«En este proceso nuestro, repleto de cosas bonitas y de contradicciones, nosotros estamos avanzando en clave gramsciana hacia la construcción de una nueva hegemonía».

5 de Marzo de 2025

Desde la llegada del Comandante Hugo Chávez al poder en 1998, la democracia participativa y protagónica se pone sobre el tapete como clave para la reorganización de la política en Venezuela. Más tarde, tras declararse la Revolución Bolivariana socialista, la propuesta de la comuna comienza a tomar forma como espacio para la construcción de la democracia sustantiva. 

Robert Longa, vocero de El Panal, una combativa comuna en el barrio 23 de Enero en Caracas, y fundador y militante de la Fuerza Patriótica Alexis Vive, una organización de cuadros que promueve la comunalización, ha desempeñado un importante papel teórico-práctico en la construcción de un modelo que busca trascender el capitalismo y su contraparte institucional, el Estado burgués.

En esta conversa, Longa analiza la importancia estratégica de la comuna en el proceso revolucionario venezolano en un contexto de agresión imperialista y reconfiguración global del poder.

Desde una visión que integra el pensamiento de Antonio Gramsci y de V.I. Lenin con la doctrina Bolívar-Chávez, Longa reflexiona sobre la construcción de una nueva hegemonía popular basada en el poder comunal; esta nueva hegemonía debe ir encaminada hacia la autogestión económica y política con un nuevo ser humano en el horizonte. Los desafíos de esta construcción son muchos, y allí la educación política y técnica son fundamentales. Para Longa, la comuna no es solo un espacio de resistencia, sino el espacio desde el que se construye la nueva sociedad emancipada.

En este momento histórico, y a partir de Chávez y de la construcción en El Panal, ¿cómo interpretas el objetivo de la comuna?

El objetivo estratégico de la comuna es reorganizar la sociedad toda, que debe ir escalando hacia la confederación comunal. Nosotros, desde cada uno de nuestros espacios de construcción, hemos combinado dos líneas fundamentales, la gramsciana y la leninista. Para la Fuerza Patriótica Alexis Vive estas líneas están atravesadas por la Doctrina Bolívar-Chávez, que es un cable a tierra porque vincula nuestra lucha con nuestra historia y con una perspectiva integral de Patria Grande. Además, la Doctrina Bolívar-Chávez desemboca en el Socialismo del Siglo XXI, un término acuñado por Heinz Dietrich, que después pasaría a ser detractor de nuestra revolución.

En su declaración en el Foro Social Mundial en Porto Alegre en 2005, Chávez abre las compuertas del socialismo, y lo va a conjugar con la democracia participativa y protagónica. En aquel momento el propio Chávez reconoce que se había paseado por la idea de la “Tercera vía” de Anthony Giddens, pero luego descubrió que aquello del “capitalismo con rostro humano” era una falacia.  

Al poco tiempo, en el año 2006, Chávez convoca a la conformación de los consejos comunales, que son expresiones del poder popular organizado y ejercicios de democracia participativa y protagónica en el territorio. Los consejos comunales rompen con la vieja lógica de las juntas de condominio y las asociaciones de vecinos de la IV República (1958-1999), que eran espacios para el resguardo de la propiedad privada horizontal y apéndices del Estado burgués –núcleos de gobernanza de cuarto o quinto nivel que respondían a los intereses de la potestas (poder instituido). 

Para nosotros, la comuna es el espacio desde el cual la potentia (poder originario del pueblo) debe desplazar a la potestas. En el segundo quinquenio del siglo XXI, Chávez diseña una arquitectura que va desde los consejos comunales hacia la comuna, desde la comuna hacia las ciudades comunales, y desde las ciudades comunales hacia el Estado comunal. Esta arquitectura nos orienta en nuestro trabajo cotidiano. 

