
LA LUCHA MAPUCHE EN CHILE A 3 AÑOS DEL ESTADO DE EXCEPCIÓN. ENTREVISTA A HÉCTOR LLAITUL
Por l´Humanité
«Hay dos propuestas muy distintas. Una que plantea que debemos seguir siendo parte del Estado colonial, que propone solo reconocimiento constitucional y un tipo de autonomía relativa y funcional al sistema. La otra postura, la nuestra, es la que propone la lucha por la liberación nacional a través de la resistencia y la reconstrucción de la Nación mapuche.»
12 de junio de 2025 | Foto: Recuperación y control territorial de la CAM
El preso político mapuche y werken de la CAM Héctor Llaitul Carrillanca concedió una entrevista por escrito, a través de sus abogadas, al medio francés l´Humanité, que sin embargo fue publicada de forma recortada por dicho medio. A petición del comunero mapuche, publicamos a continuación la entrevista en su formato completo original.
¿Cómo describiría la situación actual en el Wallmapu, especialmente en lo que respecta a la militarización y la actividad de las grandes empresas forestales?
Héctor Llaitul: Somos un pueblo ocupado política y militarmente. Chile es un país de naturaleza profundamente racista y colonial. En la actualidad vivimos la opresión en todas las dimensiones. Lo graficamos de la siguiente manera: este 18 de mayo se cumplieron 3 años ininterrumpidos del Estado de Excepción, que en concreto significa tanquetas, blindados, helicópteros, drones y numeroso personal militar y policíaco para la defensa irrestricta de las faenas y los intereses de los grupos económicos que arrasan el Wallmapu con su políticas extractivistas.
Las forestales son nuestros principales enemigos, son poseedores de millones de hectáreas, tienen cinco veces más territorio que todo el Pueblo Nación Mapuche. Su actividades no se detienen, al contrario, hoy arremeten con mayor fuerza contra las comunidades porque poseen la protección militar, política y judicial del Estado chileno. Es claro que la actividad forestal no se va a detener, es el segundo gran negocio en este país. Por lo tanto no frenará, todo lo contrario, sus inversiones aumentarán y es lo que da sentido a la militarización y a la represión en el Wallmapu (territorio mapuche).
Con la militarización y la represión se impone la política del garrote muy fuertemente contra la causa mapuche, y la política de la zanahoria va quedando en segundo plano y solo va tratando de cooptar a algunos sectores mapuche, sometiéndolos para desarrollar nuevos procesos de inversión capitalista. Se trata de políticas económicas que se someten al reacomodo del gran capital, como ya hemos denunciado.
Con la llegada al poder de Gabriel Boric, ¿hay la esperanza de un diálogo constructivo con el Estado chileno para poder obtener reparaciones y la restitución de sus tierras?
El actual gobierno es la continuidad de todos los gobiernos post dictadura, sobre todo en las formas como se asume el conflicto histórico con nuestro pueblo. Se mantiene una gobernanza de tipo neoliberal que constituye la salvaguarda y defensa de los intereses de los grandes grupos económicos que confrontan contra las comunidades en el Wallmapu. El gobierno de Boric ha mantenido y profundizado las mismas políticas para hacer frente a las movilizaciones y reivindicaciones de las comunidades y orgánicas que luchamos contra la reproducción del gran capital en el territorio ancestral.
Es con este gobierno que se han profundizado las políticas represivas y de persecución en contra del movimiento mapuche autonomista. Lo que ha traído como consecuencia mayor represión y el aumento en cantidad de presos políticos mapuche (PPM) -más de cien-, quienes somos sometidos a más altas penas en años de prisión por el solo hecho de luchar por nuestro pueblo.
La militarización ha perdurado durante todo el gobierno actual. 3 años del Estado de Excepción es una realidad que no había ocurrido en ninguno de los gobiernos anteriores. No visualizamos por tanto ninguna posibilidad de solución que provenga de la actual administración.
