«I CAN´T BREATHE». 400 AÑOS DE ASFIXIA SOCIAL, ECONÓMICA, POLÍTICA Y CULTURAL DEL PUEBLO AFROAMERICANO

Por Ángel González

Aún resuenan en mi memoria las palabras de un anciano cronista en el recorrido a la “Maison des Esclaves” en la Isla de Goré: “La esclavitud contra nuestro pueblo ha sido uno de los genocidios más grande cometidos contra la humanidad,  nunca reconocidos por la blanca Europa quien aún está en deuda moral y económica con África”.

La Imagen de un hombre negro postrado en el piso, de espaldas, con las manos atadas y sometido por un policía blanco quien le aprisionaba el cuello con su rodilla hasta asfixiarle   y sus últimas palabras antes de su muerte: “No puedo Respirar”, recorrieron  el mundo en apenas segundos, viralizándose por las redes sociales a través de “la magia” de la globalización tecnológica de la era digital 2.0, convirtiéndose en noticia de primera plana y desplazando el foco de atención sobre la Pandemia del Covid19.

En pocas horas y días el hasta entonces desconocido George Floyd pasó a ser la primera noticia, no precisamente por lo que haya sido o hecho en vida, sino por su trágica muerte y lo que en términos de reacción popular está causando en los Estados Unidos de Norteamérica y el impacto a nivel mundial que ha desatado la muerte de este afroamericano a manos de la policía.

Pero analizando los hechos y lo que esto representa en la larga historia de violencia contra la población negra en este país, la tragedia de Floyd y lo que esto representa para su gente afroamericana no inició precisamente el fatídico 25 de Mayo, día que ocurrieron los hechos. De la misma manera podemos señalar que incluso ésta y otra larga lista de historias de sometimiento y violencia no comenzaron ni siquiera en territorio norteamericano. Se remonta a casi cuatro siglos de persecución, sometimiento y muerte que comienza en gran parte del África, desde donde millones de niños, niñas, hombres y mujeres fueron literalmente cazados, sometidos y desarraigados para alimentar la voracidad del sistema colonial Europeo, antecesor y creador de las bases del sistema de explotación capitalista contemporáneo. 

Es analizando el proceso histórico Americano y particularmente el proceso de conformación social, económica y política desde la creación de los Estados Unidos de Norteamérica hasta nuestro días, donde  podemos encontrar algunas pistas para entender los hechos que hoy sacuden los cimientos de la sociedad norteamericana hasta el punto que el Presidente Donald Trump el día 2 de junio, invocó una polémica Ley de Insurrección que data de 1807 para tratar de detener las protestas generadas a partir del asesinato de Floyd, las cuales ya  se extienden en la mayoría de estados de la Unión.

De manera sucinta, trataremos de hacer un repaso sobre hechos que marcan las raíces y condiciones de la exclusión y maltrato sufrido por el pueblo Afroamericano desde los tiempos del comercio de esclavos. Según comenta  el magister Patrick O’Donoghue, egresado del  Institute of Black Catholic Studies (New Orleans, Louisiana),  especialista en estudios sobre la cultura negra Americana,  fueron por lo menos 5 los lugares del África Occidental desde donde se alimentó la para entonces pujante empresa del comercio de esclavos desde Europa hacia toda América. Lo que hoy pertenece a los territorios de países como Angola, El Congo, Senegal, Nigeria, Gana y Gambia, cuyo comercio estaba controlado por ingleses, holandeses, portugueses y franceses.     

La Isla de Goré y específicamente La Casa de los Esclavos fue la tenebrosa cárcel construida como uno de esos  puntos de concentración de los africanos, comprados y cazados por los esclavistas Europeos, algunos de estos esclavos vendidos como prisioneros o botín de guerra como resultado de los conflictos tribales que ya desde entonces se libraran en el llamado “Continente Negro”. La Casa de los Esclavos en Senegal o el Castillo “La Mina” en Ghana fueron diseñados y utilizados como mazmorras desde donde los esclavos y esclavas de todas las edades eran reseñados y seleccionados como ganado antes de emprender el largo y tortuoso viaje transatlántico en los llamados “Barcos Negreros”. Lugares del terror comparados a campos de concentración como Auschwitz, tal y como siglos más tarde Hitler construyera para encerrar a los judíos Polacos sometidos a toda forma de desmanes para su total exterminio.