Sin embargo nosotros, bajo una concepción leninista, también vemos la fase del Estado comunal como un momento de transición y por lo tanto no como un objetivo en sí mismo. Nuestro objetivo es la abolición del Estado como mecanismo de reproducción de un sistema que privilegia los intereses de una clase. Aspiramos a la construcción de una sociedad sin clases, una sociedad donde el hombre nuevo y la mujer nueva estén al mando de la producción y de la política. De una forma muy incipiente, eso podemos comenzar a verlo ya en algunas comunas. 

En este sentido, la síntesis superior de esa sociedad de seres humanos auto-emancipados se expresa en la confederación de comunas, un término que acuñó Chávez. La confederación como objetivo último expresa la posibilidad de que el sujeto colectivo direccione los propósitos de la sociedad en su conjunto por vía de la democracia participativa y protagónica, rompiendo así con el viejo esquema de la democracia liberal burguesa y de su contraparte institucional, el Estado. 

Mencionas a Gramsci y a Lenin. ¿Cuál es la centralidad de su teoría en este momento histórico para la Fuerza Patriótica Alexis Vive? 

Lenin y Gramsci tienen una presencia importante en nuestro ejercicio teórico-práctico. Después de la Revolución de Octubre (1917), la idea del asalto al poder queda instalada como paso indispensable para la revolución. Bajo esa concepción operaron la mayoría de los movimientos revolucionarios durante varias décadas, y dio frutos tan hermosos como la Revolución Cubana. En nuestro continente, tras la victoria del pueblo cubano, organizaciones revolucionarias armadas surgieron con esa idea maoista de que la chispa incendiaría la pradera: el foco-chispa generaría las condiciones subjetivas para el asalto al poder. Toda esa historia es muy nuestra y la reivindicamos, pero también recordamos el Gobierno de Unidad Popular de Salvador Allende, que aunque fuese derrocado por los fascistas y sus jefes imperialistas, llegó al poder por la vía electoral y comenzó una construcción popular con intelectuales orgánicos y la clase obrera. Aquella experiencia plantea que pueden haber vías diversas en la construcción del socialismo más allá del camino que se planteó a partir de la experiencia soviética. 

Me toca subrayar que eso no implica en absoluto que en nuestra concepción la experiencia de la URSS deba ser descartada. Tras la muerte de Lenin, el gobierno de Stalin aplicó el programa radical del partido e instaló la dictadura del proletariado mientras impulsó el desarrollo de las fuerzas productivas –de todo eso debemos aprender. Que luego el proyecto debería haber pasado a un proceso de democratización es harina de otro costal, pero lo cierto es que la URSS vence al fascismo y se levanta como una alternativa. 

Todo esto es un proceso dialéctico: cualquier revolución va a atravesar por momentos de avance, de desarrollo, y de estancamiento, y allí ubicar correctamente las contradicciones es la clave.

En este proceso nuestro, repleto de cosas bonitas y de contradicciones, nosotros estamos avanzando en clave gramsciana hacia la construcción de una nueva hegemonía. El gobierno plantea los circuitos comunales (agregación de varios consejos comunales) como paso intermedio hacia la organización comunal en aquellos lugares donde las comunas todavía no están conformadas. Nosotros vemos esto como un elemento tacticista para fortalecer el proyecto comunal, que ya en este momento debe ir avanzando hacia la construcción de ciudades comunales y federaciones comunales que podrían desembocar en el Estado comunal. Sin embargo ese Estado comunal, y me repito porque en esto sí somos muy Marxistas y Leninistas, debe ser abolido en última instancia.  

En cualquier caso, hoy vivimos un momento bonito en el que el gobierno nacional le está apostando a lo comunal y esto tiene mucho que ver con la reforma constitucional que está impulsando el Presidente Obrero Nicolás Maduro. La comuna quedará reflejada en el nuevo texto, pero nos toca participar en el debate nacional que se irá abriendo para ubicar correctamente el lugar de la comuna en relación al Estado. Además, en el contexto de la reforma constitucional, es necesario avanzar una propuesta económica para la comuna –para que la economía comunal no sea marginal– y también hay que avanzar una propuesta educativa. Resalto la cuestión de la educación porque el reto que enfrentamos en lo productivo es grande, y para lograr los objetivos nos tenemos que cualificar técnicamente y formar políticamente. 

