SENTIRES VENEZOLANOS

6. Coquitos antiimperialistas

Plaza de La Moneda. Barquisimeto. 8:30 a.m. hora venezolana. 10 de agosto. 2019

Poco más de 100 personas se distribuyen en grupos en la plaza. Conversan. Los vendedores de libros usados colocan los estantes. La gente va llegando de a poquito. Las milicias hacen sus ensayos. Entonan himnos de lucha. Saco mi cámara y comienzo a disparar, a congelar historia viva de un pueblo que durante los últimos 20 años logró transformar sentidos comunes. Las mujeres, motor de la revolución, animan el ambiente. Algunas personas me piden una foto. Deninson, joven vendedor de coquitos a quien espero hace rato, llega a la plaza. Antes de verlo lo reconozco «coquitos, coquitos, a la orden». Ahí está Deninson, pienso. Llegó mi personaje. Me pego a él con mi cámara y lo sigo. Deninson fue niño y adolescente trabajador. Hoy joven trabajador. Siempre organizado. Desde niño en la CORENATs Venezuela. Niños, niñas y adolescentes trabajadores. Reivindicando dignidad. Luchando contra la explotación de niños y adultos. Repensando el mundo acartonado del trabajo. Deninson acaba de recibir un crédito de la alcaldía para impulsar su iniciativa de venta de coquitos, dulces que él mismo elabora y a juzgar por las ventas encantan.

La plaza ya está abarrotada de gente. Los pies compañeros se ponen en acción. La marcha echa a andar. Comienza la poesía a caminar. Poesía de pueblo digno. Deninson se pierde en el tumulto. Yo me pierdo entre su pueblo. Logro subir al camión del sonido. Sigo inmortalizando memoria. !No Trump! ¡Yankee go home! Los carteles hablan. Las voces indignadas gritan en coro. La marea avanza hacia la plaza del libertador Bolívar.

Me lanzo al piso y avanzo como por inercia por la calle de los papagayos, siguiendo la música. Suena el tamunangue. La música negra que nació parodiando los bailes de la realeza, esa que sigue jodiendo a mi pueblo castellano, que tuvo sus quijotes pero no su Bolívar. El tumulto se agolpa junto al escenario. Una niña levanta su brazo con mano de futuro.

Comienzan a hablar las voces institucionales. Yo me escapo buscando de nuevo a Deninson. «Coquitos, coquitos, a la orden». Suena el himno de Venezuela. Deninson se detiene a cantar con su bandeja en alto. Una cola de pueblo digno se organiza para firmar contra el bloqueo. Firmas contra el imperialismo. Por la soberanía. Converso con una compañera. «Yo ya no sé qué más nos van a bloquear, esto es más de lo mismo. Cortes de luz y agua, el gas que no llega, los alimentos carísimos, los productos de higiene prohibitivos. Pero este pueblo es resistente, sigue inventando». Otra compa comenta «aquí no falta el plato en la mesa». Doy fe de ello. Ángel bromea: «nosotros seguimos teniendo la costumbre pequeño burguesa de comer tres veces al día». El humor nutriendo el alma del corazón venezolano. El coquero llega con su bandeja vacía. 130 coquitos vendidos.Trabajo, recreación, sonrisa y compromiso militante. La vida de Deninson Escalona, quien creció al calor de un proceso que tuvo la osadía de transformar sentidos comunes, de soñar un mañana mejor.

Barquisimeto, 11 de agosto de 2019

Texto publicado en Cubainformación, Tercera Información