GEDEÓN vs NEGRO PRIMERO
«Ante tales hechos, y en medio de la batalla contra el Coronavirus, al pueblo de Venezuela le toca seguir pendiente de otra batalla enmarañada en una misma guerra que viene librando desde hace dos décadas. Mientras Rambo, el Equipo A y Gedeón sigan en marcha, el Negro Primero seguirá alumbrando al digno pueblo venezolano».
En un intento imposible de definir la poesía, Julio Cortázar comenzó con algo así: “Si tengo que definir la poesía y no las tengo todas conmigo, si no me siento demasiado seguro, digo algo como: «poesía es la expresión de la belleza por medio de palabras artísticamente entretejidas»”
La guerra tiene muy poco de poesía, nada de belleza y, aunque Sun Tzu se refiriera a ella como un arte, también tiene muy poco de artístico. Está sin embargo penetrada por cientos de sentires. Dolor, miedo, ira, venganza, ambición, codicia… Dependiendo de qué papel cumpla el actor que hace parte de esa guerra, la cartografía sentimental se pronunciará de una u otra forma. No será lo mismo ser soldado que presidente; mercenario que miliciano; aviador que población civil; sargento que general. Aunque los sentimientos puedan ser los mismos, tampoco será igual ser soldado de un ejército invasor que soldado de un ejército que defiende su independencia. Ambos sentirán miedo; sin embargo, uno combate metiéndose en casa ajena y otro defiende a sus espaldas su casa y su familia. Tampoco será lo mismo ser presidente de un imperio invasor que de un país soberano invadido. Ambos sentirán ambición, aunque probablemente ésta tenga significados diferentes en cada caso. Y es que la guerra en ocasiones va acompañada de otro tipo de emociones, no siempre de carácter despreciable. El amor, la esperanza, la dignidad y otros sentires como el patriotismo, pueden desplegarse en la guerra acompañados de posiciones políticas como la custodia de la soberanía, la resistencia, la defensa de un proyecto de vida digna.
Apenas 4 días después de que se filtrara un audio de Lorenzo Mendoza, presidente de Empresas Polar, la mayor corporación de alimentos en Venezuela, donde hablaba de la necesidad de un “ataque quirúrgico a las cabecillas y una intervención para poner orden», y que el Secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo anunciara que está listo para reabrir su embajada en Caracas, Venezuela recibe un nuevo intento de invasión; en esta ocasión por vía marítima, a través de las aguas del Mar Caribe.
En la madrugada del domingo 3 de mayo, una lancha rápida procedente de Colombia llega a la playa de Macuto, en La Guaira, a unos 20 kilómetros de Caracas. Un despliegue de fuerzas policiales, militares y de inteligencia la está esperando. Comienza la balacera. El enfrentamiento deja 8 mercenarios muertos y dos detenidos. Se incauta armamento de alto calibre y equipos militares.
El mismo día, la periodista de la derecha de Miami Patricia Poleo entrevista al contratista Jordan Goudreau, propietario de una compañía de seguridad, veterano de guerra y ex militar estadounidense, Boina Verde de Irak y Afganistán. Este Rambo venido a menos, durante dicha entrevista, muestra el contrato cuya primera firma pertenece a Juan Gerardo Guaidó, junto a la de su responsable de estrategia política, Juan José Rendón. ¿Cuál ha sido el problema para que este señor cante cual jilguero? “Hemos estado trabajando en esto durante un año y no nos han pagado,… Jamás en mi vida he visto tal nivel de traición”, afirma. La cosa va tomando color.
Goudreau fundó en 2018 la corporación de seguridad privada Silvercorp USA, con sede en Florida. En 2019, participó en la seguridad del famoso concierto de la “ayuda humanitaria” en la frontera colombo-venezolana, organizado por el multimillonario británico Richard Branson.