En “El socialismo y el hombre en Cuba”, el Che dice que en la revolución debe operar un cambio en la conciencia del sujeto. De hecho, en este sentido, hay un episodio de la Revolución Cubana que es muy ilustrativo: en una reunión del politburó en la que también estaban los soviéticos, le dicen al Che que la revolución no se puede hacer solo con palmaditas en la espalda, que debe haber un estímulo material. Ante aquella afirmación, el Che le pregunta a un compañero que había luchado en la Sierra Maestra que qué aspiraba ganar por su participación, a lo que le respondió: “supongo que nada”. No podemos construir una sociedad nueva si esta se maneja únicamente con estímulos materiales. 

Ahora, al contrario que en la Cuba de finales de los años 50, en Venezuela no estamos en la etapa de la lucha armada y no está planteado el asalto al poder en la forma en la que planteó Lenin. En nuestro caso, se plantea la construcción de una hegemonía popular por vía de la comuna, y precisamente eso hace que la cuestión de la formación sea aún más central en un mundo en el que la enajenación abunda. 

Hoy el imperio estadounidense se tambalea en el contexto de una Trampa de Tucídides con China como potencia emergente. En este momento el imperialismo trata de recuperar su monopolio económico a como dé lugar. 

Van contra nosotros bajo la lógica de la guerra económica y la guerra multiforme. Así, la lógica de la guerra toma aún más fuerza: hoy el imperialismo opera con el objetivo de provocar Estados arrasados. El ejemplo más claro de esto es lo que ocurre en el reordenamiento, o mejor dicho la catástrofe, que están provocando en Oriente Próximo. Pero ellos también han provocado la guerra entre Rusia y Ucrania y tratan de provocar la guerra entre China y Taiwán. Más cerca, en Colombia, en tiempos de Álvaro Uribe, trataron de desatar una guerra fratricida con Venezuela como la que ahora tratan de provocar entre Guyana y nuestro país con el Esequibo como detonante. El objetivo del imperialismo es implosionar a los países para generar Estados arrasados y después penetrarlos. Son unos zamuros, unos carroñeros. 

Yo creo que las comunas tienen un rol estratégico en este momento porque se han desarrollado en un contexto de guerra híbrida. Recordemos que Trump, en una entrevista al terminar su primer mandato, dijo que le faltó poquito para apropiarse del petróleo venezolano. Yo creo que regresó a la Casa Blanca con ese mismo objetivo, y a las comunas nos toca pasar de la etapa de resistencia a la ofensiva, como sujetos de transformación, planteando una lógica de producción diferente a la capitalista. 

Lo que está haciendo el presidente Nicolás Maduro es lo correcto: Hay que profundizar y radicalizar la revolución por la vía de la comuna. Nosotros, como Fuerza Patriótica Alexis Vive, vamos a emitir una especie de “Decreto de guerra a muerte” el 15 de junio. Si el 15 de junio de 1913 el Libertador Simón Bolívar dijo: “Españoles y canarios, contad con la muerte”, nosotros plantearemos lo mismo en relación al imperialismo. Esto no lo haremos con un espíritu “radicalongo”, pero porque tenemos que profundizar, girar la rosca 90 grados hacia la izquierda. Las comuneras y comuneros no nos podemos prestar, consciente o inconscientemente, a impulsar la revolución solamente con el estímulo material, que por cierto es lo único que el imperialismo podría ofrecer a alguno en el mejor de los casos, además de, por supuesto, repartir muerte y destrucción para la mayoría.

