SENTIRES VENEZOLANOS

0. Rumbo a Caracas

«Mal que les pese a tantas voces, el proceso sigue, con sus amaneceres y crepúsculos, con sus vergeles y avernos»

Eso que llamamos «cruzar el charco» despierta una especie de gusanillo interior que podríamos maltraducir con algo así como inquieta expectación. Hacerlo con destino a un país que en los últimos 20 años viene ocupando a lo largo y ancho del planeta cientos de portadas de periódicos, miles de minutos televisivos y millones de palabras y sesudas reflexiones en libros, prensa alternativa o redes sociales, solo aumenta la expectativa ante cuál será la realidad que nos interpelará en la convivencia diaria entre ese pueblo. Si se adecuará o no a las desfiguraciones de unos o a los moldes ideales de otros, incluidos los propios. Suele pasar que ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario.

Ese «cruzar el charco», un desplazamiento que a priori aparentaría ser neutral, puede contener muchas y variadas intencionalidades, desde las más canallas hasta las más nobles. Desde Cristóbal Colón hasta las últimas visitas del rey Felipe VI a Argentina o Panamá para reunirse con los presidentes empresarios Macri y Cortizo, sin olvidarnos de Corteses, Balboas, Pizarros o Almagros, los antecedentes llegados desde el Reino de España hasta las américas no son como para sentir orgullo. Por suerte, también tuvimos nuestros Boves, Mirandas, Arismendis y más recientemente, nuestros curas Pérez. Colgados a la memoria hereje de la historia, llegamos a esta cuna de libertadores por segunda vez. La primera fue por tierra desde Colombia, en septiembre de 2016, con el fatigoso pero enriquecedor recorrido de 20 meses por América Latina a nuestras espaldas. Hoy tomamos un vuelo desde tierras castellanas hasta Venezuela con dos intenciones complementarias. La primera, invitados al Foro de Sao Paulo, una de las reuniones más relevantes de la izquierda latinoamericana e internacional, cuya 25 edición se desarrolla estos días en Caracas. La segunda, volver a sumergirnos en las complejidades y maravillas de un proceso tan heroico como trágico, tan apasionante como único.

Atrás queda la vieja Europa, con su crisis civilizatoria, con sus vergüenzas decadentes, con sus reyes y coronas, sus noblezas y élites, su derrumbe ético y moral, su eurocentrismo altivo. Pero también con sus pueblos y luchas, sus saberes humildes, sus llantos y pasiones, sus fuegos y dignidades, sus lanzas y quijotes.

Nuestros huesos vuelan sobre el Atlántico rumbo a un país en guerra. ¿En guerra? El pueblo de Venezuela desde hace rato es víctima de una guerra no convencional, de esas en que los bombardeos llegan en forma de ofensiva multidimensional, de metralla silenciosa pero directa al neocortex. De esas donde las balas son metafóricas pero también reales, como las que en apenas unas horas asesinarán a 6 campesinos militantes de la Coordinadora Bolívar y Zamora en el estado Barinas. Como nos contará William Osuna, un poeta extraordinario que se tropezará de modo tan mágico como poético en nuestro caminar, hablamos de una guerra que se libra en el «universo de palabras y cultural», en lo psicológico, pero también en lo económico, en lo diplomático, en lo político. ¿Y en lo militar? No de momento de manera ortodoxa. Aunque en varias ocasiones la olla parece a punto de estallar, el pueblo venezolano una y otra vez da muestras de su tenaz resistencia, de su anhelo de paz.

Mientras surcamos cielos y mares, el Foro de Sao Paulo ya está en su segunda jornada. Después de días en que nos movilizamos hasta Madrid ante el aviso de que el vuelo se daría de un momento a otro, apenas hace unas horas, cuando ya todo indicaba que nos quedaríamos en tierra, nos llega la confirmación del viaje. Desde Caracas llevan días intentando sortear el bloqueo que les dificulta emitir la compra de cientos de pasajes desde Europa y otros puntos del Planeta. Nos consta que muchas personas de América Latina no podrán finalmente viajar. Otras lo haremos a destiempo. Forma parte del bloqueo económico desplegado contra Venezuela, y forma parte del boicot contra un Foro que no gusta a los dueños de verdades únicas. Hemos conseguido ¡y gracias! apenas un vuelo para Vocesenlucha. En esta ocasión Vanessa, compañera de soñares y caminares, no me acompaña físicamente, pero de algún modo viaja conmigo. Estará en cada una de las preguntas a nuestras voces entrevistadas, en cada una de las conversas y risas compartidas. Juntos armamos esta locura y juntos recorrimos los caminos de Venezuela hace casi tres años. Este nuevo caminar no es más que la continuación de aquel compartir, de aquel soñar, que es el sueño compartido de la humanidad, de nuevo aterrizado en el presente venezolano. Con la suma de todo lo que ha llovido bajo ese cielo en estos casi tres años, que no ha sido poca cosa. Durante este tiempo miles de voces autorizadas de todo el espectro político decretaron el final del proceso bolivariano. Mal que les pese a tantas voces, el proceso sigue, con sus amaneceres y crepúsculos, con sus vergeles y avernos. Fuimos siguiendo cada uno de esos acontecimientos con el peso impuesto tanto por la distancia física como por el frío de Occidente. Comprobaremos, una vez más, que la magia latinoamericana y el sentir venezolano arropan con calor y humanidad, con verdad y realismo caribeño cada uno de esos escenarios históricos pasados, presentes y futuros, en forma de relato y memoria popular, de palabra, poesía, victoria y dignidad.

Rumbo a Caracas, directos al corazón de un pueblo que decidió ser libre sobre las mayores reservas estratégicas de crudo del planeta.

En algún lugar sobre el Atlántico, 26 de julio de 2019