¿Cuál es la situación actual de los PPM desde la llegada al poder de la izquierda en Chile? ¿Su propia condena a 23 años de prisión por la Ley de Seguridad del Estado y el rechazo de su traslado a la prisión de Temuco ilustran una continuidad en la política de criminalización de los líderes?
Lo primero que vamos a señalar es que el gobierno de Gabriel Boric no es de izquierda. A nuestro juicio este es un gobierno socialdemócrata. Se trata de sectores políticos que fueron anteriormente representantes de una izquierda «progresista», pero que a poco andar fueron subsumidos en un tipo de gobernanza neoliberal.
Cuando fui condenado a 23 años por la Ley de Seguridad del Estado, se hace uso de un tipo de ley de excepción que fue promulgada y utilizada durante la dictadura militar, ley que aún sigue vigente y que este gobierno la utiliza para la represión a los dirigentes mapuche. La negación a mi traslado a la prisión de Temuco, tiene que ver también con lo anterior, es parte de la represión a lo que yo represento y a los planteamientos que aun estando en prisión expreso. Este gobierno no puede negarlo, yo fui condenado por expresar ideas fuerza y una propuesta política para la causa mapuche autonomista. Se trata de la continuidad de una política de criminalización donde la persecución a las ideas cobra cada vez mayor fuerza.
Hoy la represión se hace cada vez más direccionada a los líderes mapuches que representamos la lucha de las comunidades contra los intereses del Gran Capital. Porque asumimos una lucha para acumular la fuerza necesaria para la recuperación de las tierras y lograr así la transformación revolucionaria para la reconstrucción de nuestra Nación originaria. En concreto, una lucha contra las forestales para recuperar nuestras tierras usurpadas. Se trata de resistir y trabajar para poder reconstruir el mundo mapuche necesario, y proyectar así un tipo de sociedad más justa y solidaria sobre la base de nuestra cosmovisión.
«Es la defensa de nuestros cerros, de los ríos, de nuestros lagos, de nuestro Lafken (mar), de toda la territorialidad ancestral en su conjunto. Es una defensa que se da también en el plano teórico, en el plano ideológico y cultural, con las vocerías, con las proclamas, con la reafirmación, con educación y formación propia.»
¿Cuál es su situación actual como PPM, y por qué demanda ser trasladado al módulo de comuneros en la cárcel de Temuco?
Por tercera vez los tribunales chilenos me han negado el traslado a un módulo de comuneros manteniéndome en calidad de preso común, bajo restricciones que vulneran mis derechos culturales. Creemos que esto forma parte de una nueva política de dispersión que sufrimos hoy los Presos Políticos Mapuche que con más fuerza asumimos los planteamientos de la lucha revolucionaria mapuche.
En el último tiempo nosotros hemos denunciado en los organismos internacionales de derechos humanos que nuestra lucha es eminentemente cultural, apelando a la jurisprudencia de respeto a los derechos fundamentales, de la defensa de los pueblos originarios y sus culturas, ya que esta demanda es vital por la importancia que tiene para los mapuche la vinculación con la tierra. Y que cuando el ordenamiento jurídico y político chileno condena a un mapuche a la cárcel debiera respetar esa mínima condición y no aplicar políticas que atenten contra la esencia de un Mapuche, que no debiera ser sometido a un aislamiento de su familia, de su comunidad ya que esto significa un castigo adicional muy fuerte, que puede ser interpretado como una acción racista y cruel hacia un miembro de un pueblo originario.
La reivindicación siempre ha sido oponerse y denunciar estas prácticas inhumanas, degradantes, cargadas de racismo que se le aplican hoy a los PPM. Esto más allá de que existe un convenio (169 de la OIT que protege derechos culturales) que tiene alcance sobre la situación de los presos mapuche, pero que este gobierno no respeta. A pesar de todo la resistencia en las cárceles chilenas se mantendrá, con denuncias y movilización contra esta política de dispersión que viene aplicando el actual gobierno de Gabriel Boric.