En otro vídeo lanzado por las redes el mismo día 3, Goudreau aparece junto al capitán venezolano retirado Javier Nieto Quintero. Éste afirma que “hay hombres y mujeres arriesgando la vida en este momento por la libertad de nuestra patria y de nuestros presos políticos”. Dirigiéndose a las Fuerzas Armadas “herederas de las glorias de Bolívar”, les pide que se unan “a esta fuerza libertaria”, a la que le pone nombre: Operación Gedeón, “cuyo objetivo número uno es la captura de la organización criminal que hoy desafortunadamente dirige los destinos de la nación (…), un cartel narcotraficante” que está perpetrando un “genocidio sistemático”. Recordando las películas de Rambo, dan ganas de quererlos.
El lunes 4, otro grupo de mercenarios alcanza la playa de Chuao, un pueblito pesquero de las costas de Aragua al que solo se puede llegar por mar o aire. En esta ocasión, les espera la comunidad organizada. Una operación cívico-militar y policial deja 8 detenidos, entre ellos dos exmilitares de las Fuerzas de Operaciones Especiales de EEUU. También quien supuestamente comanda la operación, el capitán desertor venezolano Antonio Sequea, quien en un vídeo señala el objetivo de la operación: «acabar con la tiranía y la represión, imponer la libertad y restaurar la democracia». Los tiranos acabando con la tiranía. La libertad impuesta y no conquistada. La democracia restaurada acabando con ella manu militari. El relato no dejaría de tener gracia si no fuera porque conforma la argamasa de la guerra contra el neocórtex mundial.
Lo que de verdad tiene gracia son los memes de estos días ante fotografías donde fornidos militares de las fuerzas especiales aparecían tumbados y amarrados en el suelo junto a milicianas y milicianos del pueblo. Al llegar a la playa en Chuao, los pescadores detectan la embarcación. “Nos encontramos en la faena de la pesca y observamos una lancha desconocida”, cuenta un pescador en un reportaje de Telesur. Otro afirma “lo que no se imaginan ellos es que un pescador pueda ser miliciano, que el conuquero sea miliciano, el que está en la hacienda, el maestro,… Todos somos milicianos, y en este pueblo lo demostramos ayer”. La comunidad llevaba días en alerta de la operación irregular en la zona, activando lo que se conoce como inteligencia popular. “Ellos son Rambos, nosotros un pueblo humilde que siempre vamos a vencer con la verdad”, afirma otra voz. Ingrit Cazaña, oficial de la Policía Regional de Aragua, relata cómo los agarraron: “con unas simples armas, unas escopetas de polietileno, y las pistolas, nada para las armas largas que ellos tenían. Cuando estaban en la proa buscando su armamento para accionar contra nosotros yo les mando salir. Ellos salen y los pescadores que estaban ahí nos ayudan con cuerdas a apresarlos”. Mientras estaban amarrados esperando refuerzos, los mercenarios les pedían que los liberaran y “que nos uniéramos a ellos, que este gobierno iba a caer, que ellos tenían sus dólares. Pero por toda la plata que nos ofrezcan, primero está la integridad y el honor hacia uno”. Son los otros sentires de la guerra de los que hablábamos.
El lunes 4, se captura a otros dos expolicías implicados en la operación, con armas y chalecos. El saldo, 12 mercenarios detenidos y 8 muertos. La operación Gedeón, de momento, es desactivada y deriva en fracaso monumental.
El asesor de Guaidó, J. J. Rendón, admite que contrató a la compañía Silvercorp USA y que pagó a Goudreau 50.000 dólares para efectuar un ataque que acabara con la captura de “miembros del régimen”. Según él, el “acuerdo preliminar no llegó a hacerse efectivo” y Goudreau no recibió luz verde para la operación que sin embargo se ha efectuado. Los implicados afirman que nunca recibieron el pago al cual se comprometieron, pero a pesar de ello continuaron con la operación. ¿Por qué? Según ellos para liberar al pobre pueblo venezolano de las garras de la dictadura.