A nosotros nos toca asumir las riendas de las unidades de producción para cambiar las matrices económicas, y si lo logramos, allí sí podríamos estar dando un salto hacia la soberanía y hacia el Estado comunal como etapa de transición. En todo esto es necesaria la teoría y la práctica revolucionaria y no olvidar nuestro pasado. Recordemos que cuando Chávez lanzó la reforma constitucional (2007), aquella que perdimos y que él caracterizó como “victoria pírrica” de la contrarrevolución, fue la codicia de la potestas la que nos llevó a la derrota: personajes que se vestían de rojo quisieron mantener sus cargos transitorios y no permitieron el avance de la revolución. Esa situación no se puede repetir. 

Álvaro García Linera hablaba de la construcción contrahegemónica para describir el momento en el que la potestas en las instituciones comienza a ser consciente del objetivo estratégico y transfiere poder para ir aboliendo el Estado burgués desde adentro. Ese sujeto (potestas), si tiene conciencia, debe darle paso al verdadero sujeto de transformación, al pueblo organizado en consejos comunales, comunas o circuitos comunales que deben escalar hacia las ciudades comunales, federaciones comunales y, en última instancia, hacia la confederación comunal. 

García Linera plantea la contrahegemonía del poder plebeyo. ¿Es la comuna contrahegemónica?

Contra la hegemonía del capital, la comuna debe ir más allá de la resistencia y constituirse en el espacio contrahegemónico central. En este transitar, el nuevo modelo tiene que romper con el esquema de que el pueblo solo sale a poner los muertos. Si bien el sacrificio es necesario, y por eso hablamos del Che y del hombre nuevo y la mujer nueva, la comuna le apunta a la emancipación colectiva. El pueblo organizado en comunas es el sujeto de cambio, o lo que nosotros llamamos el sujeto-territorio. El pueblo que camina hacia la confederación comunal es el pueblo-líder. Allí pueblo y vanguardia colectiva se funden en un proceso de transformación y profundización de la revolución. 

¿Debe la comuna escalar de espacio contrahegemónico a espacio hegemónico?

Así es. La comuna debe pasar de ser contrahegemónica a constituirse en el núcleo hegemónico del proceso político, económico y social. Están aquellos que hablan de la colonización del espacio y de salvarse a sí mismos de la catástrofe que han generado. La comuna es lo contrario. Sin embargo la comuna como núcleo hegemónico no se logra simplemente con discursos: tendremos que trabajar mucho y pensar creativamente más allá de los esquemas. Por ejemplo, como Fuerza Patriótica Alexis Vive, nosotros hablamos de un momento de transición bajo la tesis de la economía cruzada (participación parcial y direccionada en el mercado capitalista) en función de la acumulación socialista. 

Vivimos en un proceso de construcción del Socialismo del Siglo XXI que reposa sobre la comuna. Esta debe ser, lo repito, hegemónica, pero no por decreto.

Por último, ¿podrías compartirnos una reflexión sobre la propuesta de la “democracia comunal” como espacio que aglutina algunas fuerzas de Venezuela y más allá que le apuestan a lo común, a lo comunitario, a los comunes o a lo comunal?

Después de la caída del Bloque Soviético, un primer momento de irrupción contra el sistema fue Seattle. Luego llegó el Foro Social Mundial que planteó que “Otro mundo es posible”, y a eso le siguieron otros levantamientos como los Indignados o los Chalecos Amarillos por no hablar de las revueltas en la América Morena. Todo aquello fue una intifada mundial, pero la pregunta hoy es: ¿cómo juntar lo que es tan diverso para darle una respuesta efectiva al imperialismo, al capitalismo, al fascismo y al sionismo? 

La idea de la democracia comunal es lo suficientemente amplia para juntar a muchos. Para nosotros resuena con la idea de la democracia participativa y protagónica mientras que para otros puede resonar con sus prácticas de cooperación en sus territorios o en sus países. Claro, para nosotros todo espacio internacionalista debe siempre apuntar hacia la construcción de una internacional. Con esa idea de unión y de internacionalismo cerraron Marx y Engels El Manifiesto Comunista. Eso sigue vigente.

[Esta entrevista se realizó para un libro del Foro Zetkin que recogerá las reflexiones y análisis de organizaciones y personas vinculadas a la Red Internacional por la Democracia Comunal.]