Hace unos meses ya que abandonamos un querido pero maltratado país llamado Paraguay. Hace unos meses ya que debimos haber escrito estas palabras que, hace unos meses ya, garabateamos en una libreta. Pero hoy nos reencontramos de nuevo con estas palabras y, dado que las palabras no nacieron para esconderse, creemos que se las debemos a las compañeras de CONAMURI, Coordinadora Nacional de Mujeres Trabajadoras Rurales e Indígenas del Paraguay, una coordinadora que hoy es más que eso, es una organización de mujeres feministas, campesinas e indígenas, con un sentido apropiado del feminismo, no contagiado por modelos posmodernos y eurocentristas hoy tan de moda. Una organización de mujeres donde militan hombres valientes que comprenden que el feminismo bien entendido también se debe asumir desde lo masculino.
Después de un tiempo compartiendo con ustedes algo más que un espacio físico que desde el principio nos brindaron comprendiendo lo difícil de un trabajo como este, finalizamos ese compartir asistiendo a su 16 aniversario.
Un 16 aniversario que fue una sorpresa y un aprendizaje. Fue una grata sorpresa porque muchas y muchos de ustedes dedicaron su tiempo y su esfuerzo para desplazarse desde lugares alejados hasta Asunción para seguir construyendo un proyecto y una iniciativa tan valiosa. Y en lugar de reunirse simplemente para festejar, como muchas organizaciones harían, decidieron, en su 16 aniversario, juntarse durante varios días mañana y tarde para hacer autocrítica y para continuar con su formación política, para seguir construyendo una organización mejor que contribuya a construir un mundo mejor. Una organización con ese nombre tan hermoso, CONAMURI
Para nosotros, haber estado y compartido con ustedes fue un aprendizaje. Nos marchamos hace ya unos meses pero estamos seguros que CONAMURI va a seguir siendo un referente para la lucha y las transformaciones del Paraguay. Un instrumento de fortalecimiento de la lucha campesina, indígena y urbana.
Nosotros salimos de nuestra tierra para descubrir e investigar algunas de las luchas que se dan en América Latina, en este continente que algunos de nuestros antepasados dijeron que descubrieron pero en realidad expoliaron. Este expolio ha sido encubierto: no fue un descubrimiento, sino un encubrimiento, porque durante siglos nos ocultaron y nos siguen ocultando mediante esos horribles libros de texto que nos muestran en las escuelas a los que allí vivimos, la verdadera realidad de este continente. La realidad de lo que hicieron aquellos señores que inventaron el término España como símbolo de lo peor de aquellas tierras que sin embargo albergan diferentes y variados pueblos, diferentes y hermosas gentes, muchas de las cuales luchamos, junto a ustedes, despojados ya de esa asimetría colonizadora, por recuperar la dignidad y la memoria.
Y en esta búsqueda, vemos que hay un denominador común, una lucha principal que se da en diferentes lugares de Latinoamérica: la lucha por la tierra, la lucha por el territorio. Lucha necesariamente frontal, pues el enemigo no es pequeño. Viene con sus balas, con sus mercenarios, con sus venenos agrotóxicos, con toda la industria del narcotráfico.
Decía Marx que todas las formas de lucha son válidas. Pero hay una que siempre debe ser la madre de todas las formas de lucha. Esta madre, con nombre de mujer, de ‘Cuña’, tan importante en una organización como CONAMURI, es la formación. El mejor vehículo para generar la batalla es que estemos formados. El acceso al conocimiento es otra de las murallas que el sistema quiere levantar para blindar a una élite pudiente y que reduce todo lo que toca a mercancía. Porque ellos lo pueden pagar, claro.
El conocimiento no puede convertirse en un muro para la gran mayoría; el conocimiento debe ser una barricada, un escudo, una trinchera pero sobre todo las más poderosa de las armas. El conocimiento, lejos de convertirse en privilegio de minorías, debe ser un arma poderosa al servicio del pueblo, de la gente sencilla, de los pobres, de los campesinos, de los obreros asalariados, de las niñas y niños trabajadores, de los bañadienses, de la mamá de familia, del padre proletario, de la abuela olvidada. Por eso tampoco queremos esa educación elitista que ellos practican. Por eso queremos una nueva educación, transformadora, liberadora, revolucionaria, comunitaria.
Para que cuando venga la revolución, nos encuentre preparados para cuidarla, mantenerla y mejorarla.
Y eso sólo se hace como ustedes lo hacen y lo hicieron en su 16 aniversario: mediante la autocrítica constructiva, único baluarte para poder avanzar.
Estamos seguros que seguirán construyendo una alternativa a este sistema corrupto que impera en el Paraguay.
Porque nos encontramos un Paraguay que expulsa al campesino de sus tierras de la manera más canalla para crear periferias pobres, como los Bañados, que desbordan la ciudad.
Un Paraguay que criminaliza la pobreza, a las campesinas y campesinos en su lucha cotidiana por un pedazo de tierra para vivir.
Un Paraguay que tiene cárceles como Tacumbú atestadas de seres humanos hacinados como animales.
Un Paraguay que fumiga con veneno junto a casas de familias donde comen y beben niñas y niños que enferman y mueren por estas prácticas de genocidio silencioso del negocio de la agroindustria.
Un Paraguay donde trabajadores de la línea de transporte tienen que literalmente crucificarse para pedir un derecho tan básico como un sindicato y trabajar en condiciones de dignidad.
Un Paraguay donde hay familias que se ven obligadas a poner a trabajar a sus hijas e hijos para salir adelante.
Un Paraguay donde las estructuras de la dictadura stronistas siguen más presentes que nunca.
Pero también nos encontramos un Paraguay de campesinos que, como en Marina Kue, siguen ocupando tierras.
Un Paraguay donde presos como los Seis Campesinos, Rubén Villalba o los domiciliarios de Curuguaty tienen una claridad de ideas que contagia y educa.
Un Paraguay donde las niñas y niños trabajadores se organizan para dignificar su trabajo y su formación.
Un Paraguay con organizaciones como Conamuri Kuñanguéra, Desde Abajo o Connats Paraguay que dan sentido a la maltratada palabra dignidad.
Estamos seguros pues que CONAMURI, a través de la articulación con las diferentes organizaciones y sectores sociales, y siempre con esa mirada holística y no gremial ni sectorial, tendrá un papel fundamental en los próximos años en la construcción de un Paraguay diferente.
Muchas gracias por confiar en nosotros, ofrecernos lo más básico y a la vez lo más importante y humano y permitirnos aprender junto a ustedes.
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