Política de dispersión que aleja lo más posible a los weichafe encarcelados de sus territorios y comunidades y que tiene como objetivo reprimir y doblegar la voluntad y el newen, negándonos los derechos culturales más básicos que debiéramos tener aun siendo prisioneros. En razón de lo anterior es que debemos reafirmar el por qué de nuestra lucha milenaria y del por qué nos asumimos como mapuche con definiciones anticapitalistas y por la liberación. Y la respuesta está en lo que entendemos y asumimos como el Ser Mapuche.
¿Y qué es eso del Ser Mapuche?
Cuando a un Mapuche se le pregunta por qué se define como tal, tiene que remitirse inmediatamente a su Tuwun y a su Kupalme. El Tuwun, entendido como el lugar, el territorio al cual pertenece y de dónde proviene, de dónde viene su gente, es su sentido de pertenencia a un territorio en específico. Y el Kupalme viene a ser su ascendencia, la consanguinidad, su linaje y los emparentamientos, es el vínculo que tiene también con un territorio. Esos dos elementos, Tuwun y Kupalme son los basamentos para que una persona se defina Mapuche. A partir de esto se dan especificidades más concretas que nos particularizan como Mapuches con vínculo con un territorio en específico, con una identidad muy clara y definida.
Las identidades mapuches están dadas por ese vínculo concreto con la tierra, ejemplo de ellos son los nombres, los apellidos que se nos asignaron y que vienen de ese origen y de ese vínculo. Así se entiende, por ejemplo, que estén conectados (espiritualmente) y emparentados con cerros, animales, ríos, con piedras, con espacios de importancia y significación.
Nosotros comprendemos el ser Mapuche como la esencia Mapuche, el ethos que nos permite el desarrollo del ser, de la persona (del che) en todos sus aspectos, integral. Surge aquí el concepto del Rufche, en donde el Rekiduam (el pensamiento) el Kimun (la sabiduría), los sentimientos, las prácticas son formas específicas de desarrollar la dimensión humana en lo cultural, así en términos de lo físico, el trabajo, el deporte, el arte, la política. El kalkul kalul, por ejemplo, puede derivar hasta en un tipo de disciplina de artes marciales, es el desarrollo permanente en términos corpóreos. Así el newen y toda su fortaleza espiritual, ligada y vinculada a ese espacio territorial y a esas familias, le dan una identidad y un rol muy particular a cada persona.
Así fue como en el pasado se conformó nuestro pueblo, por el desarrollo de estamentos mayores, porque la cultura y lo espiritual se recrea en lo familiar y es esencialmente comunitario. Así, las comunidades y los lof se articulan después en rewes y ayllarewes, que son entidades territoriales más amplias. De los ayllarewes, pasan a formarse los butalmapu que serían las identidades territoriales, tal como se conocen en la actualidad, y finalmente los butalmapu pasan a conformar lo que se conoce como el Wallmapu, el país mapuche.
A raíz de esta articulación es que tenemos las identidades territoriales como los nagche, los wenteche, los lafkenche, los pehuenches, los puelches, grandes estamentos que conforman la gran Nación Mapuche o el Wallmapu. Cuando hablamos de que esta vinculación con la tierra es lo más fuerte que existe en los mapuche es porque todo está ligado a ese concepto de la Mapu. Así el mapudungun (la lengua mapuche), las tradiciones, la forma de hacer ceremonia, todo está vinculado con el territorio y con esa consanguinidad que está en cada che, toda la cultura del mapuche depende de esta vinculación. Ha sido así de forma milenaria.
Estos elementos y formas culturales es lo que obligó a nuestra gente de antaño a una defensa cohesionada y muy fuerte de parte de nuestro pueblo en contra de los invasores y los conquistadores. Resistencia que se expresa después contra el sistema capitalista y depredador. Es la defensa de esa identidad, es la resistencia contra todo lo que atenta con nuestras formas de vida. Es la defensa del ser mapuche, es la defensa del itrofil mongen.
