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Oh nietos del Quijote!
del Manchego loco de Castilla,
gentes de adarga y alforja
de las que no buscan sillas;

Voz de los mudos que gritan
y de quienes van cegados, ojos;
piedra al zapato del quieto,
y en el blanco arroz: gorgojos.

Una vez vieron a un hombre
claro como manantial
que les mentía una idea
que era cierta a su pesar,
Y en un espejo manchego,
reflejaron a su modo
lo que este hombre escribía
y borraba con el codo…

Devolvieron una imagen
tan nítida y colorida
que era la mentira amada
la más bella de la vida.

Captaron la esencia y plasmaron
en la idea la utopía
que este hombre lleva ahora
como una flor encendida.

Lo que nos inventamos
-reflejo de nuestro deseo-
vuelve ahora hecho canto,
vuelve por otro sendero.

Nos conmueve y precipita
hacia lo que nos predestinamos
y para ser consecuentes
es un empujón de hermanos.

Así vivo la amistad
que vuestros ojos encendieron
como un cigarro liado
entibiando el sentimiento;
así les llevo tatuados
muy dentro de la conciencia,
así les llevo la esencia,
Oh nietos del bravo manchego.

-Ya no hay locos en España-,
dijo hondo el poeta herido,
pues sus hijos se han salido
están danzando en el tiempo
por la silueta morena
de la América mestiza
con sus manos en el pueblo
y la libertad por camisa.

Ya refundaremos tiempos
de durrutis y guevaras
se está incubando la miel
como un canto de cigarras.

Y entonces llevaré aun conmigo
la marca que me infringieron
porque ¡Oh quijotes dignifican
la palabra “compañeros”!