Hoy en día tanto la casa de los Esclavos en Senegal como Auschwitz, son una especie de Museo de la Memoria que nos recuerda el horror y la barbarie cometidas contra millones de personas denigradas en su condición humana por el afán de poder, lucro y expansión. Aunque con la marcada diferencia de que la humanidad, particularmente la vieja Europa y su historia oficial dominante no reconoce el holocausto cometido contra el pueblo Africano. Aún resuenan en mi memoria las palabras de un anciano cronista, guía de turista en el recorrido a la “Maison des Esclaves” en la Isla de Goré: “La esclavitud contra nuestro pueblo ha sido uno de los genocidios más grande cometidos contra la humanidad,  nunca reconocidos por la blanca Europa quien aún está en deuda moral y económica con África”.

Al igual que la barbarie cometida contra los pueblos aborígenes del Abya Yala, hoy continente Americano, en el largo proceso de despojo, saqueo, sangre, destrucción sistemática iniciada en 1492 que se mantiene hasta nuestros días y que significó la destrucción de gran parte de los pueblos indígenas americanos.  

Según algunas cifras dadas por historiadores con respecto al proceso de esclavitud, se trató de aproximadamente veinte millones de personas las que fueron desterradas y transportadas por estos “Barcos Negreros” entre los siglos XVII y XVIII,  sin contar los cientos y miles de personas que no lograron sobrevivir a las terribles condiciones del viaje  y que fueron arrojados al mar en el trayecto por el Atlántico desde África hasta las Américas durante los siglos que duró el comercio de esclavos. 

Sin embargo, desde la llegada a nuestras tierras, las comunidades afro y sus descendencias han escenificado insurrecciones contra los diferentes sistemas opresores establecidos en nuestra región en los últimos 500 años. Desde los escapes de las plantaciones de algodón en el Sur de los Estados Unidos pasando por las revueltas en el Caribe y Sur de nuestro continente se suscitaron varios levantamientos e insurrecciones como respuesta a la brutalidad que padecían.

En la gran mayoría de los países y particularmente en Caribe y Sur del continente, los negros fugitivos, incluso aquellos que obtuvieron su libertad, establecieron zonas liberadas llamadas para la época “Quilombos o Cumbes”, desde donde lograron instaurar control territorial de pequeñas zonas, lo que les permitió la preparación y ejecución de ataques a las plantaciones de caña y cacao  de los blancos criollos y peninsulares para liberar otros esclavos, adueñarse de suministros, armas, licor y tabaco. En algunos de estos Quilombos y Palenques creados por los llamados Negros Cimarrones se incorporaron parte de los pueblos aborígenes ya casi diezmados y aniquilados física y culturalmente.

Ahí están las acciones insurreccionales de personajes en nuestro país, Venezuela, como José Leonardo Chirinos en la Sierra de Coro o el capital Guillermo y Andrezote en Yarucuy y zonas de Barlovento, experiencias muy parecidas a la del “Zumbi dos Palmares” en Brasil.  Todas estas insurrecciones fueron cruelmente sofocadas y sus principales líderes recibieron terribles condenas de muerte como una forma ejemplarizante para otros que osaran infringir la ley a la cual estaban obligados a someterse de por vida.

En tierras norteamericanas otros negros esclavos se alzaron corriendo la misma suerte de sus contemporáneos en Latinoamérica y el Caribe. Historias que valdría la pena rescatar como la de Nathaniel “Nat“ Turne, quien se hizo leyenda con las revueltas contra esclavistas en el Sur de los Estados Unidos a mediados del siglo XVIII.  

La propia historia de lo que ha sido la conformación de los llamados Estados de la Unión ha tenido que ver con un largo ciclo de violencia social, económica y cultural contra  las poblaciones afroamericanas. Desde la guerra de independencia de Inglaterra pasando por la guerra de secesión y durante el desarrollo de todo el siglo XX hasta lo que lleva el presente, con la lucha por los derechos civiles y contra la segregación racial, innumerables hechos de sangre se han cobrado la vida de muchos afroamericanos, hombres y mujeres,  entre ellos las destacadas figuras de Martin Luther King y Malcon X.

La expresión «I can’t breathe» así como el rostro de Floyd sintetizan ese largo historial de  sufrimiento y violencia contra la población afroamericana  pero al mismo tiempo han levantado una vez más la indignación y reacción de muchos y muchas que se movilizan en territorio norteamericano y el mundo entero  bajo las viejas pero aún vigentes  consignas de “Nunca Más”.