¿Cómo percibe la evolución de la percepción de los chilenos respecto a la lucha autonomista liderada por la CAM y otras organizaciones mapuches?
La lucha mapuche autonomista se ha sostenido durante tres décadas. En un inicio hubo mucha simpatía de parte de la opinión pública a la reemergencia de la causa mapuche, una percepción a favor de la lucha por las demandas históricas. Sin embargo, lentamente esta percepción ha ido decayendo producto de la intervención del discurso oficial, que ha tenido como caja de resonancia los medios de comunicación de masas controlados por los mismos grupos económicos que confrontan con nuestro pueblo. Por ello, en el último tiempo ha bajado la adhesión y la percepción positiva respecto de la justeza de nuestra lucha y de cómo ésta se ha venido desarrollando.
La prensa burguesa ha levantado fuertes campañas de demonización y desprestigio de la lucha concreta, principalmente hacia quienes nos enfrentamos más consecuentemente contra los intereses del gran capital en Wallmapu. Más aún cuando esta confrontación se ha agudizado y ha asumido características revolucionarias de nuestra parte, teniendo como respuesta la violencia política institucional de parte del Estado colonial chileno, que en los hechos ha significado la reinstalación de una política contrainsurgente.
En este contexto, en el que se desarrolla la lucha autonomista mapuche, existe por parte del poder un manejo de la percepción de los hechos con estrategias de manipulación de las mentalidades, que está dirigido a la opinión pública en general. El objetivo de estas campañas es hacer creer que nuestra lucha tiene aspectos cada vez más criminales, y no se condice con razones y fundamentos políticos ni de reivindicación de nuestros derechos fundamentales. Han pretendido inclusive la demonización de la causa mapuche utilizando para el efecto la teoría nazi (J. Goebbels) para instalar mentiras como verdad. Esto explica que exista un discurso cada vez más racista y denostador hacia nuestra causa que fundamenta el proceso de criminalización político-judicial y represivo que sufre nuestro pueblo, y que ha tenido como consecuencia la persecución política, el encarcelamiento y la muerte de quienes sustentamos posturas más fuertes y claras contra el sistema de dominación.
Se nos presenta mediáticamente con el calificativo de terroristas o narcoterroristas, lo cual es absolutamente falso, porque la lucha de reivindicación política y territorial mapuche es hoy una lucha de resistencia y autodefensa activa, donde la protesta es fundamentalmente social y cultural para seguir existiendo como pueblo originario.
«El movimiento mapuche autonomista nunca ha estado de acuerdo con participar en algún proceso constituyente chileno, así como no podemos comprender que exista la posibilidad de un reconocimiento de los pueblos originarios en el marco de un Estado capitalista que mantiene su formato colonial.»
Desde las movilizaciones sociales de 2019 y los debates sobre una nueva Constitución que reconociera un Estado plurinacional, ¿ha observado un cambio en la actitud de la sociedad chilena hacia las reivindicaciones mapuche?
Las movilizaciones sociales o el estallido social en 2019 fueron una manifestación muy legítima producto de las contradicciones experimentadas por los sectores golpeados y oprimidos en la sociedad chilena, que por cierto no estaban directamente relacionados con las reivindicaciones políticas y territoriales del Pueblo Nación Mapuche.
Ahora bien, respecto al debate de lo que puede ser una nueva Constitución y el reconocimiento de nuestros derechos en base a una propuesta de Estado plurinacional, desde la CAM hemos sido claros de que no es nuestra aspiración. Nuestra propuesta es distinta y es establecer una lucha por la Liberación Nacional Mapuche, que significa llevar adelante un proceso de confrontación permanente con la estructura de dominación estatal capitalista chilena, que entendemos es de naturaleza colonial y racista.