Quedan muchos cabos sueltos. Recordemos que a fines de marzo, el gobierno de Trump puso precio a la captura del Presidente Maduro. ¿Los cazarrecompensas buscan su presa? Si el equipo de Guaidó, teledirigido desde el centro de operaciones del mal, no cumplió con el pago, ¿de dónde llegó la financiación para la operación? ¿Los gobiernos norteamericano y colombiano, roto el acuerdo, se desentendieron del asunto? ¿No conocían la operación, como afirma Goudreau? ¿Dirigieron en la sombra? ¿Supieron y dejaron hacer? ¿Interesa la operación aun sabiendo que estaba condenada al fracaso? ¿Había otras maniobras preparadas en otros puntos? ¿Se prepara algo mayor?
Toda esta telenovela por entregas de superhéroes frustrados, de verdades y mentiras enredadas, viene coleando desde hace rato. Si recuerdan, hace más de un mes, el general retirado Clíver Alcalá, en una entrevista a W Radio, emisora colombiana del grupo Prisa español, confiesa que dirigía una operación con base en Colombia que tenía como intención incursionar en Venezuela para liberarla. Allí menciona un contrato firmado con Guaidó que no había sido cumplido. Guaidó lo niega. Ahora, Goudreau muestra dicho contrato. Estos días, el rompecabezas se va completando. Durante varios meses, mercenarios y desertores de la FANB, reciben entrenamiento militar en 3 campamentos de La Guajira. El coordinador de la operación es Clíver Alcalá, a quien la DEA, la agencia antidrogas norteamericana, puso en un avión desde Colombia rumbo a EEUU, donde hoy está preso acusado de narcotráfico. Siguen quedando muchas piezas sueltas que toca interpretar.
El famoso contrato, según el periódico estadounidense The Washington Post, se firmó en septiembre de 2019 en un rascacielos de Miami, donde representantes del autoproclamado Guaidó se reunieron con Goudreau para planificar una salida de Nicolás Maduro. ¿De qué tipo? Los hechos de estos días demuestran que la vía electoral no sirve cuando no logra destituir gobiernos subversivos. Un viejito pescador de Chuao, dice: “así no se tumban gobiernos, si ellos quieren sacar a Maduro, tendrán que ir a elecciones, pero yo así no comparto estas cosas”.
Muchos medios de comunicación popular han definido estos acontecimientos como un pequeño “Bahía de Cochinos”, la invasión en 1961 por parte de cubanos exiliados apoyados por el gobierno de EEUU en Playa Girón, Cuba. En 65 horas, las milicias y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, bajo la dirección militar de Fidel Castro, derrotaron la invasión y canjearon los prisioneros a EEUU por medicamentos y compota para niños. Son, de nuevo, los otros sentires de la guerra.
En este caso, el gobierno de EEUU no reconoce su participación directa. La película se llama la privatización de la guerra. La Proxy war, término utilizado por el Pentágono, consiste en tercerizar la guerra utilizando fuerzas irregulares subcontratadas. Una estrategia ya utilizada por EEUU en conflictos como Siria. Forma muy eficaz de no ensuciarse demasiado las manos, en especial, como en esta ocasión, si la cosa deriva en semejante desastre.
EEUU, mediante su industria cultural y cinematográfica, lleva décadas preparándonos para asimilar al héroe individual o al equipo privado y salvador, es decir, mercenario. Un compañero colombiano, conversando en estos días sobre el asunto, ponía el ejemplo de la serie de los años 80 “Los magníficos”, conocida en tierras castellanas como “El Equipo A”. Recordamos con simpatía a esos entrañables y divertidos personajes que eran contratados para hacer el bien y cumplir misiones que entendíamos necesarias y salvadoras.
Operación Gedeón es, como decíamos, el nombre con el que los nuevos héroes salvadores de la película de Hollywood en que se ha convertido la realidad, bautizaron a la trama mercenaria. La guerra sabe poco de poesía pero mucho de símbolos. Gedeón, en hebreo, significa “guerrero poderoso” o “destructor”. El nombre elegido por Venezuela para la operación defensiva ante la identificación de esta maniobra intervencionista es “Operación Negro Primero”. Negro Primero no fue ningún guerrero destructor, sino un prócer de la independencia de Venezuela de origen afrodescendiente que desde las filas realistas se pasó al bando de las fuerzas patrióticas para luchar por soberanía e independencia. Soberanía e independencia que hoy pretende ser de nuevo arrebatada a un pueblo en lucha por su “Segunda Independencia”, esa a la que se refirió Martí en Cuba, esa a la que se refirió el Presidente Allende en Chile.
