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Desde tierras latinoamericanas,

este nieto no le olvida,

pues a mis pasos acompañan

los dignos ecos de las voces de Castilla.

 

Este nieto manchego de ojos profundos de Alcadozo,

aunque criado en ciudad dormitorio de ladrillo visto,

viene de esa vieja estirpe labriega y campesina.

De bocas alimentadas con generoso porrón, azafrán y oliva,

de esos albañiles de barro, adobe y cal viva,

de heridas grabadas en piel curtida,

y eso abuelo nunca se olvida.

Mis manos, aunque menos castigadas que las suyas,

son manos de obrero por solidaria herencia.

Y estas palabras de poeta por usted se reflejan,

pues son muchas las cosas que educa la experiencia

de un hombre de quemadas tierras albaceteñas,

que nació de hombre que sobrevivió a la guerra.

Este corazón late y siente como obrero de la métrica,

y acude al tajo cada día recordando su presencia.

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Desde tierras latinoamericanas,

esta nieta no le olvida,

pues a mis pasos acompañan

los dignos ecos de las voces de Castilla.

 

Esta nieta adoptiva de los García,

aunque también criada en ciudad dormida,

viene de esa misma vieja estirpe labriega y campesina.

De esa Castilla minera de montes y valiente de gentes,

de un abuelo que como usted amó la tierra.

Hombre sin vicios con bota de vino, fiel compañera

y el choricillo al aceite que nunca faltara en su tartera.

Frunciendo el ceño al sol fue tornándose mayor,

y su razón más hostil de lo que su corazón quisiera.

Mirada azul que sin una pierna se tornó gris,

y sabiendo su campo lejos, poco a poco se dejó ir.

Ahora en su mirada, Eliodoro, veo un nuevo abuelo

y, a veces, en sus ojos claros a mi abuelo Juan encuentro.

Mas en clamado secreto esto debe quedar,

y al volver para firmarlo un abrazo nos hemos de dar.

 

Desde tierras latinoamericanas,

estos nietos no le olvidan,

pues a nuestros pasos acompañan

los ecos de sus palabras queridas.

 

Por eso, con o sin marcapasos está obligado a vivir

para así ver a estos nietos de nuevo sonreír.

Será largo el regreso, mas temprana la vuelta

cuando tejamos juntos de esparto una cesta,

pues no es de recibo perder las costumbres bien sabidas.

Posdata: ¡abuelo! recuerda la ancha alfombra prometida.

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