Nuestra aspiración es reconstruir nuestro Pueblo Nación Mapuche a través de un proceso de lucha donde las comunidades son las protagonistas principales, porque ellas son las que están más involucradas con las reivindicaciones territoriales y políticas.
Hay por tanto dos propuestas muy distintas. Una que plantea que debemos seguir siendo parte del Estado colonial, que propone solo reconocimiento constitucional y un tipo de autonomía relativa y funcional al sistema. La otra postura, la nuestra, es la que propone la lucha por la liberación nacional a través de la resistencia y la reconstrucción de la Nación mapuche.

¿Qué opinión tiene sobre el proceso constitucional iniciado tras la movilización de 2019 en lo que respecta al reconocimiento de los pueblos indígenas, las aspiraciones de autonomía y restitución de tierras usurpadas?
Siguiendo la línea anterior, nosotros no estamos por la vía de luchar y circunscribir nuestra lucha en el marco de un proceso constitucional. Insistimos en ello porque esto implicaría reconocer que somos parte del Estado chileno y que la normativa constitucional es el único ordenamiento jurídico, político e institucional que existe y que nos debe regir como pueblo, considerándonos solo como indígenas, o como un sector social más de la sociedad chilena. A nuestro juicio es una forma más de imposición de la concepción indigenista clásica que ha matizado el carácter subyugador del estado colonial.
El movimiento mapuche autonomista nunca ha estado de acuerdo con participar en algún proceso constituyente chileno, así como no podemos comprender que exista la posibilidad de un reconocimiento de los pueblos originarios en el marco de un Estado capitalista que mantiene su formato colonial.
El caso Huracán, que involucró acusaciones de manipulación de prueba por parte de las fuerzas del orden, ¿afectó la percepción de la lucha mapuche por parte de la opinión pública?
Efectivamente, el caso Huracán fue un hecho conocido mediáticamente, conocido incluso a nivel internacional. Un burdo montaje y uno de los hechos más escandalosos y grotescos respecto de cómo el Estado chileno trata a un pueblo originario a la hora de reprimir su lucha por la tierra. Resultó ser un caso en que estaba involucrada toda la institucionalidad chilena. El Estado en su conjunto se comprometió en la persecución y represión a los mapuche. Sin embargo, cuando se descubre el montaje, a la hora de determinar responsabilidades por parte de la «justicia chilena», solo aparecen procesados algunos agentes menores, los encargados de perseguirnos a como dé lugar. El Estado chileno pretendía dar un golpe a una organización, a una expresión política e ideológica. El objetivo era contra la propuesta política surgida desde la CAM, que basa la lucha concreta en la recuperación del territorio y la autonomía.
Cuando se descubre el montaje y sus implicancias, el sentir de la opinión pública chilena es de repudio generalizado a esta acción injusta e inmoral que se dejaba caer sobre nuestro pueblo y que efectuaron las policías chilenas. Sin embargo, tras 8 años del hecho, esa opinión pública ha ido cambiando su percepción del caso, ya que los medios de comunicación y el discurso oficial han matizado los sucesos, bajando el perfil al proceso judicial e invisibilizándolo. Hemos denunciado que existe una operación en curso que pretende un tipo de negociación o componenda para favorecer una salida de impunidad a los represores directos, para así dejar en libertad a los agentes del Estado de mayor rango, quedando solo sancionados el personal de poca graduación. Lo hemos dicho con claridad: en el caso Huracán no están todos los involucrados en el banquillo de los acusados. Hay altos generales de Carabineros y autoridades políticas del gobierno de Michelle Bachelet que no fueron procesados. También hay jueces y fiscales comprometidos. Muchos de ellos siguen a cargo de causas contra mapuche y son parte de nuevas operaciones de inteligencia en contra de nuestras expresiones de resistencia.
¿Qué opinión tiene de la Comisión de Paz y Entendimiento creada por el gobierno? ¿En qué medida considera que el informe final presentado recientemente perpetúa la impunidad hacia los agentes del Estado implicados en la represión mapuche e ignora las dimensiones culturales históricas del despojo?
