue un error. Nosotros teníamos que haber enfrentado los riesgos de la conectividad en pro de las ventajas de la conectividad. Tú no le puede decir a un profesional que no se puede conectar, porque el 90% de todo lo que él necesita saber en este mundo está en estos momentos en la red, entonces él es un profesional de quinta categoría si no se puede conectar. Ya se sabe que cuando te conectes te viene lo que te viene; hay una expresión  -no sé si la habrás escuchado aquí de los cubanos, «te viene lo que te viene». Otra cosa es que si tú cierras la ventana no te preparas para lo que va a pasar cuando tengas que abrir la ventana; como que no nos hemos preparado a tiempo para actuar en esos espacios y hacer el combate ahí, porque gran parte del combate hoy es en la red. Hay más combates en la red ahora que en las guerras armadas.

Nosotros sabemos que lo que nos van a meter por ahí los gringos es… ellos están esperando que nos abramos, sabe que nos abrimos y ya nos están dando y esperarán que nos abramos más y nos darán más. Pero tú te puedes preparar porque lo bueno que tiene la red es que es un canal de doble dirección: tú me dices yo te digo, entonces no podíamos haber preparado, adiestrado, formado, haber formado una parte de nuestra intelectualidad en ese desempeño. Bueno, lo haremos, pero estamos atrasados en eso. Pero yo creo que partíamos de una concepción de excesiva seguridad. En ese ramo; en otras cosas hemos sido muy osados, pero ahí yo creo que perdimos un tiempo total, y que la concepción que estábamos manejando era que nos íbamos a abrir en redes estatales, que íbamos a crear otra intranet, y que íbamos a estar a salvo, como si nosotros fuéremos los chinos, que yo creo que ni en China pueden evitar un acceso a la red, a Internet. Pero bueno.

Lo pongo como ejemplo, pero eso, con una generación como la nuestra sacrificó,  las generaciones nuevas no están dispuestas a sacrificar, ni aunque tú le digas que no, que es malo, que eso es perverso, que el enemigo ataca; a ellos no les importa nada de eso, “yo quiero acceso a mi red”.

Bueno, por ahí andan las cosas, ¿no? Creo que es hora de que les dé un segundo café porque de comer no les puedo dar, les puedo dar otro café con otro bombón.

Hasta siempre querido maestro