YA SE ACABARON LOS MACHOS

Por Jairo Fuentes

Jairo Fuentes, Movimiento de Presos Políticos Camilo Torres Restrepo. Miembro del ELN 
Cárcel de Bellavista, Medellín, Colombia

 

“Yo diría que el machismo, tanto en los hombres como en las mujeres,

no es más que la usurpación del derecho ajeno. Así de simple”

(Gabriel García Márquez)

 

Por una de esas funciones del cerebro que no sé cómo explicar, me vino a la memoria y resulté cantando inconscientemente una canción del famoso autor colombiano José Alejandro Morales Pino e interpretada en una de sus mejores versiones por el también famoso dueto “Silva y Villalba”.

En uno de sus apartes dice la letra:

 

ya se acabaron los machos

Esos machos de mi tierra

Aquellos que se morían

Peleando sobre una piedra.

 Que defendían con sus vidas

El amor de sus morenas

O se bebían el mar

En una noche cualquiera”

 

Pero también por esas cosas de haberme vuelto extremadamente racional desde hace algunos años, me puse a reflexionar si el lamento expresado en esta canción tenía razón de ser, y me encontré, con que la añoranza del maestro Morales Pino, el mismo autor de otras hermosas canciones como: “Pueblito viejo” y “María Antonia” la del río, la que tiene una tienda de besos al otro lado del río,  no se ha cumplido en ninguno de sus versos.

Esos machos, a los cuales el maestro compositor y los intérpretes echan de menos, no se han acabado y parece que seguirán existiendo por mucho tiempo.  Esos machos se siguen muriendo sobre una piedra, peleando por causas que consideran justas, pero que consideran exclusivas de ellos, relegando a la mujer cuando mucho a un papel de acompañante del héroe macho sacrificándose por el bienestar de la humanidad, siempre y cuando sea una sociedad de machos.

Hay otros machos que se siguen muriendo por causas que ellos mismos no conocen, simplemente, por el ardoroso deseo de demostrar que son machos. Esos machos, se siguen muriendo en los barrios de las ciudades, peleando en cada esquina, para que el otro combo no le invada su territorio, para garantizar que sea el de ellos el que siga con el monopolio del cobro de las extorsiones y de la venta de drogas. Esos machos siguen defendiendo “con su vidas el amor de sus morenas”, negras, trigueñas, rubias, etc., cuando consideran que otro macho se las está disputando con una palabra o con una simple mirada.

Esos machos,  no sólo “defienden con sus vidas el amor de sus morenas”, sino que también las matan, cuando aquellas ya no quieren seguirles dando su amor, o seguir siendo sometidas por ellos, porque literalmente las consideran “sus mujeres” y la consigna que  entonan cada vez que se consideran desairados es: “si no es mía no será de nadie”.

Esos machos siguen considerando que hay actividades, oficios y ocupaciones propias de hombres, en las cuales las mujeres no tienen la menor posibilidad de participar y mucho menos de ser protagonistas. Esos machos siguen considerando que el afecto, la sensibilidad, el llanto, son cosas de las debilidades femeninas, y siguen considerando como el peor insulto y humillación el ser comparados con una mujer, por eso se siguen escuchando frases como: “llora como una nena”, “ese tipo es más cobarde que una mujer”. Ni que decir del concepto y opinión que tienen esos machos frente los integrantes de la opción LGTB,  a quienes consideran “degenerados” y a quienes no solo no quieren, si no que no respetan y por el contrario odian.

Ojalá y se acabaran esos machos, que entre otras cosas se siguen “bebiendo el mar” en tabernas, cantinas, bares o al aire libre, en copas, vasos, botellas y garrafas de licor, para luego llegar a sus casas a maltratar a sus esposas, hijos y cuando menos, a importunar a los vecinos. Ojalá  se quedaran los y las valientes, que son capaces de entregar sus vidas en defensa de una causa que le sirva al conjunto de la humanidad; que respetan la opción de vida de cada quien, que se enternecen con el sufrimiento de cualquier ser humano; que son capaces de amar y de dejarse amar, que no andan esgrimiendo sus testículos como garantía de su valentía ni de su capacidad física

Ojalá y el lamento del maestro José Alejandro Morales Pino fuera cierto, lo cual para muchas mujeres e integrantes de la comunidad LGTB y para algunos hombres entre los que tengo el honor de contarme, no sería motivo de lamento sino de celebración.

Jairo Antonio Fuentes Díaz

Prisionero político ELN. Rebelde por obligación, revolucionario por conciencia

Humillar a alguien no te hace ni más orgulloso, ni más fuerte ni más poderoso… Te hace más miserable

(Anónimo)