Hicimos una crítica pública de esta Comisión en su inicio, durante y ahora en su presentación oficial. Se trata de una iniciativa que retrata muy bien a esta administración. Ha resultado un total fracaso porque este organismo no ha abordado las verdaderas razones estructurales que generan el conflicto. La Comisión es una farsa en los aspectos resolutivos y en su objetivo principal: solo ha querido convencer a la opinión pública de que se llegaron a acuerdos para lograr un entendimiento con las comunidades. No es comprensible ni aceptable sesionar con propósitos de paz cuando nuestro pueblo sufre un estado de excepción permanente. Al respecto hemos sido claros, con presos políticos mapuche y con las comunidades sitiadas por los militares no habrá paz ni entendimiento posible en el Wallmapu histórico.
Una Comisión que desde el principio planteó la exclusión de las organizaciones Mapuche en resistencia no tiene validez ni tiene legitimidad, y está condenada a quedar en la historia como un nuevo intento para desperfilar el principal conflicto que tiene el Estado chileno. En vez de paz y entendimiento este gobierno dejará un legado que será el establecimiento permanente de la militarización en el Wallmapu. Lo que se ha traducido en la asignación de muchos recursos para las policías y las fuerzas armadas, instalando un verdadero estado de ocupación militar, nunca antes visto.
La Comisión propone también reparación hacia aquellos que los medios de comunicación presentan hoy como “víctimas en el conflicto”, quienes están detrás de las empresas forestales y del latifundio, grupos económicos que son los verdaderos responsables de la devastación de nuestros territorios y los espacios sagrados que allí se encuentran. Estos medios no muestran la lucha real de nuestro pueblo contra las grandes inversiones capitalistas y las políticas extractivistas que arrasan contra el mundo mapuche en su total dimensión.
Bajo esta lógica, la impunidad para los represores y usurpadores de nuestros territorios está asegurada, en la línea de lo ha planteado siempre la derecha política y económica para proyectar la custodia y resguardo de sus inversiones. Esta situación de impunidad nos afecta sobremanera, no solo por la mantención del despojo, por la continuidad del sistema de propiedad usurpado que devasta la naturaleza y destruye nuestro itrofil mongen (todas las vidas), sino porque con estas componendas se garantiza el reacomodo del gran capital en el territorio ancestral, representado hoy por los monocultivos y las centrales hidroeléctricas.
«Llevar adelante un proceso de reconstrucción de la Nación Mapuche implica sentar las bases para una gran propuesta de liberación nacional, lo cual nos obliga, en todos los sentidos, a confrontar con la estructuras de dominación que tiene el Estado chileno y el Estado argentino.»
¿Cómo debiera el Estado chileno abordar el conflicto mapuche para lograr sus reivindicaciones históricas y la restitución de sus tierras?
Para contextualizar y comprender cómo se debe abordar el conflicto histórico entre nuestro pueblo y los Estados de Chile y Argentina, nos permitimos exponer las diversas corrientes políticas e ideológicas que existen, dándole énfasis a las más fuertes:
Primero, aquella que aún está instalada en la derecha chilena y en los sectores más fascistas, que arrastran una impronta racista y colonial histórica, que tuvo su apogeo durante la dictadura civil-militar de Pinochet y que aún se mantiene en los sectores más duros de la derecha y de la ultraderecha chilena, y están arremetiendo con mayor fuerza por la militarización y la creación de bandas paramilitares. Es una postura que sostienen los fascistas, los colonos usurpadores, acompañados hoy de sectores de la ultraderecha chilena. Sectores que representan al empresariado y a través de los gremios presionan al gobierno actual por políticas y “medidas de seguridad”, que solo buscan la protección de las faenas forestales y otras inversiones capitalistas que depredan el territorio ancestral mapuche. Bajo esta posición siempre se ha sostenido que para terminar con el conflicto, el “ideal” sería el exterminio de las comunidades, el exterminio del pueblo Nación Mapuche, o en su efecto mantenerlos oprimidos a través de la ocupación político-militar. Esto nos remite al «despojo” sufrido durante la época de la ocupación, lo ocurrido entre los años 1881 a 1883, una invasión político-militar de dos Estados en contra de nuestro pueblo. Las políticas actuales buscan dar continuidad a ese hito histórico a través una nueva ocupación militar del territorio ancestral.
