SENTIRES VENEZOLANOS

8. ONCES DE SEPTIEMBRE

8. ONCES DE SEPTIEMBRE

Preguntaréis por qué su poesía

no nos habla del sueño, de las hojas,

de los grandes volcanes de su país natal?

Venid a ver la sangre por las calles,

venid a ver

la sangre por las calles,

venid a ver la sangre

por las calles!

Pablo Neruda, España en el corazón

«Si eso ocurre, ¡ay, si eso ocurre!, ¿dónde se refugiarán los fatalmente equidistantes, los falazmente neutrales?»

Un 11 de septiembre de hace ahora 46 años, la infamia se hizo carne y la carne se hizo sangre. El genocidio comenzó un día 11 de septiembre de hace ahora 46 años. No, en realidad comenzó mucho antes. Comenzó un 18 de julio de hace 83 años. No, en realidad comenzó mucho antes. Comenzó un 12 de octubre de hace más de 500 años. No, en realidad comenzó mucho antes. El genocidio comenzó ese día de la historia de la humanidad en que unos hombres perdieron la dignidad al matar a otros hombres para poseer lo que de todas las mujeres, hombres y otros animales era, sin ser de nadie. No, en realidad comenzó mucho antes. El genocidio comenzó el mismo día que un hombre decidió someter a otra mujer o a otro hombre. Ese minuto perverso y fatal fue el minuto más infame de la historia de la humanidad. Al contrario del minuto “altanero y falaz” al que se refirió Nietzsche, ese minuto no fue solo un minuto. Desde ese minuto a la historia le crecieron en su vientre las horas y los siglos, la pugna más brutal y terminante de la historia. Antes de ese minuto, todo era dignidad. Desde ese minuto perverso y fatal, quedaron frente a frente dos orillas irreconciliables, dos caras antagónicas de una moneda multiforme con demasiados rostros y menos conciencias. A veces la infamia se disfraza de dignidad y la dignidad de infamia, pero la historia se encarga de poner a cada una en su orilla.

Hoy, 11 de septiembre del año en curso, la historia, contenedora implacable de todos los minutos, gloriosos e infames, fatalmente equidistantes o falazmente neutrales, amenaza con parir otro 11 de septiembre.

Hoy, 11 de septiembre del año en curso, 46 años después, 83 años después, 527 años después, tropecientosmil años después, catropencostarrentamil años después, Venezuela encarna el epicentro internacional de esa lucha histórica que comenzó justamente aquel minuto perverso y fatal de aquel día infame de hace ahora exactamente catropencostarrentamil años. Como diría nuestro paisano José Luis Cuerda, “mil años arriba, mil años abajo, para no pillarse los dedos”.

Un 11 de septiembre de hace ahora 46 años, la infamia se hizo carne y la carne se hizo sangre. Dado que por decreto de la historia, la antagonista de la infamia es la dignidad, aquel 11 de septiembre de 1973, infamia y dignidad se encontraron en Chile. De nuevo frente a frente. La infamia se vistió con el rostro de Pinochet. Detrás de él, todo un imperio. La dignidad se hizo carne en el rostro del Presidente Salvador Allende. Detrás de él, todo un pueblo. Por si alguien albergaba alguna duda, ese día Allende quedó para siempre en la orilla del pueblo. Ese que, como Allende, puso su carne y su sangre luchando por la dignidad.

Hoy 11 de septiembre del año en curso, el mismo imperio que parió aquel fatídico 11 de septiembre, el mismo imperio que amamantó a Pinochet y a su cuerda de asesinos, tecnócratas de gatillo siniestro y chicago boys, amenaza con invadir la República Bolivariana de Venezuela. Aquel perverso y fatal 12 de octubre de 1492, la infamia tomó nombre de capitalismo. Aquel perverso y fatal 11 de septiembre de 1973, la infamia capitalista defecó otro engendro maloliente llamado neoliberalismo. Ese que hoy, en Venezuela, quiere golpear con su maza de hierro atroz no solo cuerpos y conciencias, también instituciones, también democracia.

Si eso ocurre, ¡ay, si eso ocurre!, ¿dónde se refugiarán los fatalmente equidistantes, los falazmente neutrales? Les faltarán pliegos, telas y billetes del imperio para tapar sus vergüenzas ante la sangre del pueblo. 

Si eso ocurre, ¡ay, si eso ocurre!, a la dignidad le nacerán nuevos ojos para escupir lágrimas hasta la eternidad. Pero a la dignidad le crecerán también nuevos brazos. Unos para secar tanta lágrima. Otros para empuñar fusiles de templados ojos. Porque ¡ojo!, si eso ocurriera, como gritó el poeta, “de cada niño muerto saldrá un fusil con ojos”.

Luis Suárez Salazar en Tras las huellas del Che

Esto no es ni un canto épico ni un alegato a las armas, sino conocimiento de causa. Como afirma el politólogo cubano Luis Suárez Salazar en el documental Tras las huellas del Che, “ojalá que nunca tengamos que llegar nuevamente, ojalá que en Venezuela no se desarrolle una guerra civil o una intervención externa, ¿pero si ocurriera, qué le vamos a pedir a los revolucionarios venezolanos? ¿Les vamos a decir que este no es el momento de las armas, cuando están siendo agredidos, cuando están siendo atacados?”.

Si eso ocurriera, ¡ay, si eso ocurriera!, a la infamia le faltarán piernas y a las piernas caminos para improvisar huidas cuando la dignidad venga a recaudar las cuentas de la historia.

Si eso ocurriera, ¡ay, si eso ocurriera!, a la infamia se le abrirán surcos como alamedas por las que pasarán las mujeres y hombres libres, como torrente de agua y fuego, codo a codo, fusil al hombro, ojos como granos, la frente alta. Porque, como gritó el poeta, “de cada crimen nacen balas que os hallarán un día el sitio del corazón”.

No derramamos palabras como propaganda en tiempos de guerra ni mucho menos como infantil postureo o guiño a la violencia. Somos cobardes por defecto de serie de fábrica europea. Incapaces de empuñar un arma, ¿cómo animar a que otros lo hagan? Deseamos la paz. Pero hablamos con conocimiento y con causa. Conocimiento, porque en Venezuela hemos mirado a la dignidad a la cara. Y créanme que hablamos de una clase de dignidad que no se queda sentada mirando cómo las águilas devoran su propio vientre, el vientre del pueblo. No olvidemos: resistencia y sangre será la consecuencia. Pero la causa… La causa será la infamia. Respecto a ésta, la historia nos avala. La infamia nunca tuvo palabra, mucho menos dignidad. Tantos 11 de septiembre que en la tierra han sido, tantos 18 de julio, tantos 12 de octubre, tantos minutos perversos y fatales, tan pocos “altaneros y falaces”.

Albacete, 11 de septiembre de 2019

Publicado en Cubainformación y ContrahegemoníaWeb