En declaraciones en Cadena Nacional, el Presidente legítimo de Venezuela Nicolás Maduro, afirma que uno de los mercenarios detenidos estos días, el venezolano Juan Alberto Socorro, es agente de la DEA. Según explicó el mandatario, la DEA estaría implicada en el entrenamiento en Colombia de los equipos mercenarios que llegaron a Venezuela. El presidente Iván Duque, en su última visita a la Casa Blanca el pasado 2 de marzo, habría recibido órdenes de Trump de activar las acciones. La operación contaría con financiación de capos y cárteles de la Alta Guajira. Maduro mostró el vídeo de uno de los estadounidenses detenidos, Luke Denman, quien afirma que el objetivo era tomar el control del aeropuerto de Caracas para trasladar a Maduro a Estados Unidos. Igualmente, debían tomar la Dirección General de Inteligencia Militar, el Servicio Bolivariano de Inteligencia y el Palacio de Miraflores.
Sin embargo, su compañero Erin Berry, en otro vídeo similar donde responde algunas preguntas, contradice la versión de Luke respecto a la toma del aeropuerto para trasladar a Maduro a EEUU. La toma del aeropuerto tendría el propósito de “traer otros aviones”. Sin embargo, uno de los objetivos de la misión, afirma, era “asesinar a Maduro”. Este excombatiente militar en Irak, dice que llegó a Colombia en enero contratado por Goudreau, que fue recibido por Antonio Sequea, que se alojó en 3 casas diferentes de Riohacha, capital de La Guajira, Colombia, y se encargó del entrenamiento de unas 50 a 60 personas. “¿Por qué EEUU insiste en atacar Venezuela cuando no es una amenaza para ellos?”, se le pregunta. “No entiendo por qué los americanos harían eso”, responde. “¿Por qué entrenas fuerzas irregulares sabiendo que es ilegal?”. “Ahora sé que es ilegal, antes tenía otro conocimiento”. “¿Tus derechos humanos están siendo respetados durante el tiempo que has estado aquí confinado?”. “Sí, hasta ahora sí”. Al final del vídeo, Berry muestra el famoso contrato. “Este contrato fue publicado hace varios días por J. Goudreau y describe mis responsabilidades con Silvercorp. Está firmado por Juan Guaidó, J. Goudreau y Juan Rendón”.
La Comunidad Internacional no ha condenado el intento de invasión. Nada nuevo bajo el sol imperial. Los medios corporativos de desinformación, en los primeros momentos invisibilizaron la estrepitosa chapuza o le dieron un tratamiento de montaje en la línea Guaidó, para pasar luego a explicar las razones del fracaso del intento de liberar Venezuela de la opresión.
En el diario español el Mundo, el 7 de mayo, debajo de un titular que reza “Operación Gedeón: las seis claves de la misión suicida contra Nicolás Maduro “, leemos: “El chavismo encarcela a 13 integrantes del comando que protagonizó la fallida ‘operación Gedeón’ para «restaurar la democracia en Venezuela».
El día de ayer 7 de mayo pasaron otras cosas menores pero significativas.
- Tres senadores de EEUU pidieron al gobierno de Trump que explicara si conocía el intento de ataque al gobierno de Venezuela por medio de exmilitares estadounidenses, así como si los fondos procedían de Washington.
- En una entrevista del periodista Napoleón Bravo, el excapitán Quintero afirma que la operación sigue en marcha, el día “D” y la hora “H” no ha llegado, y la incursión en Macuto solo fue “una avanzada de reconocimiento táctico… Hay operaciones en desarrollo para golpear en el corazón del enemigo… Son muchos grupos que están distribuidos y están bajo una planificación específica”.
- Michael Kozak, secretario de Estados Unidos para Asuntos del Hemisferio Occidental, aseguró en un twitter: “quienes dicen que quieren aliviar el sufrimiento de los venezolanos y devolver la libertad a Venezuela deberían considerar el marco de transición democrática”.
