A PROPÓSITO DE LIBERAR

“UN LIBRO SOBRE LA PRISIÓN POLÍTICA DE LA REVUELTA POPULAR»

Por Miguel Mazzeo

«Lxs presxs de la revuelta chilena están presxs por haber puesto sus cuerpos en la primera línea de la defensa de la vida…

Lxs presxs de la revuelta chilena son la vanguardia de la retaguardia. Es imperioso no abandonarlxs y activar la solidaridad dentro y fuera del país»

…el mundo adquiere un empuje como por debajo, subterráneo, oblicuo, 

sin remedio 

y las cosas resuenan como las anchas campanas 

Pablo de Rokha 

A un año del estallido de la rebelión popular en Chile, con el objetivo urgente de visibilizar la situación de lxs presxs, para reclamar por su libertad inmediata, pero también para comprender y revindicar sus historias de vida y lucha, la editorial Traru acaba de lanzar el libro Liberar

Elaborado colectivamente, compuesto a partir de materiales y registros diversos, este trabajo reúne textos, fotografías, dibujos. Presenta testimonios de lxs presxs, de sus familiares y sus amigxs, junto a una serie de análisis de intelectuales-militantes y de organismos, todxs, en alguna medida, protagonistas de la rebelión popular.  

Santiago de Chile, Traru Ediciones 2020

El libro presenta innumerables facetas, por cierto, todas poseen su valor específico. Pero consideramos que existen dos núcleos representativos y sintetizadores y en ellos queremos detenernos para ponerlos de relieve.   

En primer lugar, el libro nos ofrece una caracterización sobre el nuevo sentido y las nuevas formas de la prisión política, una reflexión sobre “la prisión política de este tiempo”. No es difícil percibir el vínculo entre las modalidades actuales del capital y los nuevos formatos represivos y punitivos, entre las lógicas de la acumulación y la construcción de la figura del enemigo interno (y la enemiga interna) por parte de las clases dominantes. En efecto, vivimos un tiempo donde la lucha de clases, cada vez más, es una lucha entre la vida y la muerte, entre la libertad y el sometimiento. En Chile y, prácticamente, en todo el mundo, lo que el sistema busca castigar, lisa y llanamente, es la lucha de los pueblos por el derecho a ser. Ni más ni menos.  

A diferencia de las prisiones políticas del siglo XX, centradas sobre los cuerpos institucionalizados, insertos en estructuras de carácter vertical y global y soportes de proyectos políticos; la prisión política del siglo XXI, se ensaña sobre los cuerpos que se resisten, desde diversas territorialidades e identidades, a los procesos acumulación por despojo. No es casual que las unidades básicas resistentes más representativas tiendan a asumir la forma de alguna “comunidad”.  

A partir del contraste con la prisión del siglo XX, el libro caracteriza a la prisión de la revuelta como una “prisión inorgánica”. Lo es, en cierto sentido. Pero tal vez corresponda hablar de otras formas de organicidad: difusas, no preconcebidas, ad-hoc, desjerarquizadas, movimientistas. Organicidades que se van construyendo sobre la marcha y que también se ven reflejadas en el libro. Donde hay solidaridad, siempre existe algún nivel de organicidad. El neoliberalismo intentó el monocultivo de indiferencia, pero en muchas tierras no creció.     

La originalidad de Chile en materia represiva es inseparable de su condición de bastión, durante décadas, de una de las versiones más duras y despiadadas del neoliberalismo. La economía (¡la sociedad!) de mercado y la reconfiguración autoritaria del Estado fueron y son dos caras de la misma moneda. Los vasos comunicantes entre extractivismo y militarización, entre la colonización mercantil y la reversión de la doctrina de la seguridad nacional están a la vista. La propia clase dominante chilena se encargó de socavar las bases de un “consenso relativo” y ahora hace malabares para construirlo.  

Pero el fervor represivo de las clases dominantes también es inseparable de la capacidad de resistencia del pueblo chileno y, en especial, del pueblo mapuche. No olvidemos los experimentos de las “fuerzas de seguridad” en el Wallmapu, un verdadero laboratorio de la criminalización de la protesta social y un ejercicio donde las fuerzas armadas exhiben sus facetas como apéndices del mercado total.          