La segunda postura que existe es la instalada por los gobiernos post dictadura, por los partidos políticos concertacionistas (1990-2010). Se basa en una concepción “indigenista”, es decir, de tratar a los mapuche como indígenas chilenos sujetos a las estructuras de dominación del Estado chileno, a la Constitución y a toda la institucionalidad política, económica y jurídica opresiva con nuestro pueblo. Para el efecto, se estableció un tipo de legislación, una ley indígena que puede abordar ciertas demandas y las reivindicaciones en materias económicas, sociales, restablecer mínimos derechos en salud, educación, trabajo, manteniendo así el sistema de dominación. Los gobiernos de la Concertación pretendieron así controlar el conflicto histórico. Fue en este contexto que se dio la disrupción de la Causa Mapuche por la recuperación del territorio ancestral. La lucha por las tierras, por la defensa de las tierras, replegó al Estado chileno en la defensa del sistema de propiedad usurpado. Así se puede comprender por qué las distintas instituciones del Estado, los tribunales, el parlamento, las policías asumieron una posición de criminalizar la causa mapuche y efectuaron una persecución enconada contra las posturas más consecuentes con las reivindicaciones territoriales y políticas.
Una tercera posición, que toma mayor fuerza a partir del “estallido social” y de la izquierda supuestamente progresista, es la que propone un proceso de inclusión del Pueblo Nación Mapuche bajo una concepción de plurinacionalidad, es decir, la conquista de un Estado plurinacional. Que según ellos sería el máximo logro de los derechos y las demandas históricas tanto territoriales como políticas de los pueblos originarios. Esta no es la postura que tenemos como CAM, porque es incompatible con nuestra lucha histórica, que hoy constituye nuestro proyecto político-estratégico. Así se debe entender por qué nosotros no tuvimos participación en la constituyente cuando la propuesta era solo reformar la Constitución chilena, ya que significaría que el mundo mapuche pasaría a estar sujeto a un ordenamiento político-jurídico e institucional eminentemente occidental y sistémico. Hay una concepción de subalternidad y de racismo generalizado que no permite el reconocimiento de nuestros elementos culturales e idiosincráticos. Y finalmente, porque no hay una propuesta fundada de autonomía territorial que implique seriamente la reconstrucción de la Nación Mapuche.
La cuarta posición es la que sostenemos como CAM por ya tres décadas: acumular fuerza social, política y revolucionaria desde el mundo mapuche para instalar una propuesta propia, mapuchista, desarrollando así un gran proceso de liberación nacional del Pueblo Nación Mapuche. Hay un pilar estratégico fundamental de reconstitución del tejido social, político e ideológico propio y desde las comunidades, sumado a otro proceso de Resistencia en contra principalmente de la reproducción del capital en los territorios que están siendo reivindicados en base a este proyecto de rearticulación de comunidades cada vez más amplio. Llevar adelante un proceso de reconstrucción de la Nación Mapuche implica sentar las bases para una gran propuesta de liberación nacional, lo cual nos obliga, en todos los sentidos, a confrontar con la estructuras de dominación que tiene el Estado chileno y el Estado argentino. Es el restablecimiento de una territorialidad ancestral para que nuestro pueblo mapuche recupere sus propias formas, tanto políticas, ideológicas, culturales y de cosmovisión, lo que nos permitirá seguir proyectándonos como una Nación originaria diferente, con nuestra propia realidad e identidad, con una historia, un pasado un presente y un futuro común.