- El presidente Donald Trump, en el programa Fox News, negó la participación de su gobierno en la acción. “Yo no enviaría un pequeño grupito, no, no, no, se llamaría Ejército,… Si nosotros alguna vez hacemos algo con Venezuela, no sería de esa manera, sería un poquito diferente, se llamaría invasión”.
Seguramente en los próximos días sigan apareciendo nuevas informaciones que ayuden a completar el puzzle. A día de hoy, son muchos los cabos sueltos pero muchas también las certezas. Y lo cierto es que, ante tales hechos, y en medio de la batalla contra el Coronavirus, al pueblo de Venezuela le toca seguir pendiente de otra batalla enmarañada en una misma guerra que viene librando desde hace dos décadas. Mientras Rambo, el Equipo A y Gedeón sigan en marcha, el Negro Primero seguirá alumbrando al digno pueblo venezolano.
En este sentido, el ejemplo del pueblo de pescadores de Chuao, población con gran presencia afrodescendiente, ha sido fundamental. Como nos cuenta Jesús Parra, colaborador de la CORENATs Venezuela en Trujillo, “una activación de las redes de inteligencia social y comunitarias que para nosotros tiene gran importancia simbólica, y más en este eje que normalmente no es tan visible, sobre todo en el caso de la milicia, donde hay una concepción generalizada de que los milicianos eran los trabajadores de fábrica, los compañeros de los sectores populares urbanizados…, pero esta vez el sujeto protagónico lo están jugando nuestros pescadores y pescadoras, que están en el mar en el día a día, resistiendo también a las lógicas del mercado y planteándose sus niveles de vida”. Jesús cree “que lo mismo que intentaron por la costa van a intentar reactivarlo por otro lado con otros grupos inclusive dentro del propio país para tratar de generar esa presión. Presión que en este caso fue contraproducente, porque el sector oposición no activó el llamado. No hubo ninguna movilización de ningún partido político, ni siquiera de los sectores más extremistas”.
El analista venezolano Sergio Rodríguez Gelfenstein insiste en su último artículo en estar alerta, dado que EEUU podría estar preparando una acción mayor. Destaca las recientes maniobras navales de la OTAN, dirigidas por EEUU en el Caribe y su despliegue en islas cercanas a Venezuela “bajo disfraz de operaciones antinarcóticos en una región por la que sólo transita el 4% del total de cocaína que Colombia envía a Estados Unidos”[1].
La lucha contra el narcoterrorismo, como explica Gelfenstein, fue el nuevo enemigo creado por EEUU para desplegar su política intervencionista una vez desmoronado el llamado “campo socialista”. Estrategia que comenzó con el Plan Colombia y se extendió por el planeta subordinada a intereses geopolíticos. Controlar pueblos, territorios y recursos por la vía cultural o militar. Provocar caos, sembrar violencia, destruir conciencias, desplegar guerra.
Julio Cortázar continuaba así su intento frustrado de definir la poesía: “Esta definición podría valer para un diccionario o para un libro de texto, pero a nosotros nos parece poco convincente. Hay algo mucho más importante: algo que nos animaría no sólo a seguir ensayando la poesía, sino a disfrutarla y a sentir que lo sabemos todo sobre ella”. En el fragor de esta guerra de cuarta generación, seguiremos sintiendo y defendiendo el caminar hacia la Segunda Independencia de la Quinta República, la República bolivariana de Venezuela y de todos los pueblos. Seguiremos sintiendo la necesidad de un mundo libre donde los mercenarios se disuelvan en polvo de palabra, las armas en versos, las balas en besos y los ejércitos en poesía. Mientras tanto, seguiremos alimentando los otros sentires de la guerra.
Bogotá, 8 de mayo de 2020
[1] Ver artículo de Sergio Rodríguez Gelfenstein, “Alerta, más que nunca, alerta: EEUU puede estar preparando algo mayor”, en vocesenlucha.com
Texto publicado en Resumen Latinoamericano, Cubainformación, Kaos en la Red, Tercera Información
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