No es la primera vez que el capital llena sus cáceles con seres humanos cuyos entramados materiales y sociales se encarga de destruir, con seres humanos a los que despoja de medios de vida y, después, arroja a los caminos. En el marco de una crisis sistémica del capital esta modalidad se exacerba. Y adquiere connotaciones políticas. Pero de Gran Política, no de política menuda. Porque, en Chile, la fórmula del capitalismo salvaje se muestra con toda la rigurosidad del pleonasmo. Otro capitalismo es imposible. Entonces hay que pensar en otros modelos de sociedad. Otra civilización. Lo que nos obliga a reflexionar sobre las intervenciones (praxis) más adecuadas para favorecer los procesos de formación de una nueva conciencia política revolucionaria que articule otras conciencias: la conciencia ambiental, la conciencia antipatriarcal, la conciencia de clase, la conciencia comunal, la conciencia plurinacional. ¿Cómo unir la política y la vida? 

Por otro lado, todo sugiere la inviabilidad histórica de las gestiones virtuosas y piadosas del sistema, la inviabilidad de las tradicionales mediaciones políticas, gastadas, anacrónicas. ¿Existen márgenes para reformar el sistema apelando a sus propios fetiches? Se aproxima el tiempo del autogobierno popular y lo mejor es ir aprendiéndolo en alguna escala.    

En segundo lugar, resulta clave el posicionamiento de Liberar. Sin cortapisas, asume que la lucha por la libertad de lxs presxs debe ratificar la acción que lxs condujo a la cárcel. Queda claro que no se trata de caer en exégesis sofisticadas de los códigos (sobre todo los códigos penales) para encontrar las figuras más adecuadas para atemperar el castigo. Mucho menos se trata de rescatar unos “fines” plausibles, pero criticando -«responsablemente»- unos “medios” supuestamente desacertados o inadecuados. Recordemos que, en el marco de los conflictos signados por las asimetrías inconmensurables, los y las más débiles jamás tienen posibilidades de elegir los medios. En la materia rige la improvisación por desesperación. Poner el eje en la “metodología” denota, como mínimo, superficialidad y, como máximo, una canallada. El libro deja para reaccionarios e imbéciles la tipificación del delito de “lesa barricada”.   

Liberar identifica la conciencia íntima del sistema que podría sintetizarse en la siguiente fórmula: para que se reproduzca el valor de cambio hay que arrasar con los espacios en donde se reproduce la vida. La hipótesis de conflicto del sistema es con los y las pobres, entonces despliega sus posiciones en una guerra integral. El libro denuncia lo que constituye una condena anticipada llamada a convertirse en el modo de ser jurídico del capital. Una condena puesta en evidencia en Chile por el accionar del gobierno de la derecha y por el comportamiento de diversas instancias judiciales. Por otra parte, las “desprolijidades” de la (in)justicia chilena no dejan de reflejar las limitaciones del viejo ordenamiento legal burgués en función de los nuevos requisitos de expansión del capital. Los principios del viejo liberalismo político (y sus antiguos mitos) se presentan onerosos para la voracidad de las clases dominantes.  

Liberar denuncia la pedagogía pérfida que subyace a la nueva prisión política. Una pedagogía cuyo fin no es otro que escarmentar la lucha social, criminalizar las resistencias y las dignas respuestas de lxs agraviadxs por un sistema cada vez más letal; amedrentar a la abrumadora mayoría de jóvenes populares, especialmente mujeres, a las personas racializadas, etcétera. El sistema, en pos de la distopía del mercado absoluto, quiere dejar en claro que, para matar, le bastan las razones del poder. El libro expone algunos rasgos de una estrategia inhumana basada en la necropolítica y en la política de la sacrificialidad.  

Lxs presxs de la revuelta chilena están presxs por haber puesto sus cuerpos en la primera línea de la defensa de la vida. Por haber revelado una racionalidad bajo la forma de una praxis que contrarresta la desintegración del mundo. Por haber mostrado que las razones del poder son grandes sinrazones.  

Lxs presxs de la revuelta chilena son la vanguardia de la retaguardia. Es imperioso no abandonarlxs y activar la solidaridad dentro y fuera del país. Sobre todo, en un contexto donde sus condiciones y las de sus familias, de por sí deplorables y angustiantes, se ven agravadas por los efectos de la pandemia. La difusión de este libro puede aportar, modestísimamente, en ese sentido. 

“Gran cosecha 2016” (Extracto)
Óleo y espátula sobre tela 100 x 120 cm.
Dalibor Kurte
@dzartesvisuales