¿Ante la persistencia de la represión y la falta de respuestas satisfactorias por parte del Estado, contempla la continuación de la resistencia mediante medios armados para la defensa del Wallmapu?
El desarrollo del conflicto, desde hace ya tres décadas, tiene un diagnóstico muy claro: la presencia del gran empresariado que tiene sus inversiones en nuestro territorio ancestral y la reemergencia de una resistencia por parte de un pueblo. Con la usurpación de las tierras y la arremetida del capitalismo en contra de las comunidades se agudizaron las contradicciones, principalmente porque los grupos económicos, para llevar adelante sus grandes inversiones en el área forestal, en el área energética, minera, turística y de especulación financiera e inmobiliaria, han embestido violentamente contra las comunidades mapuche.
El desarrollo del movimiento autonomista es para hacer frente a esta realidad, un avance que fue decisivo, y la respuesta de parte del Estado fue ponerse del lado de los poderosos y desarrollar violencia política institucional en contra de los mapuche. Hoy día esa confrontación se ha agudizado cada vez más, por la arremetida del gran capital y la respuesta del Estado frente a las movilizaciones, hasta el punto de que ya existe nuevamente un verdadero estado de ocupación militar (los estados de excepción) con una legislación dictatorial, direccionada contra las expresiones más organizados y fuertes de la causa mapuche.
Este proceso de confrontación, con componentes de violencia estatal y empresarial, nos obliga a responder con el control territorial y la autodefensa armada. Es lo que se ha reivindicado como la resistencia mapuche. Un tipo de resistencia integral que está referida a la recuperación de nuestras tierras y la defensa de todo el mundo mapuche desde una perspectiva propia. Se trata de una lucha muy básica y acotada en la defensa de los procesos de recuperación. Hoy está de manos de los órganos de resistencia territorial, quienes dan continuidad al mandato de las comunidades que llevan adelante un proyecto de rearticulación de los territorios.
¿Cómo articula la CAM sus acciones entre la resistencia armada, las movilizaciones políticas y culturales para la reconstrucción de la nación mapuche?
Nuestra propuesta es sobre la base de un lineamiento político estratégico. Por una parte, luchar por la reconstrucción de la Nación Mapuche, por otra, asumir la resistencia al Estado capitalista. Ambas líneas estrategias se complementan. Cuando se desarrollan procesos de recuperación de tierra, entendemos que va a haber una respuesta por parte del Estado que será violenta, y por lo tanto hay un proceso de autodefensa y de resistencia mínima.
Hay una propuesta de articulación tanto de la demanda territorial-política, como de los demás componentes a desarrollar, elementos culturales, ideológicos, políticos, económicos, de educación y también milicianos y militares, para hacer la defensa como un conjunto. No solo tiene que ver con la defensa de todo el tejido social, político e ideológico de nuestra gente, sino de la defensa de lo que nosotros entendemos como nuestro mundo, el Itrofill mongen, la defensa en definitiva de la naturaleza y su biodiversidad.
En concreto, es la defensa de nuestros cerros, de los ríos, de nuestros lagos, de nuestro Lafken (mar), de toda la territorialidad ancestral en su conjunto. Es una defensa que se da también en el plano teórico, en el plano ideológico y cultural, con las vocerías, con las proclamas, con la reafirmación, con educación y formación propia. Por tanto, se trata de una lucha muy integral y concreta. No podemos esperar que nuestros Newen (fuerza vital), nuestros Ngen (espiritualidad) hagan solos la defensa, sino que también es necesario organizar la fuerza propia y desarrollar una defensa con militantes y pu Weichafe (guerreros) de la causa mapuche. Los weichafe son los que deben asumir el llamado de la tierra, de los ancestros y ponerse al servicio de las comunidades para accionar contra los enemigos históricos.
¡Por territorio y autonomía para la Nación mapuche!
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